sábado, marzo 22, 2014

Aparajito

Tras "Pather Panchali", hermosa primera parte de la trilogía sobre la vida del joven Apu, el bengalí Stayajit Ray rodó en 1956 "Aparajito", la segunda entrega.

Y los excelsos estándares de calidad se mantienen.

Si en "Pather Panchali",Ray nos cuenta con su maravillosa caligrafía visual el despertar a la seriedad de la vida del niño Apu, una seriedad que implica la posibilidad de la propia muerte, en "Aparajito" Ray nos presenta un Apu adolescente, impulsado por la fuerza interna de decidir su propio destino.

Apu quiere estudiar, formar parte de la India moderna.

No siente ningún interés por prolongar la tradición familiar ocupando el lugar de su padre en las ceremonias y tareas que la rígida sociedad de castas atribuye a la casta superior, la de los brahmanes; tareas que por otra parte son causa fundamental de su pobreza y también de la propia muerte de su padre que literalmente fallece en las escaleras que conducen al sagrado Ganges en Benarés.

Este esfuerzo por estudiar, por separarse de la tradición familiar, desencadenará el drama que vertebra la historia de "Aparajito": la separación y el progresivo abandono de su madre cuyo recuerdo poco a poco va quedando ensordecido por los mil y un estímulos de la nueva vida que Apu empieza a llevar en Delhi.

Con su hermosa caligrafía precisa de siempre, una caligrafía que parece mostrarnos la propia vida, que resulta documental siendo esencialmente ficción, Ray nos narra con extraordinaria sensibilidad un cuento cruel que entronca directamente con la cotidianidad de la naturaleza.

El impulso de vivir que los jóvenes tienen dentro termina apartándoles de aquellos que les dieron la vida.

Y aunque el protagonista de la historia es Apu, lo cierto es que Ray se las arregla para construir dos personajes maravillosos de mujer: En "Pather Panchali", Durga, la hermana de Apu que encarna con bello dramatismo los conflictos de la rebelde adolescencia siempre debatiéndose entre realidad y deseo. En esta Aparajito, el personaje es la madre de Apu, aceptando con resignación la soledad a la que le conmina el deseo de estudiar que siente irreprimible su hijo Apu.

Quizás como ninguna otra película que recuerde, "Aparajito" conjuga el drama del sacrificio de las viejas generaciones en favor del deseo de las nuevas, un deseo en el que descansa la propia prolongación de la estirpe.

Fantástica.



No hay comentarios:

Publicar un comentario