miércoles, marzo 20, 2013

Es pródigo este silencio oscuro del final de la tarde
en malos pensamientos y quimeras.
Y no hay que extrañarse de que las desgracias
nunca vengan solas ahora,
cuando la soledad arrecia
y la oscuridad espesa.
No te imaginabas así,
desnudo y a merced del helado tacto
de este crudo invierno de un solitario desconcierto
que nadie siente mas que tú.
Quedan muy lejos
aquellas otras luminosas tardes,
junto al mar y a pie de arena,
en que parecías tomar parte de su brillo al sol
sin que a éste tampoco pareciera importarle demasiado.
Tardes plenipotenciarias del sur
en que todo parecía posible
y en el pecho se te abría
un enorme cielo azul inabarcable.
Quedan muy lejos, aquí,
diez mil años más tarde.
tierra adentro,
y apenas quedan huesos de todo aquello
para cocinar un tibio caldo
que de calor a lo que queda de aquel cuerpo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario