miércoles, octubre 15, 2014

Oblivion

Hay una variante del gran producto industrial cinematográfico en la que brilla la puesta en escena, el diseño de producción, con la finalidad de mostrarnos un mundo.

No tiene por qué haber acción. Lo relevante es lo que se ve y el modo en que se nos muestra.

"Oblivion" es un buen ejemplo de este tipo de productos.

El mundo futuro en el que viven la pareja protagonista resulta fascinante y arrebatador, especialmente en la presentación de su vertiente tecnológica: espacios, utensilios, herramientas y máquinas son bellos y diferentes.

La primera parte de "Oblivion" en la que asistimos a la presentación de una situación, la que viven Jack y Beech desempeñando un trabajo de vigilancia de unas enormes plantas procesadoras de agua marina, en medio de una tierra deshabitada y agonizante resulta fascinante.

Otra cosa es cuando la historia cambia y sobre la presentación de esa situación la trama experimenta un giro no demasiado imprevisible de ciento ochenta grados con el que las cosas dejan de ser lo que parecen.

A partir de ahí, "Oblivion" se convierte en un fácil espectáculo de acción cuyo desencadenante es un proceso de redención por el que pasa Jack como consecuencia de descubrir la verdadera realidad de una vida que él sentía clara e incuestionable.

Elemento esencial de esa evolución y de ese descubrimiento será la llegada desde el espacio de una misteriosa mujer que hasta el momento sólo se le había aparecido en sueños.

Sin duda, la historia de amor que une a Jack con la misteriosa mujer se basta con su planteamiento más allá de la vida y el tiempo para que "Oblivion" no caiga demasiado bajo por su prosaica y previsible resolución en comparación con su poderoso y suntuoso comienzo.

El resultado final es una película entretenida, un producto por encima de la media en el que la estrella Tom Cruise encuentra un buen vehículo para seguir dando guerra.


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