PÉPÉ LE MOKO
Una de las grandes aportaciones del cine francés a la historia del cine es el realismo poético.
Durante la década de los treintas del siglo pasado directores como Jean Renoir, Marcel Carné o Julien Duvivier se dedicaron a filmar tremendos dramas románticos en los que el deseo de los protagonistas colisionaba de manera violenta con las circunstancias materiales y escasas, por una u otra razón, de su propia vida.
Estas circunstancias terminaban por apartarles de una felicidad que, súbitamente y cuando menos lo esperaban, les ha salido al paso adoptando la forma del más arrasador amor romántico.
Los protagonistas de estas historias, que siempre suceden en los arrabales de las grandes ciudades, son solitarios náufragos del oleaje de la gran ciudad. Personajes proletarios o directamente fuera de la ley que sobreviven como pueden a su propio fracaso en la abandonada playa del callejón o de la calle oscura.
Dirigida en 1938 por Julien Duvivier, "Pépé le Moko" es una de las obras cumbres del realismo poético y, por lo tanto, del cine francés y por extensión del cine mundial.
La película tiene el nombre de su protagonista, un delincuente que huyendo de Paris ha encontrado impenetrable hogar y protección en la casbah de Argel. Allí, escapando una y otra vez de la policía, continúa con su vida de delito hasta que se cruza en su camino una turista francesa, amante de un millonario, de la que Pépé se enamora perdidamente y que le resultará tan inalcanzable como el París que ambos añoran.
La turista se convertirá en el punto débil que todos los enemigos del delincuente estaban esperando.
A través de ese amor que termina materializándose entre los melancólicos recuerdos compartidos de un París que queda demasiado lejos, Pépé sentirá la magnitud de su fracaso, un fracaso que le hará ver como una cárcel lo que antes era su protectora casbah.
Como a todos los personajes que protagonizan estas historias de realismo mágico, la perdición les llegará a partir de la debilidad que, en el mundo calculador y cruel en que se encuentran, supone el descontrol del sentimiento.
La melancolía y el amor son sentimientos que en realidad Pépé no puede permitirse si quiere sobrevivir en el mundo que ha llegado a construirse, pero la tragedia está en que ni lo sabe ni tampoco, de saberlo, podría evitarlo.
Su protagonista, Jean Gabin, se convirtió en estrella mundial dando vida a este tipo de personajes, tipos duros que tarde a temprano se vuelven vulnerables hasta la destrucción al experimentar ese desmoronamiento sentimental... Y los bordaba. Su interpretación en esta película es un ejemplo de su inolvidable talento sin igual.
"Pépé le Moko" es una obra maestra absoluta e inolvidable... Un clásico como "Casablanca" le debe mucho (por decirlo de manera elegante)
Una de las grandes aportaciones del cine francés a la historia del cine es el realismo poético.
Durante la década de los treintas del siglo pasado directores como Jean Renoir, Marcel Carné o Julien Duvivier se dedicaron a filmar tremendos dramas románticos en los que el deseo de los protagonistas colisionaba de manera violenta con las circunstancias materiales y escasas, por una u otra razón, de su propia vida.
Estas circunstancias terminaban por apartarles de una felicidad que, súbitamente y cuando menos lo esperaban, les ha salido al paso adoptando la forma del más arrasador amor romántico.
Los protagonistas de estas historias, que siempre suceden en los arrabales de las grandes ciudades, son solitarios náufragos del oleaje de la gran ciudad. Personajes proletarios o directamente fuera de la ley que sobreviven como pueden a su propio fracaso en la abandonada playa del callejón o de la calle oscura.
Dirigida en 1938 por Julien Duvivier, "Pépé le Moko" es una de las obras cumbres del realismo poético y, por lo tanto, del cine francés y por extensión del cine mundial.
La película tiene el nombre de su protagonista, un delincuente que huyendo de Paris ha encontrado impenetrable hogar y protección en la casbah de Argel. Allí, escapando una y otra vez de la policía, continúa con su vida de delito hasta que se cruza en su camino una turista francesa, amante de un millonario, de la que Pépé se enamora perdidamente y que le resultará tan inalcanzable como el París que ambos añoran.
La turista se convertirá en el punto débil que todos los enemigos del delincuente estaban esperando.
A través de ese amor que termina materializándose entre los melancólicos recuerdos compartidos de un París que queda demasiado lejos, Pépé sentirá la magnitud de su fracaso, un fracaso que le hará ver como una cárcel lo que antes era su protectora casbah.
Como a todos los personajes que protagonizan estas historias de realismo mágico, la perdición les llegará a partir de la debilidad que, en el mundo calculador y cruel en que se encuentran, supone el descontrol del sentimiento.
La melancolía y el amor son sentimientos que en realidad Pépé no puede permitirse si quiere sobrevivir en el mundo que ha llegado a construirse, pero la tragedia está en que ni lo sabe ni tampoco, de saberlo, podría evitarlo.
Su protagonista, Jean Gabin, se convirtió en estrella mundial dando vida a este tipo de personajes, tipos duros que tarde a temprano se vuelven vulnerables hasta la destrucción al experimentar ese desmoronamiento sentimental... Y los bordaba. Su interpretación en esta película es un ejemplo de su inolvidable talento sin igual.
"Pépé le Moko" es una obra maestra absoluta e inolvidable... Un clásico como "Casablanca" le debe mucho (por decirlo de manera elegante)
No hay comentarios:
Publicar un comentario