domingo, enero 15, 2012

LOS DETECTIVES SALVAJES

Se necesita mucho tiempo y cuidado para leer "Los detectives salvajes".

En ella fondo y forma coinciden de una manera asombrosa.

La novela se divide en tres partes.

La primera y la tercera son un viaje en el espacio, el distrito federal mejicano en la primera y el desierto de Sonora la segunda. Un viaje en el espacio que, aunque es coral y repasa el proteico ambiente entre literario y bohemio de la capital mejicana, el peso narrativo termina cayendo sobre Ulises Lima y Arturo Belano y la necesidad de encontrar a la desaparecida Cesarea Tinajero.

La segunda es un viaje en el tiempo, por todo el planeta, en busca de los desaparecidos Lima y Belano.

El eterno viaje de los protagonistas por el distrito federal, por del desierto de Sonora y finalmente por el mundo es el contenido de esta novela tremenda, una novela triste que convierte ese viaje en una consecuencia del desarraigo de esos poetas, de verdad o de mentira, que sólo viven para si mismos y para su obra... o para el fantasma de su obra. Porque los frutos literarios apenas existen relatados en el texto, como si hubieran perdido con ellos en la inmensidad del mundo o quizá, mucho mejor, como si jamás hubieran existido y hubiesen sido la excusa perfecta para perderse.

No está claro ni falta que hace.

En "Los detectives salvajes" no hay respuestas. Sólo preguntas que van emergiendo de su oscuro y misterioso corazón nómada y desarraigado, preguntas que se plantean  y van quedando atrás en un viaje que poco a poco va eliminando las posibilidades de regresar.

Por lo visto la obra está inspirada en hechos y personajes de la vida del escritor, pero no creo que eso sea lo más importante.

La realidad de la novela no descansa en hechos, nombres y anécdotas sino en la puntual y detallada crónica de la elección de una opción. Bolaño, como los protagonistas, opta por el camino de la literatura con todas las consecuencias, un camino que le apartará de los caminos más transitados y de las más confortables residencias.

Y parece que Bolaño no haga otra cosa que contarse a si mismo a través de esta inmensa novela río sobre el fracaso llevado como quién no lleva nada, un fracaso vestido a medida por quienes viven a espaldas de un mundo obsesionado con encontrarse en lo material prefiriendo el éxito de la precisa palabra hallada, de la obra terminada y el camino que continúa hacia delante.

"Los detectives salvajes" es en realidad un relato épico sobre la voluntad de ser, un relato romántico sobre unos personajes que ponen por delante el principio del placer de ser sobre el principio de realidad y lo hacen con la tranquilidad y la calma de quienes se saben haciendo lo correcto mientras la realidad lentamente los aniquila.

Y ahí está la épica, en no dar un paso atrás mientras se puede, en el no transigir en aquello que se considera esencial intocable.

Leo en un periódico electrónico que uno de estos siniestros psicólogos sonrientes cree que el secreto de la felicidad está en conformarte con lo que la vida te da. Y no tomarte demasiado a pecho el no conseguir lo que deseas porque al final el secreto está en convencerte de que lo que finalmente consigues es lo que realmente quieres.

Nada debe ser lo suficientemente importante como para sumirnos en la desesperación y la tristeza.

Y me da en la nariz que Bolaño, Belano y Lima harían grandes risas sobre el contenido de esa entrevista, como personajes de Peckinpah, ajenos a una realidad que les pulveriza.

Merece la pena leer "Los detectives salvajes".


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