jueves, enero 05, 2012

AGINCOURT

Escrita por Juliet Barker, "Agincourt: Henry V and the battle that made england" es una interesante y entretenida monografía sobre uno de los episodios más relevantes de las guerra de los cien años.

La guerra de los cien años es uno de los últimos conflictos medievales que asolaron Europa.

Básicamente consiste en un enfrentamiento entre los reyes de Inglaterra y Francia por el control de grandes extensiones territoriales que actualmente forman parte del territorio de Francia, especialmente la Normandía y la Aquitania.

Por causas de la historia, los reyes de Inglaterra contaban con derechos territoriales en el continente e incluso al propio trono de Francia. Hay que remontarse a la Batalla de Hastings (1066) en la que el normando Guillermo el Conquistador derrota a Harold, el último rey Sajón de Inglaterra, y se adueña del trono, quedando este reino bajo la jurisdicción del ducado de Normandía que a su vez debía vasallaje a los reyes de Francia.

La cosa se complica cuando los descendientes de Guillermo son reemplazados en el trono de Inglaterra por la dinastía Anjou que contaba con aún más territorios dentro de Francia lo que llevó a la contradicción de que los reyes de Inglaterra eran mucho más poderosos y ricos en Francia que el propio rey de Francia que pertenecía a la dinastía de los Capetos.

Los conflictos entre Inglaterra y Francia, Anjou y Capetos, se suceden hasta que se produce un suceso clave que es la extinción de la dinastía de los Capetos.. hay quién dice que como consecuencia de la maldición de los Templarios de quienes fueron agentes destructores. El vacío en el trono francés no termina de ser ocupado por nadie de manera convincente para todos. Nadie tiene la legitimidad total e incluso, por matrimonio real, los reyes de Inglaterra tienen también algún derecho al trono de Francia.

La cosa se complica mogollón.

Y la guerra de los cien años es un constante flujo y reflujo de mareas inglesas y francesas sobre los territorios franceses disputados en el que, en general, los ingleses llevan la peor parte hasta que Enrique V y su shakesperiana "band of brothers" la lían en Agincourt.

La batalla de Agincourt resume uno de los mejores momentos de los ingleses en la guerra de los 100 años, luego llegará el fortalecimiento de Francia, Doncella de Orleans incluída,y el definitivo cierre de un conflicto con la retirada inglesa de la mayor parte de los territorios continentales a los que se consideraba con derechos.

En Agincourt el ejército inglés inferior en número asestó una derrota sin paliativos a un ejército francés que doblaba en número a los británicos.

La batalla es la principal consecuencia de la decisión de Enrique V de invadir Francia para reivindiar sus derechos territoriales y dinásticos, aprovechando la debilidad de los franceses centrada en su división en dos facciones, Armagnac y Borgoña, que optaban a ocupar el trono de Francia.... y también de un sentido muy medieval de la justicia, según la cual si Dios estaba de parte de uno muy poco tenían que importar las diferencias numéricas en los ejércitos.

En este sentido, Enrique planteó la invasión de Francia como un juicio de Dios en el que la victoria estaría de su parte por lo justo de su reclamación... Y la verdad es que ese Dios que no existe estuvo de su lado pues en Agincourt los franceses sufren una catastrófica derrota que además se lleva por delante lo mejor de la nobleza y la caballería francesa.

En la victoria de Agincourt concurren dos ventajas, la táctica del terreno en que Enrique decide plantear la batalla y la tecnológica, el longbow, el arco largo inglés de más de dos metros de altura con el que un arquero experimentado podía disparar más de diez flechas por minuto con una mayor precisión que con cualquier otro arco.

El longbow era el arma de repetición de la época y ante él se estrellaron las sucesivas cargas de la caballería pesada francesa, unas cargas que se vieron dificultadas por el carácter pantanoso de la llanura donde la batalla se celebró y en la que caballos y jinetes acabaron empantanados -nunca mejor dicho- en una sangrienta mezcolanza que sólo necesitó ser rematada a mano por los ingleses.

También las divisiones internas de los franceses se materializaron en el desempeño de los nobles durante la batalla, desempeño que como mínimo generó asincronías, individualismos, retrasos y ausencias que debilitaron las prestaciones de ese bando ante un enemigo inferior.

La victoria fue atribuida por los ingleses a la intervención divina... aunque sin terreno pantanoso y sin arcos longbow la caballería pesada francesa habría pasado por encima de las líneas inglesas sin apenas inmutarse y, sobre todo, porque luego llegó Juana de Arco respaldando con sus conexiones divinas a los franceses... lo que convierte a Dios en una especie de interesante agente doble.

Además de contar todo ésto de una manera ilustrada y amena, la monografía de Juliet Barker encierra además mucha e interesante información de contexto al respecto del modo medieval de hacer la guerra: los reclutamientos, los heraldos, la formación de los ejércitos en base a contratos firmados de puño y letra por los reyes, contratos en los que los nobles se comprometían a participar con un número de hombres y de caballos, las dificultades de abastecimiento, los prisioneros y los rescates... Todo un mundo desconocido e irremediablemente perdido.

Una lectura más que interesante si prefieres dejar de subrayar el libro de Paulo Coelho.





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