miércoles, abril 17, 2013

THE FLIGHT

La última película de Robert Zemeckis es una de esas películas que me gustaría que terminasen de otra manera.

"The flight" me entusiasma hasta los veinte últimos minutos, cuando el personaje protagonista deja de ser el icono del abandono que es para transfigurarse en una especie de martir sacrificado en el altar de la verdad y de las buenas costumbres. Durante toda la película el que les escribe asiste pasmado a un brillante ensayo visual sobre la mentira como elemento esencial de la construcción de la verdad que se transmite en el espacio público de lo social, un ensayo que de repente se quiebra para mostrar que en su interior sólo había una asmática e isquémica historia de arrepentimiento de cartón piedra.

Una pena

Hay que decir también que "The flight" no es especialmente innovadora pero, en su modestia, se limita a poner por obra ese cuento bárbaro sobre la apariencia y el modo en que se construye, desde la falsedad y el mecanismo, sin que exista la menor preocupación por una presunta conexión con un fondo profundo de sentido.

Todo se ha vuelto tan ligero que ni siquiera es necesario cargar con el posible peso de trascendencia que puede implicar una verdad esencial. Es mucho mejor representar la verdad. Las virtudes públicas esconden un teatro de vicios privados que no es necesario interrumpir con la molestia de la autenticidad.

Asi,  lo mejor de "The Flight" es la manera en que este héroe que interpreta con corrección Denzel Washington esconde su abyección. Su manera de resultar verosimil dice, a quién quiera escuchar, mucho sobre el modo en que se desarrolla la diaria ceremonia de la representación pública en nuestras sociedades. El objetivo ya no es una posible verdad sino una más cierta verosimilitud conseguida de manera artificial, bien por la química legal e ilegal, como le sucede al protagonista, bien por las artes de la mercadotecnia y la comunicación.

Y hubiera estado muy bien que el protagonista se hubiese salido con la suya y tras engañar a todos una vez más se hubiese retirado a su habitación a seguir emborrachándose, pero lo edificante se impone, escenificando  un manido discurso de arrepentimiento que inevitablemente resulta menos auténtico que la escenificación de la gran comedia de la falsedad que había sido la película hasta ese momento.

Este es el gran problema de "The Flight", que no se atreve a llevar hasta las últimas consecuencias su propuesta pasando de ser un interesante ensayo sobre nuestro modo de vivir lo público y lo privado a convertirse en otro ladrillo más en el muro de esas historias ejemplares que suenan a hueco.

Una lástima... y estoy convencido de que la primra historia en que se basa este proyecto terminaba de otra manera.

Estupenda hasta casi el final.


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