Todos tenemos nuestro tiempo y el de Angel González ha terminado hoy, en este irrepetible domingo gris de enero de 2008 que como el poeta está en trance de pasar.
El nombre de este blog se corresponde con el titulo del primer libro que este irónico poeta de la libertad y del amor publicara en 1956.
"Aspero mundo".
Para quién ahora escribe la lectura de aquel libro supuso el descubrimiento de la poesía. La palabra disparada con precisión hacia la oscuridad del significado, la palabra que regresaba de entre las sombras con apenas el aliento de un inexpresable sentimiento atravesado entre sus letras.
Pálpito, temblor y revelación en un susurro de páginas leídas.
Reconocimiento y asombro.
Aquel fue un gran día. Lo recuerdo perfectamente. Descubrí en la arrolladora fuerza de su palabra a mi primer poeta.
Después llegaron otros, pero, y como en otros muchos aspectos de la vida, nada tan indeleble como la huella que deja el primer encuentro.
Descansa en paz, Angel Gonzalez.
lunes, enero 14, 2008
sábado, enero 12, 2008
viernes, enero 11, 2008
miércoles, enero 09, 2008
"Let's put a new coat of paint on this lonesome old town
Set 'em up, we'll be knockin' em down.
You wear a dress, baby, and I'll wear a tie.
We'll laugh at that old bloodshot moon in that burgundy sky
All your scribbled lovedreams, are lost or thrown away,
Here amidst the shuffle of an overflowing day
Our love needs a transfusion so let's shoot it full of wine
Fishin' for a good time starts with throwin'in your line."
(New coat of paint, Tom Waits)
lunes, enero 07, 2008
OBAMA
Tradicionalmente, los candidatos demócratas a la Casa Blanca que gustan en Europa no suelen tener mucha suerte ni contar con el mismo favor de sus compatriotas a la hora de votar.
Aspirantes tan sólidos como Al Gore o John Kerry, cada uno con su bagaje de ideas progresistas, fracasaron por uno u otro motivo. Gustaban en las grandes ciudades, a las clases educadas de un aceptable nivel socio-económico, pero, cuando tenían que salir a las grandes praderas del interior del país, la música de sus palabras no terminó por encontrar el suficiente eco.
Ahora, los demócratas vuelven a intentarlo con Barack Obama. Quizá a la tercera vaya a la vencida, pero no me cabe la menor duda de que, y aún contando con el desgaste de dos legislaturas de gobierno republicano (¡y qué dos legislaturas!), están tentando a la suerte.
Barack Obama es una propuesta absolutamente arriesgada, incluso con posibles antecedentes musulmanes radicales (que sus enemigos ya, por supuesto, dan por seguros), que vuelve a poner de manifiesto la clara incapacidad que los demócratas han venido exhibiendo para presentar un candidato capaz de presentar batalla a los republicanos en determinadas zonas del país. Incapacidad que ha ayudado a Bush (junto a una pequeña "ayudita" de su hermano en Florida en las primeras elecciones) a conseguir una Casa Blanca que siempre le ha venido grande.
Con Obama, los demócratas siguen en sus trece de apostar por soluciones arriesgadas, por candidatos que son el retrato del aspirante que los demócratas quisieran tener... sin caer en la cuenta de que no es a ellos a quién tienen que gustar sino a la totalidad del electorado.
Quizá, con el desgaste de ocho años de gobierno republicano, ahora lo tengan más fácil que nunca para, firmes en el error, obtener el éxito, pero en una gran medida estoy convencido de que será por desgaste del competidor.
La no existencia de un aspirante mediaticamente relevante por parte republicana habla bien a las claras de ese desgaste con el que todos parecen contar. Dentro de los Republicanos nadie con aspiraciones claras de futuro parece querer quemar sus cartuchos en unas elecciones que los propios manuales de marketing político pondrían como ejemplo de dificultad. Sólo aventureros con aspiraciones al largo recorrido y segundones de toda la vida como McCain concurren en trance de forjarse una oportunidad.
Los demócratas lo tienen más fácil que nunca. Tienen el tiempo de su lado, pero sin duda lo tendrían menos complicado con un candidato de más consenso que Obama.
Ya veremos que sucede.
Obama está ante su gran oportunidad, su "chance of a lifetime" de un proyecto radical que no tendría ninguna oportunidad con un rival y un candidato fuertes , pero los demócratas también... de demostrar que no sólo se entienden a ellos mismos sino a su país. Y en este aspecto los republicanos les pueden dar lecciones.
No hay que subestimar nunca a los enemigos y, desde luego, si algo han hecho bien los Republicanos es conseguir conectar directamente con el corazón de su país. Discursos básicos, pulsionales, incluso fáciles, que les permitieron los votos suficientes.
Seguramente no se trata de rebajar el discurso politico al estilo Bush, sino de comprender a la gente a la que vas a dirigirte. Transmitirle tus ideas, pero hablando su lenguaje. Comprender sus problemas e incluirlos en la agenda.
Con todos los valores positivos que tiene este candidato, apostar por Obama es no haber entendido nada. Las elecciones no se ganan en Europa. Se ganan en Wisconsin, Nuevo Méjico o Texas.
No quiero imaginarme a un desconocido presidente republicano jurando su cargo en el Capitolio, mientras la inteligencia demócrata vuelve a poner el grito en el cielo amenazando con exiliarse a Canadá.
domingo, enero 06, 2008
AMERICAN GANGSTER
En la historia de Frank Lucas hay ambición, violencia, corrupción policial, ataudes llenos de droga recien llegados de Vietnam, ambición sin límites, nuevos tiempos que convierten en viejos a los anteriores... Muchos temas que por sí solos se han bastado para alimentar películas enteras y que en ésta se suceden, insinuados de forma casi tangencial, para construir un relato prolijo, que se queda a medio camino de casi todo y que termina resultando un tanto aburrido precisamente por no optar decididamente por una línea narrativa, por un punto de vista claro y concreto.
Lo más imperdonable de "Amerincan Gangster" es, a mi entender, que, con todo ese material con el que se hacen los sueños (los que están fuera de la ley y los que están dentro), resulte aburrida en ciertos momentos.
En el continuo paso del meticulosamente planeado ascenso de Lucas (Denzel Washington) en los bajos fondos de su Harlem natal a los problemas personales y profesionales de su concienzudo perseguidor (Crowe), Ridley Scott pierde el pulso del relato que en ciertos momentos concede demasiado peso a situaciones y personajes que distraen de la verdadera trama. Por ejemplo, los problemas familiares de Crowe con su mujer, la promiscuidad de este mismo personaje o el excesivo peso que tienen los viajes de Lukas al sudeste asiático.
En ambos espacios narrativos apenas se ventila nada interesante salvo minutos de metraje añadidos a una intriga principal que se basta por sí misma para interesar. Y podría ventilarse... En el caso de las secuencias rodadad en Bangkok se habla de todo menos del modo de transporte de la heroína a los Estados Unidos. único asunto que, a mi entender, justificaría el peso que tienen las secuencias tailandesas.
En este sentido, la película sale perjudicada por un guión que carece de un enfoque claro y determinado y que, como consecuencia de ello, no prioriza ni estructura el peso de las diferentes líneas narrativas.
Todo parece tener la misma importancia, olvidando que todas las historias se cuentan con una determinada intención generada por un concreto punto de vista.
En el final de la película tenemos otra prueba puesto que, tras haberse demorado en mil y un detalles sin importancia (siempre relativa con respecto a la línea principal de la trama), la historia, de pronto, tiene prisa por terminar y pasa con la rapidez del rayo por la interacción entre los dos personajes, una interacción que a traves de la delación de Lucas lleva a la depuración de las tres cuartas partes del departamento de narcóticos. Como consecuencia de ella, el personaje de Crowe pasa de convertirse en perseguidor a abogado defensor de Lukas y lo hace como por arte de magia.
También en ese momento nos enteramos de que la principal intención de Crowe es depurar a los policías corruptos. Durante la película, falta alguna escena, algún diálogo que haga patente esa intención, cuya necesidad el espectador más o menos avezado puede llegar a deducir de una llamada de socorro no atendida.
En fin, y como escribía al principio, la historia de Lucas merecía una mejor película.
Como dice Bumpy Johnson, el jefe de Lucas, antes de morir casi en los brazos de éste: En américa las cosas han cambiado, ya no hay un corazón al que llegar para apuñalarlo.
Cito de memoria.
Nada de lo que sucede después en "American Gangster" está a la altura de la última reflexión del decepcionado y agonizante Johnson. Si bien la película tiene su interés, nada está a la altura de esa gran frase que en si misma debería ser el principio y emblema de una obra maestra del cine. La confusión del viejo gangster ante los nuevos tiempos que han llegado, que le han rebasado.
Como escribe Carlos Boyero, "American Gangster" es una película sin corazón. Otras más.
Y conforme avanza la película, la verdad de las palabras de Bumpy se va desvaneciendo como huellas de pisadas en la arena.
sábado, enero 05, 2008
THE ICE HARVEST
Seguro que Cosecha de Hielo es una película que no gusta a todo el mundo.
Moviéndose constantemente entre la más gruesa brutalidad y la más fina ironía su propuesta, que enlaza directamente con aquella primera y magnífica Blood Simple de los hermanos Coen, ofrece una visión cínica y descarnada de las relaciones personales y de la vida no apta para todos los paladares. Una visión aún más fría que la propia escarchada y navideña Wichita donde sucede la historia.
Con el acusado contraste de las Navidades, un momento del año especialmente dedicado a confiar y creer, "Cosecha de hielo" ofrece un despliegue de nihilismo hardcore expresado de una manera bien irónica, bien cínica, por un ajustado reparto de actores que saben hacer sonar a sus personajes con la nota justa y precisa en cada momento.
La historia que Charlie Arglist (John Cusack) cuenta al desesperado y borracho Pete (Oliver Platt) resume bastante el espiritu de esta estupenda película. El padre y el tio de Charlie fueron dos personas que vivieran la vida de forma diferente, cada uno de ellos a un lado de la ley. Al final, ambos murieron con un día de diferencia... "So the point is... it is futile to regret. You do one thing, you do another... I mean, so what? What's the difference? Same result" ... Hagas lo que hagas, el resultado siempre será el mismo.
Cinismo e ironía... uno de mis cocteles favoritos.
viernes, enero 04, 2008
NO TAN RACIONALES...
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"Malcolm Gladwell, en su libro Blink: La inteligencia intuitiva, nos habla de la importancia de nuestro instinto a la hora de tomar decisiones. Resulta interesante ver hasta que punto nuestra intuición y nuestras emociones son las que nos llevan a decidir. Gladwell nos cita los estudios de Antonio Damasio, en los que demostró que las personas que tienen dañado el córtex prefontal ventromedial son incapaces de tomar una decisión tan sencilla como cual es el día más indicado para una cita médica. Se les ofrece a los pacientes dos opciones para la cita y ellos tienen que tomar una decisión. La parte racional de su cerebro funciona perfectamente y es capaz de hacer largas listas con los pros y los contras de decidir la cita un día u otro pero lo curioso es que les resulta imposible tomar una decisión al respeto, ya que para eso son determinantes las emociones."
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"Somos optimistas por naturaleza. Es decir, que pecamos invariablemente de optimistas para no sumirnos en los avatares íntimos provocados por la depresión y el pesimismo. Evolutivamente, las cosas han sido tan duras que aquellos organismos modelados por corrientes optimistas llegaban en mayor número a buen término. Para poder sobrevivir nos engañamos a nosotros mismos haciéndonos creer que el futuro será más fácil que ahora. Al esperar noticias positivas y generar con ellas imágenes mentales seductoras, desempeñamos una función adaptativa: modelamos el comportamiento presente en función del objetivo futuro."
Nuestra capacidad para ser racionales no nos define completamente. También somos seres emocionales.
La predominancia de lo racional no es real. Es puramente aspiracional y esa ensoñación es un deseo que nos pierde porque al concebirnos como esencialmente racionales no terminamos de entendernos.
Pienso luego existo, pero también siento luego existo.
lunes, diciembre 31, 2007
1408
Uno de los temas más complicados a la hora de contar una historia es encontrar un desenlace que esté a la altura del planteamiento de la misma.
Lo difícil (aunque lo sea) no es comenzar una historia sino terminarla, mantener la atención del espectador hasta el final y de esta virtud adolece en grandes cantidades "1408" la nueva película basada en otro relato de Stephen King.
Durante la primera mitad, antes de que un previsible infierno se desencadene sobre el escéptico y descreído Mike Enslin (John Cusack), la historia funciona con eficacia. Uno tiene la sensación de que va a asustarse mucho, pero pasados dos o tres "sustos" el relato abandona los rápidos de las emociones fuertes para desembocar en la calma chicha de un inmenso mar de situaciones previsibles, que no están en absoluto a la altura de las espectativas generadas por la misma historia.
Al final, la lucha por la cordura que libra la perdida alma de Enslin deja de interesar por vulgar y sensiblera.
Los sustos dejan de asustar y los efectos especiales empiezan a campar por sus respetos en una pantalla que se vuelve fría por lo esperado de la mayor parte de las situaciones. Ni siquiera el giro argumental, uno de los mayores tópicos de la historia: el de la realidad que no es tal, funciona.
Una lástima, porque la historia de la habitación que despierta los demonios que sus inquilinos llevan dentro tiene muchas posibilidades.
Los monstruos que nos devoran están dentro de cada uno y algunas veces esos monstruos, como le sucede al protagonista, tienen que ver con lo que más queremos.
Uno de los temas más complicados a la hora de contar una historia es encontrar un desenlace que esté a la altura del planteamiento de la misma.
Lo difícil (aunque lo sea) no es comenzar una historia sino terminarla, mantener la atención del espectador hasta el final y de esta virtud adolece en grandes cantidades "1408" la nueva película basada en otro relato de Stephen King.
Durante la primera mitad, antes de que un previsible infierno se desencadene sobre el escéptico y descreído Mike Enslin (John Cusack), la historia funciona con eficacia. Uno tiene la sensación de que va a asustarse mucho, pero pasados dos o tres "sustos" el relato abandona los rápidos de las emociones fuertes para desembocar en la calma chicha de un inmenso mar de situaciones previsibles, que no están en absoluto a la altura de las espectativas generadas por la misma historia.
Al final, la lucha por la cordura que libra la perdida alma de Enslin deja de interesar por vulgar y sensiblera.
Los sustos dejan de asustar y los efectos especiales empiezan a campar por sus respetos en una pantalla que se vuelve fría por lo esperado de la mayor parte de las situaciones. Ni siquiera el giro argumental, uno de los mayores tópicos de la historia: el de la realidad que no es tal, funciona.
Una lástima, porque la historia de la habitación que despierta los demonios que sus inquilinos llevan dentro tiene muchas posibilidades.
Los monstruos que nos devoran están dentro de cada uno y algunas veces esos monstruos, como le sucede al protagonista, tienen que ver con lo que más queremos.
"El ser humano no tiene otra vocación que recibir, preservar, perpetuar y engendrar el sentido. Concretamente, ésto significa que en lo esnecial es y debe seguir siendo el servivo hablante, el animal simbólico."
"La única respuesta digna del hombre al problema -al sufrimiento, a la finitud- de su condición es permanecer esencialmente simbólico. El problema de la humanidad es un interrogante que se la dirige. Interpela prioritariamente y en última instancia a su poder decir, no a su poder hacer. La solución al problema es la articulación de una respuesta, que es lenguaje y que atribuye un sentido. Esta respuesta nunca es definitiva. La busca del sentido es infinita."
(La hermenéutica filosófica, Gilbert Hottois. Historia de la filosofía, del Renacimiento a la posmodernidad)
No hay una respuesta verdadera, sólo intolerantes que temen estar equivocados. La gran lección que debemos aprender de los humanistas renacentistas es la tolerancia.
La conciencia de las propias limitaciones, la incapacidad de encontrar un respuesta correcta y verdadera convertida en tolerancia hacia las opiniones del otro.
El racionalismo es la cuarta religión monoteísta.
Descartes fue su profeta.
Lo irracional que llevamos dentro siempre termina pudiendonos.
"La única respuesta digna del hombre al problema -al sufrimiento, a la finitud- de su condición es permanecer esencialmente simbólico. El problema de la humanidad es un interrogante que se la dirige. Interpela prioritariamente y en última instancia a su poder decir, no a su poder hacer. La solución al problema es la articulación de una respuesta, que es lenguaje y que atribuye un sentido. Esta respuesta nunca es definitiva. La busca del sentido es infinita."
(La hermenéutica filosófica, Gilbert Hottois. Historia de la filosofía, del Renacimiento a la posmodernidad)
No hay una respuesta verdadera, sólo intolerantes que temen estar equivocados. La gran lección que debemos aprender de los humanistas renacentistas es la tolerancia.
La conciencia de las propias limitaciones, la incapacidad de encontrar un respuesta correcta y verdadera convertida en tolerancia hacia las opiniones del otro.
El racionalismo es la cuarta religión monoteísta.
Descartes fue su profeta.
Lo irracional que llevamos dentro siempre termina pudiendonos.
domingo, diciembre 30, 2007
EL EXPRESO DE SHANGHAI
En plena guerra civil, el expreso que une Pekin con Shanghai, dos de las principales ciudades chinas, inicia un nuevo viaje con nueves pasajeros de la más variada índole.
Uno de ellos es Shanghai Lily, mujer de dudosa reputación, quién encontrará a un antiguo amor entre el pasaje... pero la tormentosa situación política que vive la China continental volverá a interponerse entre los dos.
Mucho se ha escrito sobre la relación a todas luces simbiótica entre el director Josef von Sternberg y la estrella Marlene Dietrich. Lo único que tengo claro es que, profesionalmente, ambos estaban hechos el uno para el otro pese a que Sternberg siempre reivindicara la autoría de la Dietrich como icono cinematográfico.
El cine de Sternberg siempre fue un cine de imágenes poderosas, insinuantes que encontró en la morbosa capacidad seductora de la Dietrich un vehículo único para dotar de movimiento, actitud y profundidad a esa intención plástica y estiticista.
Ambos se necesitaban el uno al otro tanto en lo profesional como en lo personal y, de hecho, sus carreras no volvieron a ser las mismas desde su separación personal y profesional, si bien la carrera de la Dietrich soportó mejor esa separación que la de von Sternberg cuyo cine privado de la talentosa profundidad que proporcionaba el icono Dietrich jamás volvió a ser el mismo.
"El expreso de Shanghai" es una de las obras cumbre de esa colaboración y en ella están presentes lo mejor del talento de uno y otra.
Todo el cine de Sternberg se haya impregnado de un tono perverso que siempre me ha recordado a los cuadros de Klimt.
Todos sus personajes se encuentran en mayor o menor medida iluminados por el lado oscuro de ellos mismos y parecen encontrar un extraño y tortuoso placer en dejarse llevar por una cierta maldad que casi siempre se traduce en un ostentoso cinismo y un profundo egoísmo indiscriminado a la hora de relacionarse los unos con los otros.
Así, los nueve personajes que componen el pasaje del expreso no terminan por resultarnos simpáticos. Todos tienen su momento para realizar una pequeña exhibición de sí mismos y de sus talentos: intolerantes reverendos, tramposos jugadores, militares que ya no lo son, indiscriminada antipatía... No hay lugar para los buenos sentimientos en el expreso de Shanghai como tampoco hay mucho sitio para ellos en una vida de la que todos ellos parecen estar sobreviviendo con mayor o menor fortuna.
De este espíritu no sólo no se libran la pareja de protagonistas, el capitan Donald Harvey (Clive Brook) y Shanghai Lily (Marlene Dietrich), sino que, con su tormentosa relación, se convierten en una especie de reducción al absurdo de la tesis propuesta: su propio cinismo, la incapacidad que ambos tienen para confiar el uno en el otro, les separó en su momento y ahora, atrapados por los rebeldes, amenaza con volver a hacerlo.
Ambos se debaten entre el amor que sienten y la incapacidad de entregarse el uno al otro de la forma incondicional que los cánones del amor romántico exigen.
Cuando no parecen sentir una especie de morboso placer autodestructivo en la constatación de su desgracia, en dispararse el uno al otro cínicas frases despechadas, el miedo a que la felicidad soñada exista les hace temblar.
Les ha costado mucho endurecerse en la interminable escuela del desengaño y, de cuando en cuando, se descubren intacta esa parte noble, capaz de ilusionarse y amar, que creían haberse amputado.
Como dice el viejo Don Jose en Grupo Salvaje: "Todos soñamos con volver a ser niños de nuevo, incluso los peores de nosotros. Quizá los peores más que ninguno"... Y desde luego Lily está entre las peores.
Su reputación la precede.
SARKOZY & BRUNI
Estaba tardando demasiado la política en formar parte del entramado mediático multimedia que alimenta los deseos y fascina las miradas de los opulentos habitantes de los países desarrollados.
Viviendo como vivimos en un mundo virtual de imágenes y discursos sólo hacía falta un héroe que se atreviera a dar el salto, desafiando los riesgos que semejante operación tiene. Después de todo, siguen existiendo personas que la reclaman a la política, por lo menos, parecer otra cosa diferente, más seria y alejada del entramado mediático que genera la sociedad de consumo para alimentarse a sí misma.
Y ha sido Sarkozy el primer político en atreverse.
Desde luego, la belleza de Carla Bruni es una buena ayuda para dar ese salto. Al final, lo único seguro es que caerá sobre sus brazos en una suite con olor a Chanel. Suficiente certeza para el masculino aventurero que Sarkozy parece ser en la foto.
Haya amor o no, la apuesta de Sarkozy es revolucionaria.
El objetivo es introducir la política en ese mundo aspiracional y virtual, convertirla en un palo más de la baraja e intentar sacar rédito de imagen y marketing.
Al final, no es otra cosa que buscar a los electores donde ellos se encuentran, situarse donde sus miradas se dirigen y, entonces, jugar con astucia sus cartas para conseguir su confianza y, finalmente, su voto.
Si para construir los discursos hay que pensar en el más simple y común de todos ellos, por qué no situarse simbólicamente dentro de los esquemas mentales que ese elector maneja.
En este sentido, Sarkozy es valiente y no tiene un pelo de tonto.
Sabe que el político comparte espacio y tiempo en los medios de comunicación, que su discurso forma parte de un indiferenciado caldo mediático consumido diariamente. Un caldo en el que la verdad (si es que existe) cada vez cuenta menos, teniendo que competir en igualdad de condiciones con otros aspectos como la oportunidad y la verosimilitud.
El discurso político mediatizado se ha simplicado tanto que perfectamente puede servirle para desarrollarse un clásico esquema folletinesco de héroes y villanos.
Y si Sarkozy quiere ser el héroe de nuestros sueños, tendrá que cumplir con una serie de requisitos. Por ejemplo, ya ha arrancado a varios rehenes de unas inclementes cárceles africanas, pero le quedaba, quizá, el reto más importante.
Todo héroe en toda historia que merezca la pena tiene que llevarse a la chica... y con la belleza de Carla Bruni por ahora lo está consiguiendo.
Asì la enamorada ex-top model es la mejor prueba de que la historia de Sarkozy es buena, merece la pena que sigamos con la atención puesta en ella y que la distingamos del resto de historias que cada día nos llegan peleando por un minuto de nuestra atención.
Qué menos puede obtener un héroe de nosotros, su público.
Estaba tardando demasiado la política en formar parte del entramado mediático multimedia que alimenta los deseos y fascina las miradas de los opulentos habitantes de los países desarrollados.
Viviendo como vivimos en un mundo virtual de imágenes y discursos sólo hacía falta un héroe que se atreviera a dar el salto, desafiando los riesgos que semejante operación tiene. Después de todo, siguen existiendo personas que la reclaman a la política, por lo menos, parecer otra cosa diferente, más seria y alejada del entramado mediático que genera la sociedad de consumo para alimentarse a sí misma.
Y ha sido Sarkozy el primer político en atreverse.
Desde luego, la belleza de Carla Bruni es una buena ayuda para dar ese salto. Al final, lo único seguro es que caerá sobre sus brazos en una suite con olor a Chanel. Suficiente certeza para el masculino aventurero que Sarkozy parece ser en la foto.
Haya amor o no, la apuesta de Sarkozy es revolucionaria.
El objetivo es introducir la política en ese mundo aspiracional y virtual, convertirla en un palo más de la baraja e intentar sacar rédito de imagen y marketing.
Al final, no es otra cosa que buscar a los electores donde ellos se encuentran, situarse donde sus miradas se dirigen y, entonces, jugar con astucia sus cartas para conseguir su confianza y, finalmente, su voto.
Si para construir los discursos hay que pensar en el más simple y común de todos ellos, por qué no situarse simbólicamente dentro de los esquemas mentales que ese elector maneja.
En este sentido, Sarkozy es valiente y no tiene un pelo de tonto.
Sabe que el político comparte espacio y tiempo en los medios de comunicación, que su discurso forma parte de un indiferenciado caldo mediático consumido diariamente. Un caldo en el que la verdad (si es que existe) cada vez cuenta menos, teniendo que competir en igualdad de condiciones con otros aspectos como la oportunidad y la verosimilitud.
El discurso político mediatizado se ha simplicado tanto que perfectamente puede servirle para desarrollarse un clásico esquema folletinesco de héroes y villanos.
Y si Sarkozy quiere ser el héroe de nuestros sueños, tendrá que cumplir con una serie de requisitos. Por ejemplo, ya ha arrancado a varios rehenes de unas inclementes cárceles africanas, pero le quedaba, quizá, el reto más importante.
Todo héroe en toda historia que merezca la pena tiene que llevarse a la chica... y con la belleza de Carla Bruni por ahora lo está consiguiendo.
Asì la enamorada ex-top model es la mejor prueba de que la historia de Sarkozy es buena, merece la pena que sigamos con la atención puesta en ella y que la distingamos del resto de historias que cada día nos llegan peleando por un minuto de nuestra atención.
Qué menos puede obtener un héroe de nosotros, su público.
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