miércoles, junio 26, 2013

LA ECONOMÍA DEL HIDRÓGENO

Jeremy Rifkin es un tipo interesante.

Si conseguimos continuar sobreviviendo como especie de forma ordenada estoy convencido de que en los siglos posteriores esta época será entendida a través de su obra.

Sociólogo y economista, Rifkin orienta toda su obra a medir el impacto de la ciencia y la tecnología sobre el funcionamiento de nuestras sociedades, siempre desde el punto de vista de la viabilidad y las posibilidades de futuro de la misma.

En este sentido, toda su obra está impregnada de un maravilloso espíritu constructivo, espíritu desde él que aborda algo muy pesimista: el agotamiento de todo un modelo económico y social basado en la energía proporcionada por los derivados del petróleo.

Rifkin es grande porque, en sus libros, uno descubre que hay esperanza y que los mimbres con los que construir el futuro están presentes en el aquí y el ahora.

Un elemento esencial de su visión tiene que ver con el concepto difuso de red aplicado como criterio estructurador del sistema social. Para Rifkin la red es un elemento vertebrador de una nueva manera de entender la organización social, todo un estilo de entender la construcción de lo social que a su vez tiene su propia fuente de energía que es el hidrógeno.

Internet es sólo una parte de un todo mucho más rico y complejo. La red no es sólo una manera de comunicarse sino también una manera de organizarse y relacionarse.

Frente a los modelos pesados, unidireccionales producidos por la sociedad del petróleo, la sociedad de red se revela como un modelo alternativo, ligero, líquido, basado en la multidireccionalidad y en la intercomunicación.

Dentro de este planteamiento, "La economía del hidrógeno" ocupa un lugar central del propósito general de Rifkin de construir una alternativa a esta sociedad que se asota.

"La economía del hidrógeno" desarrolla la idea de esa fuente de energía que debería sustentar la base material del desarrollo y crecimiento de esa sociedad nueva. Junto a "La civilización empática" donde propone ese nuevo modelo de ser (y que también me permito recomendar), proporcionando la base simbólico y emocional compone la parte más core de esa alternativa.

El hidrógeno está presente en todas partes. En todas partes podrá ser generado como fuente de energía por todos, utilizado y el remanente puesto en circulación mediante un sistema de red para que puedan ser utilizado por todos.

El hidrógeno será una fuente de energía limpia y renovable, inagotable, que permitirá la recuperación de las zonas rurales como hábitat y que favorecerá un desarrollo sostenido evitando la contaminación y la acumulación de la población en grandes núcleos urbanos.

El hidrógeno puede mover coches sin producir humos ni contaminar, si acaso está por resolver el tema del almacenamiento, como sucede en casi todas las energías renovables, aunque y en términos comparativos, las soluciones de conservación del hidrógeno en pilas están más que avanzadas. También está el problema del coste, la distancia que separa al prototipo de la alternativa comercializable a gran escala.

No voy a entrar en muchos detalles. Sólo diré para terminar que, a mi entender, la principal virtud de la lectura de la obra de Rifkin, "La economía del hidrógeno" incluída, es la deducción de la esperanza.

Llevo años recomendándolo y seguiré haciéndolo.

Los verdaderos grandes temas están en sus páginas.

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