martes, junio 25, 2013

THE WALKING DEAD

Una vez superado el primer e inicial shock que supuso la llegada de la plaga y la aparición de caníbales caminantes voraces en descomposición, la tercera temporada de "The Walking Dead" apuesta por una razonable vuelta a la normalidad.

Nada como el ser humano para matar seres humanos.

En este sentido, no ha habido un sólo capítulo de esta magnífica tercera temporada en el que no recordase el titulo de una de las mejores novelas de Edward Bunker, uno de los grandes nombres de la novela negra de la costa Oeste... No hay bestia tan feroz.

Y en esta evolución narrativa de la serie creo ver la huella de Frank Darabont, su creador, muy interesado en mostrar en todo lo que ha escrito y dirigido hasta el momento el conflicto interno que cadas hombre vive entre su lado angélico y su lado demoníaco, entre su lado animal y su lado racional... Desde "Shawshank redemption" hasta "La Niebla" pasando por "La Milla Verde" Darabont se ha encargado de mostrarnos que no hay bestia tan feroz, tanto para lo bueno como para lo malo, como el ser humano.

En este sentido, no me extrañaría que los caminantes acabasen esquivando en su eterno vagar insatisfecho por las carreteras y los bosques los pasos de las dos tribus humanas sobre las que gira la trama de esta tercera temporada, todas y cada una de ellas viviendo el conflicto entre mantener la civilización y evitar la bestialización a la que la situación progresivamente les aboca.

Sobre todo, los caminantes terminarían esquivando a ese gobernador terrible y malvado, un auténtico vector de atracción narrativo que ya está a miles de kilómetros de la linea que separa la cordura de la locura, una suerte de Coronel Kurtz perdido en el corazón de las tinieblas, ese corazón que Conrad se atrevió a describir sin apenas atravesar el umbral.

La tercera temporada de "The Walking Dead" mantiene el nivel sobre todo en una poderosa y terrible primera parte, estos brillantes primeros ocho capítulos suponen un consecuente, magnífico y lógico climax narrativo con respecto a lo ofrecido en las dos temporadas anteriores.

La segunda parte, sin estar mal, claramente baja el nivel, abandonando la estimulante idea del abrazo del caos, la desesperación y la muerte como ciega consecuencia del azar en un mundo hostil, con el Hold on de Tom Waits incluído, por una solución de corte más clásico: el enfrentamiento entre dos grupos, el de la ciudad comandado por el gobernador y el de la prisión encabezado por el policía Rick, por la supremacía en el mismísimo infierno.

Los últimos capítulos suponen un cierto descenso en la calidad, pero no es menos verdad que la serie baja desde muy arriba.

Todavía hay crédito, pero la cuarta temporada será decisiva.


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