sábado, marzo 24, 2012

TOUCHEZ PAS AU GRISBI

Antes de Delon y Belmondo estaba Jean Gabin.

Jean Gabin es seguramente la gran estrella del cine francés de su  época clásica, la de la década de los años treintas del pasado siglo XX. Su expresión que combinaba la melancolía con la dureza le permitió encarnar una serie de personajes, la mayoría de ellos románticos perdedores, en películas inolvidables como Pepe Le Moko, El Muelle de las Brumas o La Gran Ilusión.

Tras la II Guerra Mundial, en la que luchó en el lado de la Francia Libre e incluso fue condecorado participando en el desembarco de Normandía, y un fracasado intento de conquistar Hollywood, la carrera de Gabin pierde un tanto el rumbo hasta que llega esta película en el año 1954.

Basada en una novela de éxito escrita por Albert Simonin, "Touchez pas au grisbi" es también una película clave en la génesis y desarrollo del cine negro francés presentando ya ese carácter entre crepuscular y fatídico, entre duro y cínico, siempre violento y directo, que será marca de fábrica para otras películas como "Rififi" o "Bob Le Flambeur".

El ambiente de los bajos fondos de París, los exteriores y el neón, y las vidas siempre conjugadas en presente de sus protagonistas en una carrera contra el tiempo en el que siempre hay un plan para salir adelante que casi siempre saldrá mal.

No soy un experto en cine negro francés, pero seguramente "Touchez pas au grisbi" es la primera película que nos muestra ese universo narrativo y además lo hace de la mano de un Jean Gabin que, como siempre, está extraordinario y que gracias a esta película su vida profesional vivirá una segunda época de éxito hasta su muerte convertido en un orgullo viviente de esa Francia que tanto quiere lo suyo.

La historia que nos cuenta es la de Max (Jean Gabin) y Riton (Renè Dary), dos criminales de los bajos fondos parisinos que ya entrados en años deciden dar el golpe definitivo que les permitirá retirarse y quizá cambiar.

Una indiscreción de Riton con una amante que ya empieza a ser demasiado joven para él desencadenará una trama en la que conseguir la "pasta" del golpe realizado por los dos veteranos se convertirá en el detonante de un infierno de despiadada violencia.

Y con todo lo mejor de la película es el comienzo.

No entramos en la historia sino que conocemos al personaje de Max, el modo magnético y fascinante con el que se desenvuelve en un peligroso entorno que maneja como quiere... luego llega la historia, pero primero, y a mayor gloria de Jean Gabin, tenemos un comienzo casi costumbrista en el que los personajes quedan perfectamente presentados y definidos.

Todo un clásico.


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