sábado, abril 04, 2015

Thrilla in Manila

No hay duda de que Muhamad Alí es uno de los grandes iconos del siglo XX tanto por lo que hizo fuera como por lo que hizo dentro del ring.

Fuera utilizó le repercusión pública que le daban sus éxitos dentro del ring para encabezar el desconocido movimiento opositor que dentro de la sociedad norteamericana reivindicaba un Estados Unidos más democrático en el interior y menos imperialista en el exterior.

Dentro, derrotando uno detrás de otro, usando no siempre métodos ortodoxos, a grandes campeones como George Foreman o Joe Frazier en enormes batallas épicas que Alí encauzaba desde la inteligencia y la estrategia,

De enorme estatura, por encima de los 1,90, Alí era un boxeador que destacaba por la rapidez y por la movilidad, algo inconcebible para los pesos pesados de la época. Su envergadura de btazos y su rapidez de piernas le hacían practicamente inalcanzable para el estándar duro y rocoso de los pesos pesados de la época, pero también nadie podía ganarle a corazón, lo que mantiene a muchos boxeadores en el ring, sin caer a la lona. Sólo así pudo sobrevivir a las batallas épicas que libró con Foreman y Frazer a principios y mediados de la década de los setentas del siglo pasado.

Foreman y Frazer le llevaron al límite y la grandeza de Alí está precisamente en sobrevivir a esos propios límites, aceptando el cuerpo a cuerpo que sus dos formidables enemigos le proponían.

Grandeza que su muestra en todo su esplendor en el magnífico documental "When we were kings" que relata el combate que Alí y Foreman llevaron a cabo en Zaire por el titulo de los pesados que Foreman había arrebatado a Frazier.

Allí, Alí derrotó a Foreman desactivando su pegada, la mejor arma de éste.

Ante el asombro de todos, Alí se dejó pegar en las cuerdas hasta que literalmente Foreman se agotó golpeandole. Algo imposible, inesperado. Una locura inimaginable porque la pegada de Foreman era letal.

En "When we were kings" aparece lo mejor de Alí, pero también lo peor, las continuas descalificaciones a sus contrarios que se convierten en el trigger principal que desencadenó la carnicería que fue el combate que Ali y Frazier libraron en Manila.

Foreman fue el tercero en discordia en una rivalidad que Ali y Frazier llevaron por la supemacía en los pesos pesados, pero era el propietario del titulo cuando el combate de Manila.

Frazer y Alí ya habían boxeado dos veces.

En el primer combate, en 1971, Frazier fue el primero en mandar a Ali a la lona aunque luego le ganase por puntos. Posteriormente, en 1973, Alí derrotó a Frazier a los puntos pero más claramente, pero lo más importante es que durante todo ese tiempo, Alí se dedicó a humillar a Frazer en publico con sus indiscutibles habilidades verbales.

No tuvo el menor escrúpulo en utilizar insultos racistas de todo tipo para Frazier, a quién consideraba un boxeador que los blancos promovían contra él que era un boxeador de los negros reventando para siempre una relación que empezó siendo de amistad y en la que Frazier llegó a ayudar económicamente a Ali en sus peores momentos, cuando el gobierno no le dejaba boxear por su oposición a ir a Vietnam; momento en el que Frazier era campeón del mundo.

"Thrilla in Manila" desmenuza la relación de amor odio que vivieron Frazier y Ali, resultando especialmente conmovedor para quien les escribe el odio que cuarenta años después el viejo Frazier, un hombre tan de una pieza como Ali, todavía alberga a éste.

En "Thrilla in Manila" puede verse lo peor de Alí, su mediática faceta de showman despiadado y los efectos que sobre sus rivales tenían los comentarios y declaraciones de un campeón que tenía línea directa con la opinión pública norteamericana.

Y el resultado es que un desahuciado Frazier se levanta de sus cenizas para, dispuesto casi a matarle, propinar a Ali la mayor paliza que hasta el momento un boxeador le había dado sobre un ring.

El combate de Manila le devuelve a Alí todo el mal que lanzó a Frazier durante años y fue un combate que Frazier estuvo a punto de ganar de no haberse quedado ciego del unico ojo que tenía operativo.

En Manila Frazier se retiró un segundo antes de un agotado y machacado Alí que por primera vez dio señas de debilidad, un Alí que posteriormente reconoció todo el mal que había hecho a Frazier sólo por promocionar los combates que ambos libraron.

"Thrilla in Manila" es un documental magnífico que nos habla de que existe lo imperdonable,

A veces el perdón encierra una falta de autoestima que los poderosos y los malvados agradecen, pero poderosos hombres íntegros como Frazier nos recuerdan que no hay que vender barato el perdón.



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