sábado, febrero 06, 2016

The ravenant

Como Paolo Sorrentino, el mejicano Alejandro González Iñarritu es otro que tal baila.

No se si Iñarritu tiene tanta capacidad como el italiano para producir imágenes nuevas, pero desde luego los dos coinciden en buscar una manera diferente de narrar sus historias.

En "The Ravenant", Iñarritu no sólo propone un regreso al poder arrasador desde lo meramente visual y estético de la imagen mostrada desde el gran formato sino también, y fundamentalmente, propone una manera diferente de narrar recurriendo a una cámara aérea que, como un reportero incrustado dentro del relato, se mueve sobre el espacio en busca del detalle esencial.

La escaramuza inicial entre tramperos e indios es un magnífico ejemplo de esta manera de contar en el que el espectador. del mismo modo que los personajes, en ningún momento está por encima de la situación en que se encuentra.

Así, la narración se carga y magnetiza con un valor de experiencia, de inmediatez que convierte a lo de siempre, lo que hemos visto cientos de veces en algo diferente,

Esto es innovación y no tengo la menor duda de que procede del mundo de los juegos sobre plataforma.

A mi entender, "The Ravenant" tiene bastante del espíritu atropellado e intenso de los juegos en primera persona en los que uno está dentro de algo, no sabe lo que va a pasar ni por donde van a venir las tortas.

Y esto es un dato interesante porque, rebasado por los juegos como principal fuente de entretenimiento, el cine reconoce esa supremacía y toma prestados algunos elementos que convierten para los usuarios la experiencia del juego en algo atractivo e interesante.

Por todo esto, y en cualquier caso, "The Ravenant" es una película brillante, llena de interés, que con mucho talento se las arregla para contarnos una historia de venganza que todos ya hemos visto cientos de veces.

Y este es el principal logro de Iñarritu: hacernos ver lo de siempre como si lo viéramos por primera vez.

Bien es cierto que ese núcleo de venganza se encuentra magníficamente bien envuelto en el papel celofán del magnífico escenario natural que es la Luisiana francesa o lo que es lo mismo toda la parte central de los actuales Estados Unidos y un escenario histórico, principios del siglo XIX, no excesivamente tratado en el cine que siempre ha preferido el lejano Oeste.

Todo esto suma, acumulando el interés en el espectador ante un producto inteligente e innovador, magnificamente construido, como si Apple hiciese películas.

Además, el siempre comprometido Iñarritu se las arregla para aparecer mostrándonos un sólido e integro retrato de los indigenas hábilmente contrapuestos al retrato de un hombre blanco representado como bestial y feroz, impulsado por los más bajos instintos, convertido en el verdadero salvaje de esta historia.

Y aunque quizá sea un poco maniqueo me gusta y me gusta sencillamente porque creo que es así y aún lo sigue siendo.

En este sentido, y aunque se muestre de manera transversal y sobreentendida, también me ha interesado ver al hombre blanco convertido en la verdadera bestia de esta y todas las historias.

Por todo esto, "The Ravenant" también tiene su fondo, su corazón que expresa de manera sutil, entre las líneas del texto que componen sus planos e Iñarritu se las arregla para mantener su espíritu de denuncia, casi siempre en defensa de lo indígena, una de las principales victimas de nuestra opulencia.

En cualquier caso, y con independencia de que creas si somos los buenos o los malos en esta gran tragedia en que poco a poco estamos convirtiendo nuestra historia, "The Ravenant" es una magnífica película.

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