sábado, mayo 11, 2013

Nostalgia vibrante,
como de vela que se apaga.
Fantasmas que se aparecen puntuales,
encerrados en su misma medianoche de siempre.
Apariciones solitarias que melancólicas
representan sin público la eterna condena
de su función ya para siempre nocturna.
Olvidos que se desvanecen tristes
sin encontrar apenas el escuálido eco latiente
de un corazón que inevitablemente los recuerde,
y que como corresponde se estremezca
con la extrema delgadez de su sueño.
Misterios exiliados ya para siempre de los espejos,
sucediendo ya muy lejos de unos ojos
que sepan apreciarlos,
que los contemplen,
que callen y los sientan por derecho.
Transparencias engañosas,
siempre imaginadas tal y como nunca fueron,
rebosantes de toda esa carne y de toda esa sangre
que una vez se precipitó en el abismo del tiempo.

Perdura el reflejo mucho más que el cuerpo que le dio vida.
por el desierto polvoriento de habitaciones y pasillos,
abandonados en su resonante misterio,
sin apenas pasos perdidos
que llevarse a su seca boca de siglos.
disolviéndose lentamente
en la corriente firme y plácida del tiempo.

Triste es el destino de los recuerdos sin dueño.

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