martes, agosto 14, 2012

El intendente Sansho

En "El intendente Sansho" están presentes de manera clara y evidente los grandes temas que animan el cine de Mizoguchi. La crueldad del mundo y el infortunio como principal consecuencia respiran por todos los poros de esta historia basada en un relato del escritor japonés Ogai Mori que vivió en la primera mitad del siglo pasado.

"El intendente Sansho" nos cuenta la historia de una familia maltratada por el destino. El padre es un cargo administrativo que se enfrente a la férrea sociedad estamental japonesa en defensa de los más débiles por los que siente empatía. Esta actitud traerá la desgracia sobre su familia. El será encarcelado y su mujer y sus dos hijos, terminarán siendo vendidos como esclavos. La madre terminará trabajando como prostituta y los dos hijos acabarán trabajando para el brutal Sansho, un intocable administrador de una propiedad imperial.

Así, y por esos crueles azares del destino, los hijos del magistrado terminarán formando parte de esa plebe maltratada por la que ese mismo magistrado sentía empatía.

A partir de entonces, la pelicula narrará los esfuerzos de los dos hermanos por mantenerse fieles al recuerdo de su familia lo que culminará en un constante intento de recuperar la unidad perdida. Especialmente a través de la hermana, Anju, uno de los personajes más maravillosos de la historia del cine, uno de esos personajes cuya entereza y riqueza espiritual Mizoguchi gusta enfrentar a la pavorosa lógica del destino que sufren.

Como ya he escrito en otro momento, en Mizoguchi siempre hay un personaje que mantiene la cordura y la espiritualidad frente a la crueldad del mundo, personajes ejemplares y puros que consiguen mantenerse intactos pese a tener que pagar el precio que las vida les exige.

Anju es uno de ellos, quizá el más paradigmatico y conmovedor de todos esos héroes espirituales que Mizoguchi presenta en sus películas. Aunque la vida les destroce no pierden el Norte ni se dejan llevar por la cuesta abajo de la animalidad y los instintos y en este sentido siempre resultan conmovedores en su mensaje de pureza esencial y verdaderamente humana. Porque lo verdaderamente difícil es mantener la calma moral y no dejarse llevar por los instintos. No sólo por este hecho mismo sino por el precio que la crueldad del mundo siempre les obliga a pagar, aspecto que Mizoguchi jamás olvida, convirtiendo la moralidad en un acto  maravilloso de ejemplarizante locura que nos conecta con lo mejor del ser humano y al mismo tiempo con lo peor de la seriedad de la lucha que ese ser humano libra en su esfuerzo por mantenerse intacto contra un mundo que parece una jungla animal más que otra cosa, contra un mundo que no solo mancha sino que mata.

Y todo contado siempre con esa manera delicada y bella de componer planos y encadenarlos que tenía Mizogouchi para construir sus hermosas historias.

De tintes marcadamente dickensianos, "El intendente Sansho" es otra obra maestra de uno de los grandes genios del cine mundial: Kenji Mizogouchi.





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