LA VIE ET RIEN D'AUTRE
Dirigida en 1989 por Bertrand Tavernier, "La vida y nada más" sucede en el inmediato tiempo posterior al término de la I Guerra Mundial.
Sobre el paisaje después de la batalla en cuyo devastado terreno el fantasma de aquella todavía está presente, la película sigue los pasos del Comandante Delaplane (magnífico Phillipe Noiret), un ingeniero del ejército francés encargado de la interminable y difícil tarea de identificar a los soldados caídos durante el conflicto.
En torno a este esfuerzo de Delaplane una serie de personajes se mueven en busca de sus seres queridos, volcados en un pasado que intentan cerrar localizando lo que queda del ser querido desaparecido.
Pero lo más importante de esta hermosa película, seguramente una de las mejores de la larga y rica filmografía de Tavernier, es la puesta por obra del milagro de la vida misma como el propio nombre de la película indica.
En ese paisaje destrozado y lleno de cicatrices aparecen también los primeros frutos del esfuerzo por continuar adelante de quienes han quedado: los campos se roturan, las casas vuelven a construirse... La vida se abre paso sobre lo que fue un paisaje de muerte.
Y ésto se extiende a los propios seres humanos que volcados en la necesidad de poner una etiqueta al dolor y cerrar el pasado se ven sorprendidos por nuevas emociones y sentimientos que afloran casi de manera inesperada, por el simple contacto en el tiempo.
Por encima del eterno recuerdo de la guerra y el dolor que su tarea le obliga a sentir, Delaplane no podrá evitar que la vida también siga en él y se enamorará de Madame de Courtil, una viuda hermosa que también está en busca de su marido y que empezó siendo un engorroso problema para él.
El triste pasado y el esperanzador futuro desplegarán sus alas, respectivamente, negras y blancas ante el humano asombro de unos personajes que esforzadamente intentan construir un sentido sobre lo que queda de sus vidas.
Y todos descubrirán que la vida ya les está esperando, fértil, más allá de la dolorosa cárcel del propio recuerdo.
El plan infinito y tiene previsto algo para cada uno de ellos.
Brillante.
Dirigida en 1989 por Bertrand Tavernier, "La vida y nada más" sucede en el inmediato tiempo posterior al término de la I Guerra Mundial.
Sobre el paisaje después de la batalla en cuyo devastado terreno el fantasma de aquella todavía está presente, la película sigue los pasos del Comandante Delaplane (magnífico Phillipe Noiret), un ingeniero del ejército francés encargado de la interminable y difícil tarea de identificar a los soldados caídos durante el conflicto.
En torno a este esfuerzo de Delaplane una serie de personajes se mueven en busca de sus seres queridos, volcados en un pasado que intentan cerrar localizando lo que queda del ser querido desaparecido.
Pero lo más importante de esta hermosa película, seguramente una de las mejores de la larga y rica filmografía de Tavernier, es la puesta por obra del milagro de la vida misma como el propio nombre de la película indica.
En ese paisaje destrozado y lleno de cicatrices aparecen también los primeros frutos del esfuerzo por continuar adelante de quienes han quedado: los campos se roturan, las casas vuelven a construirse... La vida se abre paso sobre lo que fue un paisaje de muerte.
Y ésto se extiende a los propios seres humanos que volcados en la necesidad de poner una etiqueta al dolor y cerrar el pasado se ven sorprendidos por nuevas emociones y sentimientos que afloran casi de manera inesperada, por el simple contacto en el tiempo.
Por encima del eterno recuerdo de la guerra y el dolor que su tarea le obliga a sentir, Delaplane no podrá evitar que la vida también siga en él y se enamorará de Madame de Courtil, una viuda hermosa que también está en busca de su marido y que empezó siendo un engorroso problema para él.
El triste pasado y el esperanzador futuro desplegarán sus alas, respectivamente, negras y blancas ante el humano asombro de unos personajes que esforzadamente intentan construir un sentido sobre lo que queda de sus vidas.
Y todos descubrirán que la vida ya les está esperando, fértil, más allá de la dolorosa cárcel del propio recuerdo.
El plan infinito y tiene previsto algo para cada uno de ellos.
Brillante.
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