miércoles, noviembre 20, 2013

EL PROCESO

Hay dos dimensiones fundamentales en la personalidad del genial Orson Welles.

Por un lado su más que evidente e incuestionable genialidad y por otro la también más que evidente e incuestionable necesidad de escenificar esa genialidad.

Como se dice que Julio César decía de la mujer romana, para Welles no era suficiente con ser un genio también era esencial parecerlo y en este sentido todo lo que rodea a este genial creador está cargado de un planteamiento excesivo que es un elemento esencial del sello de denominación de origen de la marca Welles.

El barroquismo que rodea a Welles, la sofisticada puesta en escena que hacía de sí mismo y de sus proyectos, la elaborada composición de cada plano, los complejos y heterodoxos tiros de cámara tienen para mi su origen en una inevitable necesidad de epatar, en una ineludible obligación de estar a la altura de una leyenda propia que convertía el talento no en un medio sino en un fin.

En este sentido cada obra de Welles es un elemento más de un discurso poderoso y flamboyante que siempre connota de manera intencionada el perfume de la genialidad, una genialidad que -y esto es lo mejor- no es mera pose sino que está dotada casi siempre de un contenido a la altura de la propuesta.

La humildad es algo ajeno a Welles.

Teniendo todo ésto en cuenta hay que decir que, siendo mal pensados, el principal atractivo que ese enamorado del gran teatro Shakesperiano que fue Welles encontrase en la humildad crítptica de Kafka tiene más bien que ver con el hecho convertirse en una oportunidad para demostrar esa genialidad una vez más.

Con independencia de unos incuestionables valores literarios de la historia, Welles encontró un nuevo reto para probar la musculatura de su genialidad en el hecho de adaptar al mundo de las imágenes en movimiento una obra tan difícil como es "El Proceso".

Obra inconclusa, fragmentaria y compleja, "El proceso" es una novela a medio terminar, con algún que otro cabo suelto que, sin embargo, se las arregla para conectar con aspectos esenciales de nuestras sociedades capitalistas y burocráticas modernas.

Lo absurdo de la situación que describe se combina con lo deslabazado que aportan las narrativas inconclusas, los personajes que van y vienen, que aparecen y desaparecen para constituir un "totum revolutun" que transmite el preciso sinsentido,en fondo y forma, para ser entendido como propuesta.

Aquí, el genio Welles encuentra un nuevo reto. Como teñir de rubia a Rita Hayworth o hacer teatro dentro del cine o ser mas shakesperiano que el propio Shakespeare, Welles encuentra en "El Proceso" una nueva oportunidad para superarse y demostrar su genialidad, oportunidad que una vez más vuelve a superar con ese enorme talento que Welles tenía para construir imágenes desde una heterodoxa sensibilidad para el encuadre.

Y aunque ese autodestructivo juego de forzar los propios límites (y los de sus productores) terminase acabando con él, Welles trata a Kafka de tú a tú y consigue salirse con la suya realizando una adaptación modélica de la obra del escritos centroeuropeo que está entre lo mejor de su variopinta y siempre interesante obra.

En "El proceso" de Welles, Joseph K. se nos muestra tan indefenso y vulnerable como en el texto, constantemente expuesto al rigor absurdo de un poder omnímodo que, recordando a Foucault, en la aparente locura de su capricho muestra la rigurosa realidad de su dominio absoluto.

Como escribía el gran filósofo francés, el verdadero poder es anárquico y desordenado, absurdo y caprichoso, una falta de rigor consecuencia de no tener que dar cuenta de sus actos a nada ni nadie que esté por encima de él.

El sentido no es necesario cuando uno no necesita explicarse.

Entonces, basta la simple voluntad cuyos designios parecen absurdos a quienes los padecen... y quizá no sólo lo parezcan, probablemente lo sean.


domingo, noviembre 17, 2013

HELL ON WHEELS

De no ser porque se trata de un acontecimiento histórico y el ferrocarril transcontinental que cruzaba los Estados Unidos de costa a costa terminó construyéndose en 1869 con el encuentro en Utah de las cuadrillas de las dos compañías, uno pensaría en el final de la tercera temporada de "Hell on wheels" que la cosa está muy chunga.

Los problemas se acumulan a nuestro héroe, el macho alfa Cullen Bohannon. Tan pronto tiene que vengar a los asesinos de su familia o defenderse de aquellos que buscan venganza como consecuencia de su venganza, como tiene que enfrentarse a los indios o evitar que sus hombres mueran de sed o malaria en la pradera o defenderse de los fanáticos mormones o poner en orden entre la diversidad de credos y razas que componen sus trabajadores o enfrentarse en las luchas de poder por el control accionarial de la compañía o resolver las mil y una consecuencias de los turbios manejos en los que el ambicioso y corrupto Thomas Durant está implicado.

Hay de todo.

Si hay alguien que no se aburre es nuestro amigo Bohannon.

Pero yo tengo que confesar que cómodamente sentado en mi sofá me he aburrido un poco.

La serie empieza bien, pero, y para mi gusto, sigue una trayectoria contraria al sentido común narrativo. En lugar de una trayectoria ascendente comme il faut, la trayectoria es descendente. Los guionistas no terminan de saber resolver con acierto las diversas situaciones que plantean produciendo una sensación general de anquilosamiento y de repetición que termina por restar interés a esta tercera temporada de "Hell on wheels".

Decepcionante.

Innisfree

En 1888 el gran poeta irlandés Yeats publicó un poema llamado Lake Isle of Innisfree en el que expresaba con su habitual melancólico sentido de la belleza el deseo de regresar a un lugar paradisiaco, convertido en la encarnación ideal del hogar, del lugar al que regresar.

Imagino que en el brumoso y cosmopolita Londres victoriano, Yeats idealizaría su Irlanda natal convirtiéndola en una arcadia de paz y tranquilidad, lo opuesto a la diaria lucha por la supervivencia en la por entonces capital del mundo.

Y del mismo modo que Yates muchos irlandeses, que siempre fueron pobres pero cultos, entendieron este poema del mismo modo, haciéndolo suyo como una especie de segundo himno de una nación que fue patria de emigrantes por antonomasia.

Formando parte de esa corriente migratoria que llevó a muchos irlandeses a los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX, llegaron los Feeney a Maine. Uno de sus hijos, John Pactrick, acabaría siendo John Ford, uno de los más grandes directores de la historia del cine.

Como buen emigrante irlandés, Ford siempre tuvo un lugar en su corazón para la tierra de sus padres, llegando a rodar varias películas, no demasiadas dentro de su filmografía extensa, que sucedían en torno a Irlanda: "El Delator" (1935), "La osa mayor y las estrellas" (1936), "El hombre tranquilo" (1952) y "La salida de la luna" (1957).

Incluso la enfermedad le impidió terminar una quinta, "El soñador rebelde" (1965), basada en la vida de Sean O'Casey, dramaturgo irlandés autor de la pieza "La osa mayor y las estrellas" que Ford llevó al cine en la década de los treintas. Terminada por el director de fotografía Jack Cardiff y que pareció ser el último trabajo de Ford durante un tiempo, hasta que volvió para rodar la floja "Siete mujeres" en 1966 que fue su último trabajo.

En cualquier caso, y en la cima de su éxito, Ford decidió rodar sobre Irlanda una de esas películas pequeñas que él siempre gustaba de rodar con sus amigos. Se trataba de proyectos más personales realizados para productoras más pequeñas como la Republic o, como en el caso de "El hombre Tranquilo" una productora propia como la Argosy.

Y el punto de partida sería el melancólico regreso a Innisfree de uno de sus hijos cansados de luchar en el ancho y ajeno mundo, Sean Thornton.

De todo punto, me parece que "El hombre tranquilo" resulta troncal dentro del imaginario fordiano y lo es por varias razones, la principal de todas ellas es la puesta por obra del lugar para esa comunidad de buenos seres humanos, pese a sus defectos y gracias a sus virtudes, que siempre se transparenta en todas las obras de Ford.

Toda la sangre noble de esos personajes ha salido de Innisfree, arcadia comunitaria y santuario por antonomasia que se convierte en el centro del imaginario personal de Ford, personificando la imagen idealizada de la Irlanda de sus ancestros, pero también siendo la mejor expresión de esa comunidad de individuos que, como escribo, Ford siempre expresa a lo largo de todo su cine.



Todo viene de Irlanda para Ford, su cuerpo y su mente, y hacia allí se dirige Jose Luis Guerin en 1990 con su cámara. Y para ello regresa al pueblo de Cong y sus alrededores, en la provincia de Connemara, lugares que prestaron su fisicidad al maestro para que este construyera su particular visión de ese Innisfree que cada irlandés soñó con añoranza siempre lejos de su tierra.

Pero lo mejor del documental de Guerin no es filmar lo que queda de ese espíritu, sino recuperarlo y enfrentarlo en toda su intensidad.

En este sentido, su documental funciona a dos niveles.

Uno melancólico y rememorante en el que la camara se pasea por los lugares que fueron localizaciones de la película y en el que también jovenes y viejos, participasen o no, reconstruyen a través de la memoria las vicisitudes del rodaje.

Otro no menos melancólico, protagonizado por la estudiante que regresa de Londres a ese Innisfree que se vuelve real para ella. Allí encontrará para su cansancio la misma tranquilidad y paz que Sean Thornton encontró, convirtiéndose incluso, y por necesidades del propio documental, en un improvisado trasunto de la Mary Kate Danaher, que encarnase Maureen O`Hara en la película de Ford.

Su reeditado y mágico paseo con las ovejas por los verdes prados de Innisfree volverá a despertar el corazón de un joven de la localidad

Y en este sentido, Guerin convierte su documental en un hermoso y sentido homenaje al maestro John Ford transformando ese regreso de Sean Thornton en un mito en un eterno retorno de los hijos desperdigados por el mundo a un hogar que siempre los espera y los esperará para ofrecerles el escenario y el momento para entrar en contacto con lo mejor de sí mismos.

Desde su eterna condición de mito, Innisfree siempre espera para abrazar a los que regresan convertido en una suerte de estado de alma que como Brigadoon, otra leyenda irlandesa, el pueblo que aparece y desaparece, se materializa ante los cansados ojos del viajero para portegerle de los rigores del mundo.

En este sentido, "Innisfree" profundiza de manera inteligente, hermosa y brillante en la poco trabajada mitología de la emigración construida en torno a la esperanza por lo que espera al otro lado del horizonte, la melancolía por el hogar que queda atrás y el eterno retorno de los que se fueron al fuego que siempre les espera encendido, tal y como lo dejaron al marchar.

Innisfree como utopía, como lugar de escape al mundo sin escapatoria que poco a poco está construyendo la globalización en torno a nosotros para atraparnos para siempre mientras el planeta aguante en el consumismo.

El regreso a la comunidad y al pasado como única posibilidad de escape. Por primera vez en siglos el futuro empieza a ser un lugar al que debemos negarnos ir, porque ellos ya nos esperan allí.

Con la modestia de uno de los personajes de Ford, "Innisfree" es una de las grandes obras cinematográficas de nuestro cine español.

Incluso yo, que no he tenido hogar, he soñado alguna vez con la Irlanda de Innisfree.

Obra maestra.



sábado, noviembre 16, 2013

El juego de Ender

Publicada en la década de los ochentas, ganadora de los premios más prestigiosos de la ciencia ficción, el Hugo y el Nebula, "El juego de Ender" fue en su momento todo un acontecimiento literario.

Su autor, mormón y más que conservador, Orson Scott Card -un tipo por el que no se si estaría dispuesto a morir para defender que pueda expresar sus ideas- construyó un planteamiento narrativo más que inteligente.

Sobre el imaginario de la literatura infantil, esa literatura infantil que contrapone el mundo de los niños al de los adultos mostrando la necesidad que el segundo tiene de la excepcionalidad del primero, Card superpuso una capa que, con intuición visionaria, invocaba el incipiente imaginario de los juegos de ordenador.

La fantasía se realizaba.

La verdad virtual del juego se convertía en real y el aparentemente inocente e improductivo juego se convierte en la mejor y más eficiente manera que los adultos encuentran para resolver problemas acuciantes y reales, en este caso, enfrentar una invasión extraterrestre por parte de unas criaturas insectoides llamados buggers.

Y nadie como los niños para jugar.

De este modo la realidad del niño habitualmente despreciada por el mundo de los adultos se vuelve precisa y esencial, teniendo éstos que recurrir al humillante acto de acudir a aquella.

El talento de Card hace el resto: las dos capas conviven, se entrelazan, se apoyan y en definitiva se suman para producir un artefacto narrativo eficaz cuyo éxito entre varias generaciones de adolescentes (y no tan adolescentes) se prolonga hasta nuestros días... en unos de los cuales se decidió realizar la adaptación cinematográfica de la novela.

Y lo mejor que se puede decir de esta película es que respeta lo suficientemente ese artilugio narrativo como para trasladarlo casi intacto a imágenes.

El resultado es un producto compacto, sin fisuras, narrativamente correcto que, como la novela, se sigue con el suficiente y preciso interés.

Ender vuelve a convertirse en un héroe, virtual portador del punto de vista del adolescente frente a un sombrío universo de adultos que le utilizan con extrema crueldad para conseguir sus propósitos, unos propósitos oscuros basados en un no demasiado correcto entendimiento de lo que realmente pasa.

Más o menos lo que todos hemos pensado alguna vez ante las incomprensibles e inapelables decisiones de nuestros padres.

Y dejando galaxias e insectívoros aparte, si algún valor tiene "El juego de Ender" es mostrar como ninguna obra que conozca el modo en que los adolescentes ven a los adultos encarnados en la figura paterna del Coronel Graff (infexible y severa, muy influida por las necesidades de la realidad externa) y la materna del Mayor Anderson (comprensiva y emocional, pero siempre cediendo ante los motivos del padre basados en las necesidades y constricciones de una realidad vivida como amenaza)

Convirtiéndose en peón de una realidad que Graff y Anderson construyen, Ender actuará en contra de su naturaleza, una naturaleza que le dice que esos insectívoros, como esas malas influencias con respecto a la paz del universo familiar llamados amigotes, no son tan malos.

Y al final defender la tierra no es otra cosa que defender la familia... pero hablamos de esa familia conservadora y patriarcal en la que el padre infringe siempre dolor con gran dolor de su corazón, siendo timidamente cuestionado por una madre que, dudando entre el afecto hacia el hijo y los autoritarios dictados del padre,  al final siempre termina aceptando el punto de vista de aquel, traicionando una vez más al Edipo adolescente.

Todo muy pequeño burgués.

Pero, y aunque en el fondo hay una enorme e inmensa mierda, Card se las arregla para envolverla en un rutilante celofán galáctico que hace que su basura ultraconservadora tenga un pase... pero sólo uno; un celofán que la película de Gavin Hood tiene la enorme inteligencia de respetar.

La película favorita de la niña de Rajoy.


jueves, noviembre 14, 2013

Una cuestión de tiempo

Se deja ver bien la última película de Richard Curtis, pero hasta un cierto momento. Luego, no me produce otra cosa que rechazo.

El indudable talento del neozelandés para abordar con inteligente desenfado un genero habitualmente ñoño y repollesco vuelve a brillar en una historia que se basa en un tema de moda en el imaginario cinematográfico de nuestro momento: los viajes en el tiempo.

En concreto, Curtis, que como no podía ser de otra forma también ha escrito la película, nos cuenta la historia de Tim, un joven que descubre a través de su padre (interpretado por el gran Billy Nighy con su habitual actitud de desenfado beatnik) que los hombres de su familia pueden viajar en el tiempo.

Y la cosa tiene gracia mientras se mantiene en la anecdota, es decir, en el modo en que Tim se las arregla para utilizar ese superpoder para conseguir conquistar la sonrisa de Mary (Rachel McAdams).

Hasta ahí bien.

Curtis da otra exhibición de su talento para construir personajes estereotipicos atractivos y, desde la inteligencia, construir situaciones con personalidad diferenciada, que siempre tienen algo de distinto y diferente, flotando siempre entre la sonrisa y la ternura.

Aspecto que sin duda está en la base de su éxito.

Otra cosa es cuando la historia abandona la anécdota para situarse en una categoría bastante inquietante.

Porque uno tiene la sensación que Curtis ha decidido volverse coach de prime time, derivando la historia a una especie de barato tratado aterrador de autoayuda sólo apto para cabezas huecas en el que la alegría es malentendida y sobrevalorada, como casi siempre es, en tanto que sentimientos como la tristeza o melancolía son interpretados de manera restrictiva y negativa, como siempre son.

Un horror... pero, y por otro lado, nada nuevo bajo el sol en esta loquilandia nuestra de cada día.

Viendo "Una cuestión de tiempo" no me queda la menor duda de que al cine de Richard Curtis no le viene bien tomarse demasiado en serio.

Esta deriva hacia la búsqueda del sentido de la existencia es, por otra parte, contradictoria con el planteamiento desenfadado que su cine siempre presenta del laberinto de lo sentimental, característica que como comento es una de sus principales virtudes.

Y en este sentido me resulta absolutamente estomagante la felicidad que alcanza su personaje protagonista abrazando encantado la mediocridad del estándar de vida medio de la Europa del consumo.

En cualquier caso, y siendo positivo, "Una cuestión de tiempo" resulta entretenida, uno se entretiene con las ideas y venidas en el tiempo de Tim en busca de la perfección en su relación con Mar, pero, y como digo, sólo hasta cierto punto.

Un poco más adelante de la mitad de la duración de la película, cuando el chico consigue a la chica y empiezan a llegar los hijos, Tim pierde el oremus convirtiéndose en un absurdo y pesado predicador de la inanidad. A partir de entonces la historia empieza a apestar a una suerte de siniestra moralina bien pensante que a mi me llega hasta asustar con su discurso totalizante y previsible de ppt spameada en correo electrónico acerca de la felicidad.

Ese discurso tan masivo y plano en favor de la felicidad, la felicidad del esclavo, es demasiado para mis oidos.

¡Pero qué diablos nos cuentas Tim!

Entretenida... hasta que llega la seriedad como casi siempre mal entendida.




domingo, noviembre 10, 2013

Y al final la nostalgia era ésto:
Un desvelado hatillo de carne y hueso
apresuradamente improvisado
en torno a un cigarrillo que se consume,
sorprendido por la arrasadora luz del día
en el laberinto de la oscuridad habitual
ante la radical indiferencia azul del mar.

THE DEVIL & DANIEL JOHNSTON

Es un tema interesante el de la locura.

Territorio incierto en el que psicología, sociología, medicina y poesía se entrecruzan para componer un paisaje cambiante en el que tiene mucho peso el punto de vista.

La tensión es evidente.

Por un lado, la que ejerce el orden social buscando siempre la conformidad de los individuos que forman parte de él, incluyendo la definición de un criterio de normalidad como parte esencial del mantenimiento de aquel. Sobre ésto ha escrito mucho el filósofo francés Michel Foucault: el poder no sólo determina lo que es justo y lo que es verdad, sino también lo que es normal.

Para todo colectivo es esencial para el buen funcionamiento y la convivencia del grupo la sintonía de todos sus miembros en torno a un similar criterio de lo que es justo, lo que es cierto y lo que es normal.

La estabilidad es fundamental para la construcción y para que aquella exista las normas deben abarcar el más amplio rango de posibilidades. Las excepciones deben ser tales.

Pero, y de la mano de las excepciones, viene el otro elemento fundamental de la ecuación: el cambio social.

La excepción abriendo un nuevo universo de sentido que compromete la aspiración a la totalidad que encierra todo orden instituido y convirtiéndose en un terreno magmático y rebaladizo donde sucede la lucha por el control de la verdad en la que todo orden instituido como sistema vivo que es intenta prolongar su supervivencia todo el tiempo que su poder y el poder de su contrincante se lo permiten.

Es en este terreno fronterizo donde asientan sus raíces conceptos tan variados como la heterodoxia, la herejía, la locura; conceptos que tienen en común su falta de alineación con lo que en cada orden social se define como normal y que son portados por individuos que tienen otras ideas, que exhiben otras actitudes, que desean otras cosas muy distintas a las que piensan, muestran o desean la gran mayoría de los habitantes de un determinado orden social.

En este escenario, el concepto de locura ocupa un lugar extremo: extremo por lo soportable que resulta esa actitud diferencial para el orden social (el individuo deja de ser funcional/utilizable/insertable para el sistema) y para el propio individuo (hay un grado de desestructuración en el modo en que el individuo procesa esa diferencialidad que la convierten en excesiva incluso para él mismo).

Este es un terreno complejo lleno de matices en el que resulta casi siempre imposible encontrar una causa única... salvo para el poder que, como Foucault sostiene, puede decidir unilateralmente lo que es normal y lo que no.

Es por ésto que en este terreno en el que lo analítico choca con la complejidad esencial de esa totalidad que llamamos "vida", el poder ha encontrado otro arma de sometimiento encerrando en el psiquiátrico a quienes se le oponían de una manera estructurada, recordemos el modo en que la Unión Soviética usaba los psiquiátricos o la manera en que el capitalismo de consumo usa la psiquiatria para resolver las abolladuras que produce en los individuos que lo padecen creyendo que lo disfrutan, pero tampoco es menos cierto que esa diferencia puede ser directamente desestructurada, un puro sin sentido consecuencia del exceso en la desgracia, del desgaste de una personalidad demasiado débil como para soportar la diferencia de una manera estructurada.

Y si algo tiene de interés "The devil & Daniel Johnston" es precisamente la puesta sobre el tapete de todos estos elementos mostrándonos ese "desastre personal" llamado Daniel Johnston.

Entrenados para encontrar causas iniciales, fundamentales, nuestros ojos son incapaces de percibir un sentido en un sinsentido que sin embargo nos muestra una verdad con arrasadora naturalidad: la verdad de la complejidad de las cosas que nos atañen.

Esa complejidad que los griegos llamaban destino y que con nuestra entrenada necesidad de encontrar causas únicas somos todavía más incapaces de comprender.

La verdad de una vida extrema en la que se manifiestan las intrincadas relaciones clientelares que sostienen el azar y la necesidad, sin que sepamos tampoco discernir la parte que le corresponde al uno y al otro.

Y seguramente quizá en eso que llamamos locura se manifieste con mayor intensidad esa insoportable levedad de nuestro ser, una levedad que nos acompaña como nuestra sombra, convertida en un incómodo compañero en nuestro también inevitable viaje hacia la construcción de la solidez de un sentido, un sentido que precisamente por el esfuerzo que nos supone encontrarlo tiende a parecernos definitivo y único.

En el complejo concepto de la locura, con todas sus extensiones y derivaciones, subyace esa duda que es un abismo negro en el que esos a los que llamamos locos les precipitamos, quieran o no, o, sencillamente, se precipitan.

Imprescindible.


viernes, noviembre 08, 2013

THOR. El mundo oscuro

Esta vez el cóctel se puede beber.

La emocionalidad repartida con criterio a lo largo de la historia, los diferentes scripts narrativos combinados con un cierto sentido, la transición entre uno y otro bien hurdida... Y el resultado es un cierto entretenimiento. No un entretenimiento complejo y sofisticado, que apele y seduzca al pensamiento sino un entretenimiento básico y primario, basado en la acumulación de colores, sonidos, efectos y formas, muy próximo a una atracción de un parque temático o a esas luces que se proyectan en el techo para que los niños pequeños se duerman y dejen de romper las pelotas.

No es mucho, pero suficiente comparado con otros productos que estos ojos que se comerán los gusanitos, si es que no los devora el fuego, han visto.

Esta vez el programador de historias que ha creado este producto llamado "Thor. El mundo oscuro" ha producido algo que, por lo menos, evita que me pregunte con melancolía qué diablos hago en esa sala oscura, ante esa pantalla que más parece un baratillo de imágenes que un museo de irrepetibles iconos que quedan grabados a fuego en la mente.

Nada nuevo bajo el sol, pero lo previsible lo es de manera equilibrada y razonable.

Los elfos oscuros quieren recuperar un universo primigenio de oscuridad que les fue arrebatado por el padre de Odin tras una de esas guerras milenarias que solo en la mitología se pueden librar. Por supuesto, nadie de los que estábamos en la sala tenía la menor duda de que, sucediera lo que sucediese, el musculoso marido de Elsa Pataky iba a impedírselo.

Lo que hay entre uno y otro momento no es demasiado difícil de imaginar, una convencional línea recta narrativa... eso sí, hecha con buen pulso.

Hay productos y también productos... y Thor está dentro del primer grupo... o del segundo... No sabría decirlo.

Aceptable.


domingo, noviembre 03, 2013

STRANGER THAN FICTION

Antes de convertirse en un eficaz filmador de películas evento ("Guerra Mundial Z" o "Quantum of Solace"), Marc Forster firmó alguna que otra interesante película, desde la tensa "Monster's Ball" hasta la delicada "Finding Neverland", pasando entre otras (no demasiadas tampoco) por ésta más que interesante "Stranger than fiction" en el año 2006.

En un lugar donde se interceptan lo fantástico con la comedia romántica, habita esta historia que, si algo cierto puede decirse de ella, es que ofrece al 100% lo que su título presenta.

"Stranger than fiction" es la historia de Harold Crick (Will Ferrell), un anodino funcionario del tesoro norteamericano, que un día descubre que es el personaje de ficción de una historia que escribe la conflictuada escritora Karen Eiffel (Emma Thompson). Crick no sólo descubrirá tan estrambótica verdad sino también cobrará conciencia de que al final de la historia le espera la muerte. 

Dejando de lado la parte de la comedia romántica que tiene un planteamiento bastante convencional con todo ese rollo del descubrimiento del valor de la propia existencia a través del amor que otros sienten por uno (y tal y esas cosas), "Stranger than fiction" es un divertido ejercicio de locura que seguramente el propio Buñuel habría disfrutado.

Por así decirlo, el anodino estándar vital que representa Crick deviene en modelo para el ejercicio de ficción y esa ficción que la escritora crea vuelve a Crick como una especie de eco que le pone en vías de entender lo inauténtico de su existencia.

Por obra y gracia de las posibilidades narrativas del género fantástico, entre realidad y ficción, se abre un agujero de gusano que interconecta ambos ámbitos.

Y resulta especialmente divertido el modo en que Crick empieza a ser consciente de que su vida está siendo narrada... precisamente porque escucha una voz femenina que en off va narrando exactamente las cosas que él está haciendo.

También tiene su punto el hecho de que Crick no recurra a un psiquiatra sino a un sesudo profesor de literatura que Dustin Hoffman interpreta con su habitual talento.

En definitiva, todo este mecanismo narrativo resulta ingenioso y hace que la película sea entretenida y sorprendente, aunque como digo la parte de la comedia romántica con su cerrada fórmula magistral de repertorio no esté a la altura del nivel de creatividad que ofrece la película en su planteamiento inicial contaminando de una cierta obviedad inevitable su resolución.

Pero, y en este sentido, la propia historia remonta en su final proporcionando un bastante convincente argumento en favor de esa obviedad.

"Más extraño que la ficción" es el complemento perfecto para un programa doble con la inolvidable "Atrapado en el tiempo". Ambas películas comparte el mismo espíritu, su misma explotación acertada de las posibilidades del género fantástico para aportar valor a los esquemas más convencionales de la comedia romántica. Y si la una juega con la eterna e imposible repetición de un mismo día, la otra juega con la reveladora y no menos imposible confusión de la realidad con la ficción. Todo por el bien de sus protagonistas que van a necesitar mucho más de lo habitual para conseguir a la chica.

Divertida.





viernes, noviembre 01, 2013

Todo lo que no puedes controlar,
Todo lo que te contradice e interpela,
Lo que se acaba,
Lo que  termina,
Lo que se hace esperar,
Lo que no llega...
Pero también todo lo extraño,
Lo ajeno.
Lo que no nos escucha.
Lo que nos desobedece
y se empeña en negarnos
ese plan nuestro de cada día,
tan esforzadamente urdido
con delicadas fibras de sueño
y resistentes hebras de pensamiento.
La constante negación
de esos en mayor o menor medida
pacientes esfuerzos,
La vida misma.
Ese indomable animal salvaje
que jamás descansará
en el final de cada día
mansamente enroscado a los pies
del conquistado trono
de  nuestro plácido y efímero concierto.

TIERRA PROMETIDA

Me gusta "Tierra Prometida"... Bueno... Me interesa más que me gusta, fundamentalmente por que su historia expone unos cuantos temas interesantes, temas que inciden sobre una serie de aspectos esenciales que acotan el misterio de nuestro loco mundo moderno.

Aunque parezca un contrasentido nadie ha definido el sentido que tiene el dinero como Marx en el capítulo 3 de El Capital, esa obra tan denostada por un mundo que ya lee con pereza hasta los pies de las fotos.

En cualquier caso, no es un tema demasiado complejo.

El dinero es una expresión del valor que tienen las cosas dentro de las relaciones de intercambio en las que entran las personas que necesitan esas cosas. No es más que una convención construida socialmente para expresar otra convención: el valor que decidimos que una cosa debe de tener.

En este sentido, el dinero es un medio, no un fin. La finalidad real es la necesidad que determina el uso que queremos dar a esa cosa.

Pero la sociedad en que vivimos ha construído su basamento en una perversión esencial de esa estructura fundamental.

Ahora, en nuestros convulsos tiempos opulentos, el capitalismo de consumo ha conseguido que el uso se convierta en un medio para procurar un fin, que es el intercambio, la monetización de esa necesidad. Las necesidades se crean cuando no existen (para que existan) y se exacerban cuando existen (para que se multipliquen) porque el objetivo es el crecimiento infinito de las posibilidades de intercambio, el crecimiento exponencial de las posibilidades de la monetización.

El resultado es un mundo ventral cuya máxima aspiración se expresa en el claim con que "Tierra Prometida" también se nos quiere vender: Todo el mundo tiene un precio.

Así, la expresión máxima de la utopía que inspira nuestra sociedad enloquecida es que todas las cosas y todas las personas tengan un precio.

La globalización del precio es la máxima aspiración de una interminable y virtual baile de intercambio en el que la mano invisible del mercado nos garantizaría el bien común y que sólo los aguafiestas y los fracasados quieren estropear.

Y, a mi entender, el interés de "Tierra Prometida" está ahí, en la puesta por obra de esta fantasmagoría que no es que no sólo nos está destrozando como especie sino que también está comprometiendo el mismísimo equilibrio ecológico del planeta con ese crecimiento infinito cuyo objetivo es producir más y más para alimentar esa macabra danza del intercambio exacerbado.

Matt Damon interpreta a Steve, un ejecutivo de una multinacional energética que se dedica a extracción de gas natural mediante la polémica técnica de la fracturación hidraulica o fracking. Steve hace equipo con Sue (Frances McDormand) cuyo trabajo consiste en pasearse por la américa profunda comprando terrenos para realizar dicha explotación.

Aprovechándose de la triste realidad económica de los Estados Unidos del interior, una realidad que es consecuencia de decenios de concienzuda aplicación de políticas neoliberales, Steve y Sue llegan a lugares necesitados de dinero para ofrecerles lo que más necesitan: despertar al sueño de la sociedad de consumo allá en el culo del mundo donde viven.

Si algo hace bien la historia, escrita por el propio Damon y el también actor, John Krasinsky, es presentar ese acto de compra como un acto perverso que implica algo parecido a la venta de la propia alma de la comunidad y lo hace apelando a un idealismo que entronca de manera absoluta con la idea de República que explicaba en un post anterior, a propósito de la maravillosa "El sol brilla en Kentucky"; una idea procedente de Alexis de Tocqueville y que resume el verdadero espíritu democrático de los Estados Unidos de América erigido en contra de la más aristocrática Europa.

Pero hace más cosas bien...

En una maravillosa escena en que una niña que vende limonada no quiere quedarse con la propina de un dolar que Steve le da argumentando que el precio de la limonada está a 25 centavos, "Tierra Prometida" no solo argumenta en contra de la avaricia que cada vez todos tenemos más metida en la cabeza (y en el corazón), sino que reivindica la ética de la pobreza tan defendida por Pasolini como una de las principales señas de identidad de los humillados y ofendidos.


Y por pobreza no estoy hablando de miseria, ni siquiera probablemente de pobreza, sino de la coherencia intacta de una vida vivida en clave no económica. Así con 25 centavos cobrados a cada persona uno pueda estar tranquilo pensando que cobra lo justo y también lo suficiente.

No es necesario más... La niña no lo necesita, ha definido un precio justo y tampoco considera que deba aceptar más dinero de Steve, dinero que quizá él pueda necesitar más adelante.

El precio justo convertido en utopía.

Algo cada vez más impensable en el mundo en que vivimos.

Y en este sentido, "Tierra Prometida" abandona el drama social para entrar casi, y para nuestra desgracia, en la ciencia ficción.

Pero, y además, "Tierra Prometida" hace otra tercera cosa bien: expresar de manera metafórica que la realidad en que vivimos en nada tiene que ver con la idea de mercado que, sin embargo, ideológicamente parece sustentarla.

El precio ya no es justo... Es injusto.

Y aún hace bien una cuarta, poniendo por obra las debilidades de la utopía democrática tras cuyo oropel se oculta toda esta realidad avara y primaria.

El modo en que la opinión pública de la comunidad es manipulada sucesivamente por Steve y el personaje del ecologista que interpreta John Krasinky, otro de los hallazgos más interesantes de la película, se convierte en un pequeño auto sacramental que reproduce puntualmente una realidad nuestra de cada día a la que estamos cada vez más peligrosamente acostumbrados.

Por todo ésto, "Tierra Prometida" es una película más que estimable que sucede sobre una estructura narrativa más convencional, que por su idealismo recuerda a las películas de Capra de los años 30 del pasado siglo, un idealismo que premia el deber ser frente al ser que anida ya detrás de nuestra mirada escéptica.

Por último, añadir que la sonrisa de Rosemarie Dewitt es lo mejor que le ha pasado al cine desde la sonrisa de Julia Roberts.

Una sonrisa así hace posible la utopía de dejarlo todo.

Muy interesante. (la sonrisa y el resto)




domingo, octubre 27, 2013

NIGHTFALL

Dirigida en 1957 por ese auténtico "underdog" de la dirección cinematográfica llamado Jacques Tourneur, "Nightfall" es una más que estimable pelicula.

Basada en una novela del escritor David Goodis, narra la historia de un fugitivo de la justicia que lo es como consecuencia de un revés del destino. Perseguido por la policía, por la compañía de seguros y por los propios criminales que buscan el dinero que creen aquel tiene, Jimmy Vanning es un personaje en la línea de los mejores héroes del cine de Hitchcock: un hombre inocente que parece tenerlo todo en contra.

El encuentro casual con Marie Gardner en un bar de Los Angeles significará un punto de inflexión en lo que parece una huida sin futuro ni sentido.

Careciendo de la poética de la otra gran obra de cine negro firmada por Tourneur, "Out of the past", "Nightfall" presenta un planteamiento mas descarnado y realista destacando la magnífica fotografía en blanco y negro de Burnett Guffey, uno de los grandes operadores del cine norteamericano.

La película es la historia de un hombre acosado y en fuga que se despliega en una sucesión de bien calculadas idas y venidas del presente al pasado, relativamente compleja que Tourneur resuelve con la habitual maestría que se le supone por brillantes proyectos anteriores como "La Mujer Pantera" o la ya mencionada "Out of the past",

Hasta cierto punto la película recuerda a alguna de las obras de cine negro que Fritz Lang realizara en la década de los cincuentas, especialmente por su tratamiento directo y franco de la violencia, pero, y sobre todo, su relación más directa tiene que ver con el cine de Hitchcock.

A diferencia de otros protagonistas de cine negro, Jimmy Vanning, interpretado por Aldo Ray, es un hombre bueno e integro a quién esa bondad e integridad no parecen servirle de un mucho en un mundo mucho más canalla de lo que es él.

Con su habitual sadismo sutil, Hitchcock no sólo disfrutaba haciendo sufrir a las rubias, sino también a las héroes apolíneos como Cary Grant enfrentándolos a las complejidades de un mundo perverso en el que,como comento, parece que la inocencia que el espectador conoce no va a ser suficiente pasaporte para salir con bien de la trama.

En este sentido, "Nightfall" es un interesante híbrido entre el suspense hitchcocquiano y el más puro cine negro que en todo momento se ve con interés.

Una evolución del cine negro desde la poética hacia el suspense y la acción.

Entretenida.






Esperando a Parot

Se supone que el trabajo del político tiene que ver con esta clase de cosas... con saber que los terroristas que en la década de los ochentas del siglo pasado eran atrapados y condenados a miles de años de cárcel terminarían saliendo en diez o veinte años porque nuestra propia legislación penal así lo establece.
Se supone que el trabajo del político es prever la injusticia y hacer lo necesario para evitarlo cambiando el código penal, aboliendo una legislación franquista por una de la democracia.

Pero no...

El trabajo del político fue negar la evidencia hasta que fue demasiado tarde y el asesino Henri Parot estuvo a punto de salir porque, insisto, nuestro propio código penal así lo establecía.
El trabajo del político no fue hacer pedagogia, reconocer un error y asumirlo en las urnas.
El trabajo del político consistió en improvisar una solución que básicamente estaba construído en contra de uno de los elementos esenciales del principio de legalidad: la irretroactividad de las leyes. Al fin y al cabo, se trataba de un asesino sanguinario y no de una persona decente. Bastaba con apelar a las tripas, a la sangre. Era suficiente con poner los cadáveres desmembrados y calcinados sobre la mesa.

Mucho mejor.
Dónde va a parar.

Imagino que el cortoplacismo en que vive constantemente la política en estas democracias totalitarias en las que vivimos les llevaría a pensar que Parot, como Godot, no llegaría nunca aunque se le esperase.

Pero no fue así.

Parot llegó.
Había un agujero en nuestro sistema legal y, como no podía ser de otra forma, nuestro régimen de libertades amparó al terrorista en su propósito de explotarlo.

¿Es que era más plausible que sucediera otra cosa?

Y con Parot, la enfermedad, llegó el improvisado remedio.

Una solución no sólo iba a en contra de uno de los elementos más esenciales de la justicia, sino también de sus fundamentos ontológicos. Por definición, la justicia no se hace con las tripas. Se plantea y desarrolla con la calma necesaria para examinar los hechos.
La mesa está limpia de carne y sangre, pero está llena de papeles que hablan sobre ellos.

En su momento ya fue una decisión polémica, teniendo en cuenta la politización de lo judicial en sus niveles más elevados y lo complicado del tema desde un punto de vista social.
El burdo borrón que en realidad es la doctrina Parot ya fue visto como lo que es por bastantes elementos dentro de la judicatura que siempre la desaconsejaron.

En este sentido, la doctrina Parot es una pasmosa prueba, por el grado de desnudez que tiene como evidencia, de los niveles de politización de la justicia que existen en nuestro país.
La doctrina Parot es pura política.
No es justicia... si por justicia entendemos el seguimiento fiel de nuestro ordenamiento legal y si entendemos también que en la política se incluye la capacidad de otorgarnos la legalidad que mejor nos convenga.

Podríamos haber cambiado la ley pero no lo hicimos.
Tuvimos casi veinte años para darnos cuenta y hacerlo.

Y mucho mejor es, en lugar de reconocer el error, saltarnos las reglas del juego que exigimos a otros cumplir.
Dónde va a parar!

Pero, y aun así han sucedido otros veinte años en que se ha podido hacer pedagogía con la ciudadanía.

Se supone que el trabajo del político es prever todas las posibilidades en un caso tan complicado como éste y considerar que una cosa es jugar el partido en tu estadio y otra muy diferente fuera, en un tribunal de Derechos Humanos en Estrasburgo por ejemplo.

Nada se ha hecho hasta que ha sucedido lo que para algunos, entre los que me encuentro, desde el comienzo resultaba inevitable.

Mucho mejor que trabajar durante veinte años es emprenderla en un minuto con un tribunal cuya jurisdicción son los derechos humanos como si fuéramos una dictadura bananera.
Olvidar las debilidades de las propias decisiones.
Apelar a las tripas.
Cultivar lo peor del ser humano.
Fomentarlo.
Volver a sacar a los muertos de su tumba para ponerlos sobre la mesa.
Para salvar la propia cara, no dejarles descansar en paz.

Mucho mejor!

Es una lástima para este país que las victimas del terrorismo sean ya el último refugio de bastantes canallas.
Ya no les basta la idea de patria o nación.
En su impunidad quieren más.

Todo este revuelo sobre la Doctrina Parot cuenta muchas cosas y entre las cosas que cuenta, al que quiera escuchar, le ofrece la excepcional oportunidad de ser consciente, de pararse ante el verdadero retrato de Dorian Gray de nuestra flamante democracia, especialmente de nuestra clase política y contemplar su realidad.

Un magnífico ejemplo práctico de praxis política dentro de una democracia totalitaria.

Y no deberíamos olvidar que la verdadera dificultad de hacer justicia en las sociedades democráticas no estriba en tratar con el mismo rasero a los iguales, y por iguales entiendo a los que más o menos compartimos las reglas del juego, sino a los diferentes, y por diferentes entiendo a los que se quedan fuera, a los que quieren matarnos o poseernos.

Y tampoco que nuestra obligación moral como seres humanos que somos dotados de capacidad de conciencia y reflexión es ser el menos tiempo posible un animal irracional, pero a veces parece que la épica aventura de la humanidad como especie es escapar de la selva para construirse otra, artificial y a medida.

Mucho mejor es añadir terrorismo al guerracivilismo y hacer hervir las tripas del personal.

En fin... País!

jueves, octubre 24, 2013

Treme

No hace mucho tiempo escribía sobre Jung y su propósito fundamental de reconciliar al ser humano con tres aspectos de su naturaleza, uno de ellos era los aspectos narrativos y simbólicos, en definitiva el relato que puede dar cuenta de todo un sentido de la vida configurando un marco estable para la existencia de los miembros de un colectivo.

Tras ver la tercera temporada de Treme si hay algo que me queda claro es la genialidad de la propuesta de David Simon, su creador.

Nueva Orleans no sólo es una ciudad azotada por una desgracia, también es un campo de batalla entre esa narrativa que da sentido y ese monstruo que es el neoliberalismo, el más sofisticado monstruo que ha producido ese sueño de la razón llamado modernidad.

Porque Nueva Orleans es una de las pocas ciudades de los Estados Unidos que tiene esa historia, ese sentido narrativo que se manifiesta en todo un repertorio de tradiciones que la emparentan con realidades más allá del Rio Grande y del Oceáno Atlántico, tradiciones que se basan además en lo popular y lo multicultural.

En este sentido, la serie continúa mostrando al colectivo y a los miembros de ese colectivo luchando por salir adelante, preocupándose los unos por los otros en la medida en que la realidad de una estructura social compleja lo permite. Mostrando siempre la existencia de una comunidad con sentido, orgullo y raíces que se enfrenta a la realidad voraz y mecánica de una cultura de la sociedad de consumo presidida por el egoísmo y la avaricia.

Asi, los personajes de Treme encarnan una suerte de República que transporta genéticamente lo mejor de los valores comunitarios de las Trece Colonias que tanto glosó Alexis de Tocqueville en su incomparable "La Democracia en América" y que fundamento toda esa manera de pensar y sentir a la americana que posteriormente sería continuada por escritores e intelectuales como Whitman y Emerson. Tradición que culmina con esos fascinantes y seductores personajes que pueblan el cine de John Ford, llenos siempre de sinceridad y pureza, pero también portadores de una verdad poderosa que extrae todo su poder arrasador de lo mejor que el ser humano como criatura puede dar.

Tal y como propugnaban los filósofos trascendentalistas entre los que Emerson se encuentra: el alma del individuo es idéntica al alma del mundo y contiene todo lo que el mundo contiene... La definición más perfecta de comunidad.

Y al fin de al cabo lo que nos cuenta Treme es el modo en que esa pureza se ve enfrentada a la más pura de las corrupciones, la del neoliberalismo voraz, y también, y no menos importante, la manera en que esa comunidad se mantiene intocable e intacta pese a todo el sufrimiento y la desgracia que nunca terminan de padecer.

A la luz de esta visión personajes como el jefe Albert Lambreaux o Ladonna o Davis Macalary adquieren una dimensión totalmente épica, trascendental, convirtiéndose en auténticos modelos de conducta y vida.

No es la primera vez que escribo ésto, pero si en su espectacular y genial "The Wire" Simon aprovechaba la ciudad de Baltimore para contarnos en cinco temporadas el oscuro relato del naufragio los restos del naufragio de la república americana a manos de la tiránica e insaciable avaricia del capital, en Treme convierte ese naufragio en una playa donde poco a poco los supervivientes intentan reorganizarse alrededor de esos valores de integridad y de respeto por lo que es intrinsecamente propio... cosas importantes que como todo lo que es realmente importante no se puede comprar y vender en los supermercados a los que quieren enchufarnos.

Ojala lo consigan.

No puedo esperar a la cuarta temporada.


domingo, octubre 20, 2013

LE JOLI MAI

El 18 de marzo de 1962 el gobierno francés y los representantes del Gobierno Provisional Argelino firman en Evian un acuerdo de alto el fuego para todo el territorio de lo que no tardará en ser una Argelia independiente.

Por primera vez desde el año 1939, el horizonte francés se aclara de conflictos bélicos... Las vicisitudes de la II Guerra Mundial, Indochina y Argelia parecen quedar atrás, otorgando a la primavera de 1962 un significado nuevo de optimismo y apertura hacia un futuro definitivamente vivido en paz.

Es entonces cuando el cineasta francés Chris Marker decide realizar un documental con la ayuda de Pierre L'Homme en el que busca profundizar en las raíces de ese ese sentimiento optimista centralizándolo en ese mes de mayo que protagoniza el titulo del mismo.

El documental es un caleidoscópico retrato social de Paris y sus parisinos en el que Marker se desplaza por la ciudad y por diferentes momentos de ese mes buscando indagar la realidad que se esconde tras la apariencia de esa Francia nueva, liberada por fin de la guerra.

Y lo que asoma por entre las imágenes magníficamente fotografiadas en blanco y negro es una realidad compleja, multicultural y socialmente conflictiva en la que convive la esperanza en el futuro de unos con el deseo de otro futuro mejor por el que otros están luchando.

El problema argelino que fue uno de los más graves conflictos internos que vivió la sociedad francesa el siglo pasado. Argelia era considerada parte de Francia y los nacidos en ese territorio franceses a todos los efectos. Su solución, al menos sobre el papel, dejó en esa Primavera un espacio vacío que, en un principio, fue ocupado por el optimismo, pero que, más adelante, terminaría siendo ocupado por otros conflictos nuevos que ya existían latentes en las contradicciones de la naciente sociedad opulenta francesa.

Y es esta contraposición la que se transparente de una manera magistral a lo largo del metraje de "Le Joli Mai": la conflictividad social, la lucha política, la inmigración y las situaciones de exclusión emergen como parte sustancial de esa Francia liberada de la tensión que supuso el conflicto argelino.

Marker pregunta a los parisinos de toda procedencia y clase sobre el futuro y sobre la felicidad y, como no podía ser de otra manera, las respuestas son diferentes en función de la posición social que ocupan los entrevistados.

En este sentido, lo mejor del documental son las brillantes entrevistas que Marker realiza a un inmigrante senegalés y a otro argelino, auténticos testimonios históricos que a cualquier persona con dos dedos de frente debieran llevar a algún tipo de reflexión sobre el modo de ser occidental.

El sinsentido de nuestras sociedades de consumo, la coexistencia de realidades paralelas de inclusión y exclusión que ahora nos atormentan, están ya allí hablándonos desde una distancia de cincuenta años.

Pero, y por encima de lo que podríamos llamar su significado denotativo, "Le Joli Mai" también presenta un contenido complementario y relevante que tiene que ver con la posición que ocupa la izquierda en ese mundo parisino que el documental describe.

De todo modo, se convierte en la constatación irrefutable que en el transcurso de estos cincuenta años la izquierda ha perdido el rumbo en algún momento, seguramente en el transcurso de los años 60, renunciando a su cultura de ascética y frugalidad y vendiendo su alma al diablo de las cosas.

Conectada con la calle, con las ideas claras, llena de pureza en las intenciones y con la energía que dan el sentimiento de justicia y la convicción, "Le Joli Mai" describe también, y sin quererlo, un paraíso perdido,

Imprescindible.



El pasado es su sueño más recurrente,
casi siempre sentido a ojos abiertos,
en instantes que se abren, abismales y eternos,
en el breve espacio angosto que separa un segundo de otro,
Y canta el oleaje en torno a su asombro,
mientras, al son de la eterna canción
del fluir de los momentos,
transparentándose danzan,
sobre la turbia superficie de su presente,
fantasmas de espacios y tiempos pasados
como lo hace en torno a la desnudez de sus pies
el agua salada sobre la arena
entre parpadeo y parpadeo.

EL LADRÓN DE PALABRAS

Un escritor narra la historia de otro escritor que, buscando el éxito que cree merece, publica una historia que ha encontrado dentro de una vieja cartera en un mercadillo. Esa historia, a su vez, encierra la trágica historia real de un hombre en el Paris de los años 50 del siglo pasado.

"El ladrón de palabras" es una ambiciosa historia de cajas chinas que no termina de estar a la altura de sus propósitos.

A mi, me aburre por momentos con su sentimentalismo romo, mientras que en otros directamente me irrita con su torpe pretensión de intentar emocionarme ya sea por lo civil o por lo penal recurriendo a lo manido y a lo obvio.

Desperdiciando las estupendas posibilidades que el material dramático ofrece para hacer algo que merezca la pena, la película opta por descansar todo su peso dramático en el absurdo y superficial conflicto moral de boy-scout que vive el personaje del escritor que roba la historia parisina.

Como seducido por la magia del texto, este personaje hace algo así como transcribir sin querer durante toda una noche el manuscrito de la novela que ha encontrado dentro de la cartera y es aquí cuando, siguiendo la tradición del cine comercial americano, la película opta por lo más fácil preparándose el terreno para un plano conflicto moral de arrepentimiento ante la intolerable mentira.

Temas como la necesidad de la mentira como acto de impostura que repare las injusticias del mercado (con él) y del destino (con el hombre de Paris) u otros como la posible existencia de obras maestras que nunca conoceremos, aspecto que tanto fascinaba a Balzac, apenas se exploran cuando si quiera se insinúan... reflexiones que quizá sean demasiado complejas entre puñado de palomitas y puñado de palomitas si se las compara como la secuencia: he hecho algo malo, no puedo soportar el remordimiento y busco algún tipo de expiación.

Abundan las historias sobre este argumento y, en este sentido,  "El ladrón de palabras" tiene el dudoso honor de ser otro ladrillo en ese particular muro con su superficial planteamiento dramático sucediendo previsible mientras el escritor que presuntamente escribe la historia que desarrolla este dilema intenta llevarse a la cama a una estudiante.

Olvidable.







sábado, octubre 19, 2013

Dos lecciones prácticas sobre el caso Bárcenas

Viendo las imágenes de la vista de la denuncia de la Secretaria General del Partido Popular, Maria Dolores de Cospedal, en salvaguarda de su honor, contra el ex-tesorero de su partido, Luis Bárcenas, dos reflexiones de índole práctica me han arrebatado la cabeza.

Las comparto con vosotros.

1
Por un lado, y si pretendes montar una estructura ilegal de cualquier tipo, por favor, ten respeto por tu testaferro.

Si hay algo que caracteriza la posición del testaferro es el dilema posibilidad-oportunidad.

Los testaferros existen porque para todo en este mundo es precisa la fisicidad. Alguien siempre tiene que aparecer, hacer, deshacer, dar su nombre, firmar y los que tienen el poder de hacer que las cosas pasen precisan y exigen la presencia de una pantalla protectora si lo que quieren hacer puede tener problemas legales o de cualquier tipo.

Y para eso existen los hombres de paja, los testaferros para ser la primera, única y última linea de choque. Esto siempre desde la perspectiva de quienes les necesitan, pero desde la perspectiva del propio necesitado siempre hay un cálculo basado en el dilema posibilidad-oportunidad que se traduce en una simple pregunta: ¿la oportunidad que se me ofrece compensa la latente presencia de la posibilidad de tener que cargar con todo?

En el caso de Bárcenas la respuesta es afirmativa y su contenido se expresa en los millones de euros que tiene depositados por todo el mundo.

El testaferro asume el riesgo, es un arribista. No tiene una posición que mantener como aquellos que le necesitan sino una posición que construir y en este sentido la biografía de Bárcenas encaja con el perfil del arribista que sabe muy bien aprovechar sus oportunidad, cualidad que ha vuelto a demostrar en su impecable comparecencia judicial de esta semana.

En este sentido, nada que objetar a un picaro, salvo los argumentos morales habituales, pero empieza a resultar evidente que quienes les necesitaron han cometido muchos más errores además de los legales y morales habituales y el principal de todo es subestimar al testaferro y vivir en la tranquilidad, ignorando que el testaferro, si es listo, va a estar durante todo ese tiempo preparando su posibilidad de escape, reduciendo el impacto de esa posibilidad para incrementar aún más su oportunidad.

Empieza a resultar evidente que los burladores han sido burlados y que, en el peor de los casos para Barcenas, éste no va a caer solo. Porque si algo es Bárcenas es el burlado que, por el momento, se está volviendo burlador.

Y este es un tercer aspecto que añado al listado de grandes incompetencias de los hombres y mujeres del partido que nos gobierna:

- Deberían haber conocido la situación real del país especialmente si te pasas todos los días diagnosticando esa misma situación y criticando la posición del otro. Pero bajo ningún concepto puedes decir tranquilamente que te has llevado una sorpresa que te obliga a cambiar la política por la que fuiste votado, sin al menos disculparte. Si eso que has encontrado es tan importante como para cambiar tu programa electoral es que se trata de algo grande, lo suficientemente grande como para ser visto por alguien que dice tener el conocimiento que tiene y también lo suficientemente importante como para impedirte afirmar que conocías realmente la situación del país que aspirabas a gobernar.
- Deberían haber conocido la situación interior de su partido... en el caso de que fueran inocentes, y así gestionar de otra manera la situación de su tesorero corrupto... y cuando digo "otra manera" estoy pensando en cualquier otra que no les haga parecer culpables.
- Y por último, y de haber conocido la situación real de su partido... y por lo tanto ser corruptos... también debieran haber gestionado la situación del imprescindible testaferro, quizá debieran haberle vigilado mejor o gestionar algun mecanismo de control que un lector avezado puede encontrar en cualquier obra de John Le Carré.

La mala gestión de estos tres aspectos esenciales para su propia supervivencia profesional les incapacita a mi entender para gestionar no sólo sus propios asuntos sino también los nuestros.

Sólo la inercia del poder, los mecanismos de opinión pública, la falta de criterio y/o el cansancio de la gente ante una información confusa y obstusa, junto con los aduladores y clientelismos varios les mantienen donde están.

2
Por otro lado, la segunda lección tiene que ver con esa manera tan rumbosa de gestionar los asuntos que tienen... La ausencia de errores, la negación de la la evidencia, la mentira asertiva, toda esa basura comunicativa que algunos llaman "neo lingua"... De esos lados, vienen estas aguas movedizas que cuando menos se lo espera terminan tragándose al político de turno, en este caso a Cospedal.

Porque las principales victimas de esa actitud son los propios políticos.

Decisiones tan inexplicables como las tomadas en la presentación de la candidatura de Madrid a las Olimpiadas o esta misma insensata demanda de Cospedal sólo encuentran explicación en el hecho de que quienes mienten todos los días acaban creyéndose sus propias mentiras, terminan atrapados en ellas.

Como decía Jung, uno acaba sacando afuera lo que tiene dentro y si lo que tienes dentro es pura mentira acabas viendola en el exterior, un exterior que siempre interpela y en el que puede que existan otras cosas, cosas que tengan mas peso o jerarquía, cosas como la incorruptibilidad, la verdad, la honestidad o algo tan básico como el sentido común.

Nuestros políticos ya esperan encontrar fuera toda la corrupción que llevan dentro. Y para su desgracia siempre hay un Marhuenda dispuesto a confirmarselo.

Pero el principal problema que subyace en todo ésto es que cuando te crees tus propias mentiras empiezas a moverte en el territorio del delirio.

viernes, octubre 18, 2013

“La política es, en concreto, la ciencia que nos puede dar una imagen de nuestro porvenir. Y por ser más precisos la economía política. O sea, en concreto, el examen del nuevo modo de producción. Un nuevo modo de producción que no es sólo producción de mercancías sino también de producción de humanidad.”
(Cartas Luteranas, Pier Paolo Pasolini)

miércoles, octubre 16, 2013

La corte secreta de los arcanos

Uno siempre habla desde un determinado punto de vista, no aspira a recoger el de los demás y, si bien alguna que otra vez se produce el acuerdo, sospecha que casi siempre se trata de una coincidencia.

Y escribo ésto porque a estas alturas de mi vida no tengo la menor duda de que el personaje perfecto de ficción es una imposible mezcla entre el Lord Jim que protagoniza la novela del mismo titulo de Joseph Conrad, el Pike Bishop que con la expresión del actor William Holden protagoniza la película de Sam Peckinpah Grupo Salvaje y ese aventurero descastado llamado Corto Maltes nacido de la pluma de ese escritor que dibujaba sus novelas llamado Hugo Pratt.

No tengo la menor duda.

Incluso los tres personajes podrían representar fases evolutivas de un único carácter, un aventurero romántico inteligentemente desencantado con la natural e inevitable tendencia a la entropía de todo lo que está vivo, atrapado en el eterno conflicto entre lo que debiera ser y lo que en realidad es y a fuerza de desencuentros y desencantos optando por un nomadismo contemplativo, no exento de alguna inevitable recaída puntual en algún esporádico compromiso.

El resultado siempre es una actitud beatnik de desplazamiento por entre las cosas sin llegar nunca al compromiso suficiente como para penetrarlas y habitarlas.

La conciencia del cambio inevitable es superior a la de la permanencia.

Al mismo tiempo que se tiene algo, se empieza a perder.

Al mismo tiempo que uno llega a un sitio, ya se está marchando.

La inevitable conciencia de la levedad de las cosas que siempre conduce a un nomadismo puro, a una actitud aventurera de constante paso que siempre acarrea el potebncial dramatismo del choque con la constante pretensión de construir lo que constantemente se destruye.

"La corte secreta de los arcanos" es la primera y última adaptación cinematográfica del personaje creado por Hugo Pratt.

Existe además una serie de televisión realizada por el mismo equipo que pone en movimiento las primeras novelas de Pratt, aunque con peor calidad en la animación que esta película en la que se transparenta para bien el fantasma de la mejor animación japonesa.

Realizada en 2002 con capital francés, lo mejor que puede decirse de "La corte secreta de los arcanos" es que se limita a ilustrar con transparencia la historia permitiendo que el talento de Pratt para contar historias, para construir personajes seductores y convincentes a través de actitudes y diálogos, se muestre en toda su genial intensidad.

Las historias de Pratt se pueden contar, se pueden escuchar.

Aunque estén fantásticamente dibujadas, no es tan necesario verlas.

La palabra por si sola es muy poderosa, trasciende, atrapa y seduce.

Muy recomendable.


domingo, octubre 13, 2013

El rostro de Simon Pegg se ha convertido en una presencia familiar dentro del imaginario del cine comercial estadounidense.

Su presencia en franquicias como Misión Imposible o Star Trek, aportando comicidad y sentido del humor a sus personajes en unos entornos preferentemente orientados a lo apolíneo y testosterónico de la acción le sitúan en esa segunda línea de secundarios interesantes, con cuya cara sueles quedarte quizá por que das el mismo valor al hecho de sacarte una sonrisa que al hecho esencial del relato consistente en impedir que el malvado se salga con la suya.

Porque salvar al mundo echando unas risas debe ser más entretenido y menos astringente que salvarlo desde la seriedad... supongo.

En cualquier caso, el territorio de Pegg es la comedia.

En Gran Bretaña, su país de origen, formó pareja con Nick Frost en una serie de películas, serie que comienza con la maravillosa "Shaun of the dead", de recomendación urbi et orbe, y que tiene su segunda etapa en esta no tan maravillosa Hot Fuzz... aunque no deje de estar bien.

La propuesta de Pegg, que co-escribe la historia, se mantiene dentro del cine de género. Si en "Shaun of the dead" utilizaba el ecosistema dramático gore-zombie, en "Hot Fuzz" la historia se mueve en el terreno de las Buddy Movies, las películas de compañeros policias enfrentados a malvados fuera de la ley.

Los referentes están muy presentes, e incluso se mencionan en la película: Arma Letal, Dos policías rebeldes....

"Hot Fuzz" traslada los convencionalismos del género (choque entre personalidades, colisión con la autoridad, el impulso inicial de justicia convertido por mor de la narración en pura venganza... ) a la Inglaterra rural, a donde es trasladado el personaje que interpreta Pegg como consecuencia de su insoportable eficacia en la lucha contra el delito dentro de la policía municipal londinense.

Y como no podía ser de otra manera, la pacífica Gloucester no será tal.

El extremado celo de Nicolas Angel (Pegg) en la persecución del crimen descubrirá una siniestra e imposible conspiración en el pacífico corazón de Inglaterra.

"Hot Fuzz" resulta entretenida, si bien la película va perdiendo interés y gracia conforme avanza y el espectador va descubriendo una intriga que quizá intuye a fuerza de ver películas. No obstante, hay oportunidad y espacio para la sonrisa lo cual es de agradecer, manteniendo además un cierto ramalazo gore que la emparenta con Shaun of the dead, especialmente con la brutal e imposible muerte del periodista local.

En resumidas cuentas: entretenida y divertida en bastantes ratos.




No se casaba con nadie...

“Pero los ciudadanos italianos no les van a la zaga. Los he visto: los he visto como muchedumbre en agosto. Eran la imagen del más desfachatado frenesí. Ponían tal empeño en divertirse a toda costa que parecían en éxtasis; resultaba difícil no considerarlos aborrecibles o, en cualquier caso, culpablemente inconscientes. Especialmente los jóvenes. Todas esas parejas imbéciles, cogidas siempre de la mano, con aire de mutua  y romántica protección e inspirada seguridad en el futuro.
Han sido engañados, burlados. Un vuelco imprevisto y violento (por lo que hace a Italia) del modo de producción ha destruido sus anteriores valores particulares y reales, cambiando su modo de ser y su comportamiento; y los nuevos valores puramente pragmáticos y existenciales del bienestar les han despojado de toda su dignidad. Pero no ha bastado con eso: después de convertirlos en monstruos (marionetas manejadas por una mano nueva, y por tanto como enloquecidas), resulta que el bienestar, causante de su monstruosidad, desciende, mientras que el baile de las marionetas continúa.”

(Cartas Luteranas, Pier Paolo Pasolini)
La política es el arte de negar lo evidente hasta que resulta inevitable
“Lo que proponemos aquí es que semejante comprensión de la totalidad no es una correspondencia reflexiva entre el "pensamiento" y "la realidad como un todo". Más bien, hay que considerarla como una forma de arte, quizá la poesía, que nos puede orientar hacia el orden y la armonía dentro de lo que podemos llamar la completa "danza de la mente ' (y por tanto en el funcionamiento general del sistema nervioso y al cerebro). Esto se ha planteado antes, en la Introducción.
Lo que se requiere aquí, entonces, no es una explicación que nos permitiría hacernos una idea de la relación entre el pensamiento y la cosa, o entre el pensamiento y "la realidad como un todo". Más bien, lo que se necesita es un acto de entendimiento, en el que veamos la totalidad como un proceso real, y que, cuando se lleva a cabo correctamente, tiende a producir una acción global armónica y ordenada, incorporando el pensamiento y lo que es pensado en un solo movimiento, en el que el análisis de las partes por separado (por ejemplo, el pensamiento y la cosa) no tiene sentido.”

(La totalidad y el orden implicado, David Bohm)

sábado, octubre 12, 2013

Rupert Sheldrake

Si alguna vez te has preguntado por qué los niños pequeños están más capacitados para entender un iphone o un mando a distancia de lo que tu padre lo está, Rupert Sheldrake ofrece una explicación heterodoxa y fascinante.

Desde la publicación en 1981 de su libro "A New Science of Life: The Hypothesis of Morphic Resonance", el británico Sheldrake ha sido toda una molestia a todos esos hombres de ciencia que prefieren el orden del pensamiento al pensamiento del desorden.

Su hipótesis de los campos mórficos va más allá de la ciencia, situándose en el territorio de las intuiciones geniales, un territorio difuso que es el reino de la totalidad y de lo holístico.

Lo de Sheldrake no es registro ni repetición desde la concreción sino pura abstracción que, sin embargo, es un intento de respuesta a las inconfesable limitaciones de nuestra capacidad de conocer la realidad que siempre se presenta por la religión científica como omnipotente.

Sabemos que en el código genético se encuentra toda la información precisa para la construcción de un ser vivo, pero ignoramos el modo en que esa información se operativiza. Bajo el contexto definido por un determinado código genético, una célula genera un riñón y otra absolutamente similar a la anterior genera una terminación nerviosa.

Todavía no sabemos la manera en que las células se dividen el trabajo para producir el ser vivo que el código genético cifra.

Usando conceptos procedentes de la lingüística conocemos la lengua, la teoría, el código, pero no el habla, el modo en que ese código es utilizado.

Y es aquí donde aparece Sheldrake con su loca intuición de situar ese ámbito pragmático fuera, por así decirlo, de la fisicidad del cuerpo introduciendo el concepto de campo mórfico o campo M.

Los campos mórficos son patrones o estructuras de orden que rigen la constitución de la materia. De alguna manera, y separados de todos los cuerpos (aunque influyéndolos) encierran la capacidad para producir la transición aristoteliana entre potencia (posibilidad) y acto (realidad).

Participando de ideas como la Jungiana de inconsciente colectivo o de conceptos de física cuántica como los spines (modos de vibración específicos de cada partícula que definen su perosnalidad), Sheldrake propone un ámbito que trasciende la individualidad y que ordena la vida.

Cada cosa y cada parte de cada cosa está regido/ordenado por un determinado campo mórfico y, en este sentido, Sheldrake traslada al mundo de la fisica euclidiana elementos de la fisica cuántica apoyandose en otros elementos que proceden de la psicología transpersonal utilizándolos como metáfora para responder una pregunta de la que aún no tenemos respuesta.

Tenemos los planos del edificio, el código genético, pero nos falta encontrar la instancia que procesa esos planos y construye, o sea, lo que Aristóteles llamaba la causa eficiente.

Y para Shaldrake los campos mórficos son los encargados dentro de la naturaleza para poner en pie la vida y continuarla.

Excesivamente asociada a los parapsicológico, incluso por el propio Sheldrake quién pretende explicar lo paranormal también desde los campos mórficos, su hipótesis ha sido denostada por los garantes del orden... cualquier orden y supone una estimulante propuesta para aquellos que creen que hay algo de verdad en la intuición.

No obstante, algo de verdad encierra.

En la fisica moderna, los campos preceden a la materia, de hecho, y como demuestra Higgs (ésta es una de las razones por las que le dan el Nobel), la materia procede de los campos.

En este sentido, lo único que plantea Sheldrake es que esa materia no sólo procede materialmente, a través del Campo de Higgs, sino esencialmente, a través de los Campos Mòrficos que definen un orden implicado que existe ahí, dispuesto a autoconfigurarse.

El pensamiento de Sheldrake no es una teoría sino una hipótesis, es decir, no ha podido ser contrastado de una manera evidente, desde los hechos, cosa que por otro lado sucedió con la Relatividad de Einstein durante muchos años.

Nos falta la fuerza, el agente que produce las cosas, su orden implícito, la diferencia desde una base indiferenciada.

Y Sheldrake propone los campos mórficos como respuesta sobre una suma de eventos inexplicables que la propia ciencia ha registrado: la regeneración de partes del cuerpo amputadas por parte de algunos animales, la facilidad con que nuevas generaciones de ratones resuelven laberintos que sus ancestros ya han resuelto, la sensación de todavía conservar miembros amputados, animales que saben que sus amos vuelven a casa, personas que se saben espiadas o miradas, moscas intervenidas geneticamente que terminan mostrando en generaciones posteriores las manipulaciones de manera natural...  .

Fascinante.


Etimología del circuito cerrado pensamiento-realidad:

“Entonces, ¿cuál es el origen de la palabra "realidad"? La palabra procede del latín "res", que significa "cosa". Ser real es ser una cosa. 'Realidad' en su sentido más temprano entonces significa 'cosidad en general "o" la cualidad de ser una cosa ". Es particularmente interesante tener en cuenta que la palabra 'res' viene del verbo 'reri', que significa 'pensar', por lo que, literalmente, 'res' es 'lo que es pensado '.”

(La totalidad y el orden implicada, David Bohm)

martes, octubre 08, 2013

Las brujas de Zugarramurdi

Salvo quizá en "800 balas" o "Crimen Ferpecto" siempre he tenido la misma sensación agridulce frente al cine de Alex de la Iglesia.

Planteamientos seductores, desarrollos interesantes hasta que en un momento determinado la historía perdía el control y desembocaba en un desordenado e inconexo vodevil que terminaba por arruinar todas las promesas que el autor había ido acumulando en la primera mitad de la película.

Era como si el propio autor no pudiese soportar más la tensión de una historia estructurada y terminase reventando las costuras de aquella dando, en un sangriento acto gore narrativo, rienda suelta a lo salvaje e irracional de los personajes y del momento.

Y para mi gusto esa suerte de alucinado slapstick sangriento terminaba por emborronar todo el esfuerzo anterior en una especie de reventón gamberro y adolescente que nunca le ha venido nada bien al arte de contar historias.

No obstante, casi siempre, he mantenido la esperanza.

Fascinado por las posibilidades que insinuaban, cuando no mostraban, las historias de Alex de la Iglesia, imaginaba que se trataba de una cuestión de madurez, una madurez que entre otras cosas llevase al autor a la sublime conclusión de considerar que lo gamberro, a la hora de ser relatado, no debe ni puede ser abordado gamberramente.

Y tengo que decir que viendo "Las brujas de Zugarramurdi" estamos un poco más cerca del autor de primer nivel que, para mi gusto, Alex de la Iglesia encierra,

Por lo menos, la locura final se me antoja más controlada, más matizada, lo suficiente para que no arruine completamente toda la maravilla castiza y esperpéntica que ofrece en su soberbia primera parte. Personajes descentrados y bien perfilados, situaciones desesperada y enloquecidas, trasfondo de crítica social, sentido del humor certero y ácido, diálogos chispeantes y agudos.

Todo bien acompañado con la receta berlanguiana de los buenos actores campando por sus anchas sobre la pantalla. Viejas generaciones encabezadas por Carmen Maura o Terele Pavez y nuevas, encabezadas por unos divertidos y talentosos Hugo Silva y Mario Casas.

De lo mejor que ha parido la retorcida inteligencia de Alex de la Iglesia.

A la altura de "800 balas" o "Crimen Ferpecto", sus mejores obras para mi gusto, aunque las primeras partes "Balada triste de trompeta" y "La Comunidad" no vayan a la zaga.

La complicada sintesis entre el slapstick del cine mudo y el gore que Alex de la Iglesia persigue está cada vez más cerca de ser conseguida.

Se huele la obra maestra.

Brillante y divertida.