domingo, octubre 05, 2008
sábado, octubre 04, 2008
Como máximo resulta entretenida esta intriga cyberpunk protagonizada por el "duro" Vin Diesel en un desastroso futuro victima del caliento global.
Trazas de argumentos interesantes destellan en algún momento de su no demasiado excesivo metraje para terminar desaparecidas en la vanalidad de una historia que enseguida termina entrando dentro de lo marcado por el estereotipo del género al que se adscribe.
De todos modos, resulta curioso el modo en que nuestra sociedad se imagina su futuro.
Nunca es un lugar agradable.
Y parece mentira, con la cantidad de comodidades y cosas que tenemos...
Seguramente, la humanidad, en conjunto, nunca ha alcanzado un estado de bienestar como el que ahora disfruta y sin embargo no somos capaces de imaginarnos un futuro donde la escasez y el desorden en mayor o menor medida no dejen de estar presentes.
Como si en el fondo e inconscientemente todos supiéramos que hay algo en la realidad que disfrutamos y consumimos que no está bien y nuestras ensoñaciones del futuro se convirtieran en síntoma por el que, a nivel social, esa disonancia se manifiesta.
"Formulará la hipótesis de que el sentido se reprime, de que no podemos decir ni aún pensar lo verdadero, porque una represión social nos prohibe de manera permanente el acceso a la verdad sobre nuestra situación y sobre el conjunto del sistema. La constante represión del habla social, de aquello no dicho dentro de los grupos, provendría así, en un último análisis, de la represión permanente del sentido en nuestra sociedad"
(Grupos, Organizaciones e Instituciones, Georges Lapassade)
Un sentido mercamente intrumental y funcional, basado en el mantenimiento de la supervivencia del sistema, quizá esté ocultando la realidad de otros sentidos que siguen existiendo como un perfume que nos inquieta y que sólo pueden manifestarse como síntomas en terminales exteriores como el argumento de un soporte de ocio.
PERSEPOLIS
jueves, octubre 02, 2008
Después de todo, se trata de la principal consecuencia
de una prolongada exposición al tiempo.
Desvanecerse poco a poco,
lentamente,
hasta por completo desaparecer.
Como si la vida
fuera un efímero y milagroso instante
de orden y equilibrio
sucediendo sobre una inmensa superficie
de constante y desordenada eternidad.
No hace falta recurrir a la ficción de un dios
para que uno se sienta sobrecogido y pequeño,
basta con escucharse la propia incertidumbre
latiendo, como una bomba de relojería, dentro,
muy adentro.
miércoles, octubre 01, 2008
martes, septiembre 30, 2008
sábado, septiembre 27, 2008
De produccidón británica y emitida por la BBC One, "Life on mars" es un interesante descubrimiento.
La serie cuenta la extraña historia del detective Sam Tyler, perteneciente a la policía de Manchester. Atropellado por un coche, Tyler despierta, sin un rasguño, aparentemente en el Manchester del año 1972.
En el episodio piloto, Tyler se debate entre la posibilidad de encontrarse en coma en un hospital del año 2006 o realmente haber viajado en el tiempo y encontrarse en su misma ciudadm treinta años atrás. Y lo hace mientras descubre evidencias que le llevan a comprender el modo de resolver el caso que le ocupaba antes del accidente, adelante en el tiempo.
Pero, y sin duda, lo más interesante que "Life on mars" ofrece, envuelto en el papel dorado de la comedia, es el choque cultural entre dos generaciones. Los refinados modos de Tyler chocan frontalmente con el espíritu de toda una época encarnada principalmente por su superior, el inspector Hunt, un absoluto y completo ejemplar de macho alfa sin romanizar.
Sin lugar a dudas, la ciudad de Manchester se ha convertido en un planeta distinto al que Tyler estaba acostumbrado a habitar.
Seguramente, Marte.
jueves, septiembre 25, 2008
miércoles, septiembre 24, 2008
THE WIRE... FINAL
En su final, la quinta temporada de The wire deja las cosas preparadas para volver a empezar. Sobre el tablero que con sus avenidas, callejones, despachos, bares y sotanos compone la ciudad de Baltimore los personajes se disponen a empezar una nueva partida.
Sólo los rostros han cambiado.
En la emocionante media hora final, uno puede intuir un nuevo Omar, un nuevo McNulty, un nuevo Buggs tramándose en los rostros de unos personajes a los que durante cinco temporadas hemos visto desarrollarse hasta llegar a ese punto de inicio.
Nada se ha perdido. La energía de la vida se ha transformado. Su circulo sin fin es un eterno retorno de lo mismo y sobre esa infinita ronda de cuerpos y almas, Baltimore, la jungla de cemento, barro y cristal se presenta como el mejor de los escenarios.
Distintos rostros, mismos roles.
El viaje desde las cochambrosas esquinas hasta el lujoso despacho del alcalde siempre puede volver a producirse.
Los individuos pasan, sobreviven, obtienen ventaja o salen perjudicados, se redimen o se pierden en el negro abismo de su mismidad, pero el ciego mecanismo que los devora permanece.
martes, septiembre 23, 2008
sábado, septiembre 20, 2008
Todo el mundo pierde algo que quiere o desea en The Yards. Nadie sonríe salvo al principio, cuando Leo Handler (Mark Wahlberg) regresa al hogar después de haber pasado una temporada en la cárcel. Pero las cosas enseguida si complican, siguiendo una especie de negro karma de la acción, como si ese estado de felicidad fuera un engañoso espejismo que no tarda en disiparse por obra de uno u otro de los personajes implicados en una trama que aparece poco a poco, conforme Leo Handler, de la mano de su amigo Willie Gutierrez (Joaquin Phoenix) se interna en el complicado mundo que rodea al ferrocarril metropolitano de Nueva York.
Buscando rehacer su vida, Handler estará a punto de perderla al encontrarse por casualidad en el centro de una peligrosa trama de complicadas intrigas y fraudulentos intereses en los que su propia familia se verá implicada como sujeto agente y paciente.
Aunque esté rodada en color, The Yards es una película en blanco y negro en la que las miradas, silencios y palabras justas no siempre dichas a tiempo se suceden mientras el destino va sucediendo inexorablemente a golpe de errores y aciertos de todos los personajes que la protagonizan.
Malas familias y malas calles.
Merece la pena verla.
jueves, septiembre 18, 2008
Mi proceso de transformación continúa avanzando inexorablemente.
Y la verdad es que la flamente victoria del Atlético de Madrid en Eindhoven me pareció más un partido del Real Madrid que otra cosa. Superioridad, tranquilidad, calma, control... Ni Pernía ni Pablo, porque no jugaron, ni Perea -que lo intentó- aparecieron para ponerme el corazón en un puño con su absoluta falta de talento para tratar el balón, su principal herramienta de trabajo... Todavía recuerdo con pavor el sorprendente "tirito" de Perea, sólo, en su propia área y contra su portería, que nos pudo haber eliminado de la Liga de Campeones ¡Inexplicable! Tuve que mirar a mis mayores, a mis mentores, para saber cómo actuar cuando un defensa de tu propio equipo remata contra tu propia portería, en un partido clave... Estaba en el campo, muy cerca del banquillo del Schalke y hasta los propios alemanes se llevaron las manos a la cabeza... ¡Pasmoso!
Todo aquello faltó en Eindhoven... Quizá algún susto cuando el equipo, al comienzo de la segunda parte, se hechó hacia atrás y le dió la oportunidad al PSV, un equipo de seminario, de probar puntería.
Por un momento, lo eché de menos.
Si ganamos la Liga de Campeones debe ser al modo atlético. Mediante el exceso, con goles de último minuto y noches de remontadas memorables que a punto están de estropear los propios futbolistas con inexplicables errores.
Y, por supuesto, sin besarse en los cambios. Esas son cosas del Madrid. Los jugadores del Atletico deben venir besados (y follados) de casa.
Reencuentros con lo importante, las cosas que más directamente tienen que ver con la vida que -nos guste o no- nos lleva (la gravedad del sindrome postvacacional definirá el grado de oscuridad o luminosidad de ese gusto), y con lo que no lo es tanto... aunque, yo pienso, como ese personaje de The wire condenado al fracaso, que todo importa.
En fin... Esa es otra historia. El asunto que provoca estas líneas tiene que ver con el reencuentro y particularizo en los debates políticos en los medios. Y como era de esperar nada sorprende a los tertulianos profesionales.
La crisis, el estallido de la burbuja inmobiliaria, era algo que estaba allí. Por supuesto, nadie hace mención al discurso dominante en favor de la locura, de la avaricia y otros cuantos pecados capitales. Simplemente, se recuperan viejos articulos esquinados, las palabras de personajes cuyo discurso nadie, por aquel entonces, cuando nos vendiamos los unos a los otros las cosas por diez mil veces su valor, tomaba en serio.
El cuarto poder es un poder y, como tal, no puede equivocarse.
Los mismos que jamás cuestionaron aquel estados de las cosas cuando funcionaba, ahora construyen un discurso a diez mil kilómetros de la sorpresa, centrado en el conocimiento absoluto de que lo está sucediendo era algo esperado.
Por encima de lo que en cada momento digan, necesitan legitimarse como opinadores profesionales.
La veracidad por encima de la verdad... suponiendo que ésta haya existido alguna vez y no sea uno de esos cuentos que a los adultos nos cuentan, o nos contamos, para por las noches poder conciliar el sueño.
El gran teatro del mundo jamás baja el telón.
Sobre sus tablas, el animal humano pone por obra la ilusión de que puede dejar de serlo, pero, en el fondo, emociones y necesidades más básicas nos mueven. Y sólo cuando, cada día, esas basicidad está satisfecha tenemos tiempo para construir una imagen mucho más decentes de nosotros mismos... que quizá hayamos mentido, que quizá hayamos robado, que quizá nos hayamos callado los inconvenientes de nuestra burbuja inmobiliaria sólo por ir a favor de la corriente.