domingo, diciembre 01, 2013

Abwege

Uno de los grandes poderes del cine es sin duda alguna la gran capacidad evocadora que per se tienen las imágenes.

Esa capacidad de connotar no es otra cosa que la posibilidad de vehicular otros significados que no son el que que parece más propio y evidente, lo denotado.

Hablo de conceptos como la sugerencia o la evocación, conceptos que respectivamente refieren al deseo y a la memoria y que existen en el complejo territorio fronterizo que separa lo enunciado de lo enunciado.

Por no mencionar el mundo de los sueños y del modo en que, a través de esa capacidad de las imágenes para significar, lo inconsciente se expresa aprovechando los mecanismos de condensación y del desplazamiento, de la metáfora y de la metonimia... pero no vayamos tan lejos.

Lo importante es que, sin duda alguna, una de los puntos de ataque para intentar explicar "eso" que llamamos la magia del cine es la capacidad de las propias imágenes para evocar, para rebosar sus propios y presuntos limites de significado y evocar mucho más, tanto dentro de la propia historia como fuera dela misma, dentro de la mirada del propio espectador.

La connotación es la vía para acceder a un significado privado, un significado que en nada tiene que ver con el público y social que el significado denotado propone por igual para todos. Un significado heterodoxo y secreto que, amparado en la oscuridad anónima de la sala de proyección, el espectador puede espiar en el fondo de la mirada de los personajes que protagonizan la historia que presencia o descubrir transparentándose dentro de su propio sentir al ser impresionado por las imágenes de la película.

Así, el cine inaugura un espacio intimo de libertad para el deseo y el sueño que se desarrolla en la oscuridad de la sala cinematográfica; espacio que es condición sine que non para el éxito de la película como propuesta concreta porque al mismo tiempo lo alimenta con imágenes que actúan como acelerante para que ese deseo prenda.

Y escribo todo ésto porque Abwege es un magnífico ejemplo de todo este rollo que cuento.

Dirigida en 1928 por G.W. Pabst, uno de los grandes directores del cine mudo (y por lo tanto de la historia del cine), Abwege nos cuenta una anécdota, el tira y afloja sentimental de un matrimonio de la alta burguesía alemana, pero precisamente el talento de Pabst le permite utilizar ese poder de las imágenes para elevar a categoría esa anécdota.

El deseo que Irene sentirá por un pintor resquebrajará la solidad estructura de su matrimonio con Thomas Beck, ambos interpretados por Brigitte Helm y Gustav Diessl, actores muy frecuentes en el cine de Pabst.

A través de esa grieta que crecerá y crecerá Pabst nos muestra un sólido estudio psicológico de personajes qjue convierte "Abwege" en un viaje a la intimidad de dos almas que se atormentan.

Tengo que decir que he visto la película sin traducir ni subtitular y, sin saber alemán, Abwege consigue emocionarme con la carga de impotencia y frustración que transmiten los personajes protagonistas en su incapacidad para comunicarse como consecuencia de la monotonía y el aburrimiento que les devora en la esplendidez de su opulencia.

Todo se entiende perfectamente en "Abwege"... más bien se siente, convirtiendo al cine en ese lenguaje internacional de la imagen que le hizo llegar a ser el séptimo arte que todavía sigo creyendo que es.

Extraordinaria.


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