sábado, abril 18, 2015

49th parallel

La fructífera colaboración entre Michael Powell y Emeric Pressburger que les llevó a fundar su productora The Archers se fraguó en una serie de tres proyectos realizados durante la II Guerra Mundial y dedicados a reforzar la moral de los británicos ante el reto bélico.

En ellas, Pressburger construía la historia y Powell la ponía en imágenes repartiéndose como buenos amigos los roles de manera estable y hasta el final de su colaboración.

Para mi gusto, la mejor de todas ellas es la maravillosa "Coronel Blimp" (1943), pero ésta "49th parallel", que no había visto aún, no se queda demasiado atrás.

El titulo de la película hace referencia al paralelo que define la frontera entre los Estados Unidos y Canadá, seguramente la frontera colonial más larga del mundo trazada, trazada en un mapa, con lápiz y regla en alguna sesuda conferencia entre estados.

Frontera que en el año 1941 en que se filma la película todavía separaba la guerra de la paz, pues los Estados Unidos aún no habían entrado en la guerra.

Y si algo tiene esta "49th parallel" es la constatación del talento que Pressburger y Powell tenían para contar historias que siempre encerraban el titiñante brillo de algo especial. Si algo son las películas producidas por esta pareja de genios es diferentes por encima de las estructuras fijas que palntean siempre los géneros.

En este caso, y sobre un planteamiento de cine propagandístico, Powell y Pressburger se permiten convertir al enemigo en protagonista.

"49th parallel" no es otra cosa que una brillante e inteligente road movie en la que un grupo de marinos alemanes intentan llegar a los Estados Unidos por el territorio enemigo de Canadá. Procedentes de un submarino que la fuerza aérea canadiense derribará los marinos se verán obligados a un viaje desde el norte casi polar en un viaje en que se pondrá en cuestión, muy hábilmente, el espíritu y las ideas que animan a estos combatientes.

Los excepcional de la situación en que se encuentran las llevará a hacerse fuertes en unos planteamientos e ideales que serán cuestionados por el propio territorio, territorio que se materializa en una serie de personajes que salen al paso de los marinos a lo largo de su odisea. En este sentido, resulta inolvidable y fascinante la secuencia en que el jefe indio reconoce al marino alemán y lo delate.

Estos personajes además representan todos los estratos sociales y económicos de la sociedad canadiense y son interpretados por grandes actores británicos de la época como Laurence Olivier, que interpreta con divertido talento a un trampero franco-canadiense, Leslie Howard, Anton Walbrook o el canadiense Raymond Massey.

Todos tienen su momento y su monólogo para rechazar a un invasor que además se desacredita ante la mirada del espectador por sus propios actos, convertidos en unos fugitivos y criminales.

En definitiva, inteligente y brillante, además de magnificamente puesto en imágenes.

El sello que caracteriza la colaboración de Powell y Pressburger.

Brillante.

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