miércoles, diciembre 18, 2013

Cara de Angel

Antes de convertirse en uno de los productores y directores de referencia en la década de los sesentas dentro del cine comercial norteamericano, Otto Preminger filmó toda una serie de grandes titulos la mayor parte de los cuales se insertaban dentro del melodrama o el cine negro.

La mayoría de ellos rodados para la 20th Century Fox donde tenía mucho que decir Darryl F. Zanuck, otro de los grandes productores-autores de la última época de los grandes estudios y que fue el verdadero mentor y embajador del europeo Preminger en el desconocido Hollywood.

Uno de esos grandes títulos es sin duda "Cara de Angel", película que equidista del melodrama y el cine negro, los géneros favoritos del primer Preminger, y que nos cuenta una trágica historia de amor, muerte, posesión, celos y manipulación... casi nada.

Diane Tremayne es una niña rica que se enamora de Frank Jessup, un enfermero que acude en servicio de urgencias a atender a su accidentada madrastra.

Lo que nos cuenta "Cara de Angel" es los esfuerzos de Diane quien, por lo civil o por lo penal, intenta conseguir para si a los dos hombres que desea: su padre, un bondadoso y pusilánime escritor interpretado por el británico Herbert Marshall, y Jessup, un hombre fuerte y duro, absolutamente lo opuesto a su padre.

En la medida en que su buen saber y entender le permite, mezclando mentira con verdad, Diane intentará apartar a todas las mujeres que rondan a sus hombres y, siendo presa de su ambición, el fin justificara para Diane todos los medios empleados, incluyendo el asesinato.

No obstante, las circunstancias enfrentarán a Diane con su exceso, un exceso que le llevará a conseguir justo lo contrario de lo que deseaba desencadenando un trágico final que resume de manera bastante gráfica y definitiva el carácter impulsivo y, a su tranquila manera, loco de Diane.

Bajo la hermosa superficie casi marmórea de esa cara de ángel a quién Jean Simmons presta toda su belleza y talento, el espectador intuye todo un complejo entramado de necesidades y deseos, miedos y conflictos a duras penas resueltos que convierten a la bella Diane en un explosivo e incandescente peligro para todos los que la rodean... empezando por ella misma.

Sería difícil imaginar la película sin Jean Simmons, que realiza una de las interpretaciones más importantes de su larga carrera, encarnando con éxito ese difícil equilibrio inestable que la presencia de Diane en todo momento supone.

Sin parecerlo, desde su recato de niña bien, Diane resulta una mujer tan fatal para los hombres que la rodean como la más sofisticada de las vampiresas.

En definitiva, una obra maestra.









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