sábado, diciembre 13, 2014

Exodus

En general, Ridley Scott nunca termina de hacer una película redonda.

Siempre que veo alguna de sus películas épicas, basadas en grandes temas y de larga duración, recuerdo a David Lean, un legendario compatriota suyo que tenía el don de hacer películas largas y redondas.

Está claro que, y siempre para mi gusto, Scott todavía está lejos de Lean.

Sus películas siempre tienen un bache narrativo, algún momento complicado en que la historia pierde el pulso. En este caso, en "Exodus", Scott espera al final para perpetrar un extraño batiburrillo en el que pretende contarnos en un par de secuencias todo lo que le sucedió a Moisés después de que las aguas del Mar Rojo se juntaran sobre el ejército del faraón Ramsés.

La historia pierde mucho gas por ahí, una vez que ha puesto toda la carne en el asador con la espectacular secuencia de unas aguas que remansan con el regreso de Moisés y los suyos al pueblo de su mujer Séfora, que parece tomarse muy a bien que después de diez años su marido llegue a casa con doscientos mil familiares a cenar.

En fin... La sonrisa de Maria Valverde puede con todo eso y más.

En cualquier caso, todo lo demás sobraba... si no quieres hacer una película de tres horas en lugar de la que has hecho. una película de dos horas y media.

Creo que el espectador se queda un poco frío con una película que hasta el momento funcionaba en su discurso entre épico y espectacular como en las mejores de Scott, pero "Exodus" comete el inmenso error de terminar de manera difusa, queriendo ir demasiado lejos, más allá de su propósito de volver a contar la historia de Moisés ahora que los efectos digitales lo permiten todo y especialmente el tema de las plagas y la movida acuática del Mar Rojo que son, no nos engañemos, los principales protagonistas de la película.

Un error grave para mi gusto porque un mal final puede lastrar una buena película mientras que un buen final puede arreglar una mala.

En cualquier caso, "Exodus" resulta entretenida y espectacular, consigue los objetivos que busca ofreciendo lo que el espectador espera cuando desesperadamente busca su butaca marcada de manera difusa en un entorno tibiamente iluminado.

Pero lo que para mi gusto es lo mejor es el hecho de imaginar a Yahvé, nuestro Dios, como líder de un movimiento terrorista de liberación nacional. Está claro que, entre que Moisés no existió y que la historia la escriben los vencedores (y nuestro dios por supuesto verdadero venció a los dioses egipcios un poco muertos ya), no nos ha llegado la percepción que los egipcios hubieran tenido de ese Dios chungo que se carga a todos sus primogénitos, algo que seguro que a Bin Laden le hubiera gustado hacer con todos los primogénitos norteamericanos en el hipotético caso de que Bin Laden fuese ese que dicen que es.

En fin... cosas mías.

Lo cierto es que "Exodus" es un espectáculo entretenido, a la altura de lo mejor que Scott ha hecho en su etapa de madurez como director de superproducciones épicas, fundamentalmente porque sus habituales errores de concepto y pulso narrativo se concentran al final convertidos en un pequeño jarro de agua fría que no termina de llevarse por delante el buen sabor de boca a espectáculo entretenido que la película trae consigo.

Poco más, porque olvidarla ya la he olvidado.


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