sábado, mayo 02, 2015

En toda sociedad hay cosas que no se intercambian, pero la lógica del intercambio es voraz y tiene a dominarlo todo:

“Al dejar los objetos sagrados fuera de su campo de análisis, Mauss pudo crear, sin quererlo, la ilusión de que el intercambio era la esencia de la vida social. De este modo, abría una senda que prolongaría Lévi-Strauss, quien por su parte simplificó aún más las cosas en la célebre fórmula donde reducía la sociedad a un triple intercambio de mujeres, de bienes y de palabras. De hecho, como intentaremos mostrar más adelante, los intercambios, sean cuales fueren, no agotan e! funcionamiento de una sociedad, no bastan para explicar la totalidad de lo social. Junto a las «cosas», junto a los bienes, servicios y personas que se intercambian, se encuentra todo lo que no se dona y no se vende, y que es igualmente objeto de instituciones y de prácticas específicas que constituyen un componente irreductible de la sociedad como totalidad, contribuyendo igualmente a explicar su funcionamiento como un todo. Eso nos conduce a tomar ciertas distancias… No obstante, lo que Mauss observó con claridad fue que, una vez desencadenada la lógica del potlatch, una vez se pone en marcha un sistema de dones y contradones agonísticos que integre a la mayoría de los grupos que componen una sociedad, nada parece poder detenerlo. Poco a poco, todo se convierte en un pretexto para el potlatch: la vida, el matrimonio, la muerte, etc. Cada don plantea y presupone otros dones, y éstos se suceden y engarzan en un movimiento que parece bastarse a sí mismo, sin comienzo ni fin.”

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