lunes, enero 09, 2012

"Hacia el final de su vida, Darwin dedicó mucho más tiempo a describir la naturaleza social de los animales e incluso los vínculos afectivos entre ellos, algo que podría ser motivo de sorpresa para los darwinistas  ortodoxos. Darwin acabó creyendo que la supervivencia del más apto se refiere tanto a la cooperación, la reciprocidad y la simbiosis como a la competencia, y que los más aptos también pueden ser los que más tienden a establecer vínculos de cooperación con sus congéneres.
A pesar de que la teoría de la ley del más fuerte, a la que Darwin dio forma en El origen de las especies, parece dar una justificación biológica a la cultura utilitarista y egoísta de la época, en sus últimos escritos se enfrentó a John Stuart Mill y a otros utilitaristas sosteniendo que «los impulsos [humanos] no siempre surgen de un placer previsto». Para ilustrarlo, Darwin citó el ejemplo de una persona que se lanza a rescatar a un desconocido en un incendio corriendo un grave peligro y sin pensar en ninguna recompensa. Darwin decía que esta conducta surge de un impulso humano más profundo que el impulso por el placer: el instinto social.
Darwin vivió antes de que la conciencia psicológica llegara a su auge, en un mundo donde la palabra empatia aún estaba por inventar. Aun así, captó la importancia del vínculo empático. En el caso del hombre que salva a otro de un incendio, ese hombre siente instintivamente el sufrimiento de la víctima como si fuera suyo y acude
en su ayuda. Esto es lo que entendía Darwin por «instinto social».
En un pasaje profético, habla de una edad futura en la que los instintos sociales y los impulsos compasivos del hombre, «haciéndose más sensibles cuanto más se extiendan, acaben por aplicarse a todos los seres vivos»."
(Civilización empática, Jeremy Rifkin)

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