viernes, enero 09, 2015

Un toque de violencia

Sin duda lo más interesante de "Un toque de violencia" es el espacio donde sucede.

Se trata de una zona intermedia entre los dos paisajes que pueden resultar más familiares de la nueva China: el melodramático y atrasado campo y la moderna y complicada ciudad.

De algún modo, el director retorna a ese descampado tan frecuente al neorrealismo italiano en el que campo y ciudad se confundíian, generalmente para mal. Hablamos de un no lugar en el que la naturaleza se ve asaltada por monumentales obras públicas a medio terminar y enormes fábricas tendidas sobre la tierra enyermada como auténticos leviatanes. También hay tremendos rios que conectan arrabales de calles polvorientas con construcciones chabolistas nacidas al borde de las ciudades donde la interminable fiesta del capitalismo de consumo ya se celebra desde hace unos cuantos años.

En este escenario Jian Zangkhe nos presenta una narración en la que se suceden cuatro episodios protagonizados por personajes que progresivamente pierden el control cuando son puestos a prueba al quedarse a las puertas de esa fiesta.

El resultado final son situaciones de desesperada violencia infringida bien contra otros, bien contra ellos mismos, que, inevitablemente, nos muestran, como se suele decir, un retrato nada complaciente de la moderna China.

Y en cada episodio parece que Zangkhe toca un tema diferente siempre dentro de esa visión general desangelada que marca el tono narrativo del relato.

En el primero, claramente, el centro es la corrupción de las estructuras sociales y políticas que vertebran China. Protagonizado por un trabajador que reclama su parte de un negocio, una parte que le corresponde y que se le niega mientras otros se enriquecen.

En el segundo, para mi gusto, el tema es el desarraigo y la delincuencia como consecuencia de la perdida de un horizonte de valores y sentido. Protagonizado por vagabundo y pequeño delincuente al que seguimos a lo largo de su vida persona y "profesional"

En el tercero, la imposibilidad de la esperanza y las poco socialistas desigualdades hombre-mujer. Protagonizado por una recepcionista de un prostibulo de la que los hombres abusan, empezando por su amante que nunca se divorcia.

Y en el cuarto, el más interesante de todos, el perverso proceso de cosificación y alienación. Protagonizado por un adolescente al que seguimos en su difícil vida de esclavo asalariado.

A lo largo de la película algunas historias se cruzan con otras generando una ligera sensación de unicidad que no le viene mal a la película.

"Un toque de violencia" es muy sociológica pero también muy poética, a su manera deshábrida y malencarada, profundizando en un proceso de progresiva deshumanización que inevitablemente conduce a sus protagonistas a la desesperación que les lleva a reaccionar de una manera que les conduce inevitablemente a la destrucción.

La película tiene interés, pero, y como digo, predomina el efecto "cara nueva" de ver situaciones narrativas no demasiado novedosas en un paisaje hasta ahora desconocido para la mirada del espectador.

En China también hay crónicas de motel... pero, a su manera.

Interesante.


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