domingo, mayo 13, 2012

ONCE UPON A TIME IN ANATOLIA

No es una película fácil de ver "Once upon a time in Anatolia".

Abundan las miradas, los paisajes, los silencios, los tiempos muertos, las pequeñas y grandes historias se cruzan, van y vienen sobre los minimales paisajes de la meseta de Anatolia y en este sentido el director, Nuri Bilge Ceylan, coloca la cámara lo suficientemente cerca como para capturarlas por unos instantes, antes de que marchen para confundirse entre el cielo y la tierra.

No es una película fácil de ver, pero es al mismo tiempo una película más que estimable, que termina por envolver al espectador en una magia visual que nos revela una sucesión de personajes enredados en sus propias y personales historias.

La historia se vertebra en torno a una situación argumental principal protagonizada por una comitiva judicial que conduce toda la noche que, por las tortuosas carreteras de Anatolia, sigue la palabra de un detenido con el objetivo de encontrar un cadáver.

La confusión del detenido sobre el lugar donde enterró el cadáver hará que la búsqueda se prolongue durante toda la noche haciendo posible que los personajes respiren, se expresen, con la naturalidad con que la lluvia cae del cielo y las manzanas caen de un árbol. Como si la prolongada hora bruja del camino, la oscura indefinición de la madrugada convirtiese el paisaje en una incitación para la verdad que casi siempre se esconde tras la ruidosa vida cotidiana.

Especialmente, para el procurador que, a partir del casual comentario de lo que parece una anécdota, mantendrá con el doctor un inexorable proceso de confesión que, con mucho, es la parte más brillante de esta película apareciendo y desapareciendo hasta un emocionante desenlace final en que sin que el procurador llegue a decir nada, tanto el doctor como el espectador intuyen una dolorosa verdad.

Y esta es la magia de "Once upon a time in Anatolia", la capacidad para la generación de una experiencia de verdad que tiene que ver con la levedad insoportable de la naturaleza humana, con los restos de su constante y diario naufragio, aquí y en Anatolia.

Obra maestra.



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