jueves, agosto 09, 2012

Los padres terribles

Escrita por Jean Cocteau en 1938 para mayor gloria de Jeam Marais, el actor que fue el amor de su vida, "Los padres terribles" es como su autor una pieza inteligente, sutil y elegante que desarrolla un discurso complejo sobre el deseo y sus complejidades inherentes.

Por lo visto, Cocteau intento abordar desde la comedia un tema serie. En este sentido, Cocteau pretendió hacer un "vaudeville" en el que todos y cada uno de los miembros de una familia, dos hermanas y el marido de una de ellas, tienen puesto los ojos y el corazón en la persona equivocada. Sin embargo, y con el paso del tiempo, los tres han llegado a una cierta situación de equilibrio y orden, en el que cada uno de ellos conoce su lugar y lo ocupa con confortable tranquilidad.

Sin embargo, esta situación de equilibrio se verá comprometida por la posibilidad de un acierto... Michel, el hijo del matrimonio que componen Ivonne y Georges, se ha enamorado de Madeleine, que curiosamente ha sido la amante de Georges.

La ocurrencia de este evento sentimental tendrá un efecto demoledor sobre la estructura que los mayores de la casa donde ha crecido Michel han construido aflorando las viejas cuentas pendientes y la constante posibilidad de otros ordenes en los que los papeles y posiciones serían más o menos beneficiosos o justos para cada uno de ellos.

Y las principales victimas de ese efecto demoledor serán Michel y Madeleine que serán parte paciente de un juego perverso de mascaras jugado por esos padres terribles sobre el terreno de sus sentimientos.

Como toda la obra que dimana del talento de Cocteau, la inteligencia está presente de una manera arrasadora, pero sutil al mismo tiempo. No hay improvisación no nada sucede, se hace o se dice por casualidad en una estructura que parece pensada al milímetro para mostrar, sin abstracciones teóricas o meramente propagandísticas, el mecanismo interno de funcionamiento de una institución social tan relevante como la familia.

No obstante tengo la impresión de que el tiempo ha pasado demasiado rápido sobre ella y en general me he encontrado viendo el relato de un mundo lejano y perdido que, en realidad y con la excepción de algún diálogo, no termina de interesarme.

Y al final me encuentro apreciando la estructura de la película como quién aprecia una fachada renacentista o uno de esos sobrevalorados cubos de Le Corbusier.

A una película hay que pedirle más.


Aceptable.


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