sábado, enero 07, 2012

EL ESTADO DE LAS COSAS

Como en todo el cine del alemán Wim Wenders, sus películas siempre se mueven en dos niveles, el narrativo y el intelectual, que son como los dos rostros de un mismo Jano.

Y "El estado de las cosas" es un ejemplo paradigmático.

Un equipo de rodaje se encuentra rodando una película de ciencia-ficción apocalíptica en Sintra, en la costa atlántica de Portugal. Justo cuando los protagonistas de la historia llegan al mar que parece ser su única posibilidad de salvación frente a la aniquilación, el rodaje tiene que ser interrumpido porque el dinero se ha terminado.

De la posibilidad de una esperanza en la ficción se pasa a la posibilidad de un final en la realidad.

A partir de entonces la película se convierte en un largo tiempo muerto en el que los miembros del equipo, encabezados por su director Friedrich Munro, esperan la llegada del dinero y de Gordon, el productor, como quién espera a Godot.

Y es en ese tiempo muerto, vacío a todas luces, donde Wenders aprovecha para lanzar una poderosa idea, la de la necesidad que los humanos tienen de historias, idea que comparto. En un momento determinado de la película un personaje escribe en un papel que la vida no es nada sin historias y es exactamente ésto lo que Wenders se dedica a mostrar en ese tiempo de espera, el modo en que esa necesidad de historias se manifiesta en todos y cada uno de los personajes que dejan pasar el tiempo en ese fantasmal pero hermoso hotel abandonado de Sintra.

Alli se pondrá de manifiesto la vaciedad del tiempo sin propósito y la necesidad que los humanos tienen de llenar ese vacío con intenciones y finalidades que se encarnan en narraciones, en historias.

Y en este sentido, la película adquiere casi un valor antropológico con su pretensión de veracidad casi documental.

Al final Munro partirá en busca de Gordon a Los Angeles buscando un cierre definitivo para ese tiempo de espera y será allí donde la película de un segundo y magistral giro.

En Los Angeles la ficción esperará a Munro convertida en una especie de trama de cine negro que él y su productor, Gordon, protagonizarán.

Munro encontrará una historia que vivir y todo volverá a tener sentido, incluso aunque al final productor y director tenga su castigo por haber privado al mundo de la posibilidad de una historia.

"El estado de las cosas" es una obra maestra total y absoluta.

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