lunes, febrero 11, 2013

Los papas no dimiten desde hace siglos y esto no es una casualidad.
No dimiten porque su nombramiento es voluntad de Dios... y salvo que Dios les diga personalmente que lo dejen, cosa imposible porque no existe, un papa que dimite iría en contra de los dictados de la divinidad. Entiendo que, si crees realmente en tu creador, la elección esun encargo que no puedes rechazar, como si el El Padrino te pidiera reemplazar a Luca Brasi.
No puedes negarte.
Y ante dios, cuyos designios son inescrutables, uno puede ser cualquier cosa menos una nenaza. En este sentido, este papa resignante debería mirarse en el espejo de su predecesor, un recio polaco que se vestía por los pies y que  aguantó hasta incluso después de perder la salud.
No es un chollo ser papa, desde luego.
Los que lo son se convierten en instrumentos de la voluntad de dios y pastores de un rebaño, la responsabilidad es inmensa,... pero este papa ha hecho una excepción consigo mismo, una excepción que por cierto y con severidad no permite a otros, como las mujeres que abortan, a los que intenta imponer la voluntad de Dios incluso cuando no son creyentes.
Desde fuera, siempre me pareció que este papa era un papa moderno, pero no en el sentido de estar en Internet o de aparecer en los medios sino en el sentido de ser un funcionario, un funcionario que cree más en la organización que en el propio dios y que por lo tanto puede poner los rigores de lo físico entre sus deberes y lo moral... de su moral... como ahora Benedicto ha hecho anteponiendo la paz de unos últimos años terrenales al premio de esa vida eterna a la derecha del padre a la que los cristianos aspiran.
Lo creo y lo mantengo: un creyente de verdad jamás dimitiría.
Y en lo personal esta dimisión revela la tragedia personal de un creyente que no cree porque uno no puede engañarse a si mismo todo el tiempo.
Y en lo colectivo esta dimisión no hace otra cosa que mostrar las vergüenzas de una creencia que agoniza y de un Dios que también muere porque, y pese a su palabra, quienes creen en él lo están dejando morir. Esa realidad de la que tanto se habla, lo hace en su contra. El mundo al que vamos, el mundo de la globalización y de precariedad, es cualquier cosa menos cristiano.
Y muchos de los que se dicen creyentes son sus inflexibles agentes.
Y recordemos que, si mal no recuerdo, Jesucristo expulsó a los mercaderes a latigazos de la casa de su padre.
Mi candidato es Mario Draghi.


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