Y sucede la espera,
Suceden esos días inmóviles
En los que el tiempo parece no contar
(pero cuenta),
se transparenta
(pero permanece),
mientras escasea la certeza
sobre la mesa donde la cena yace,
dispuesta y polvorienta.
aguardando a los invitados
que, uno por uno, educadamente
excusan sus prescindibles presencias
en la desnudez helada de cada hora en punto
silenciosamente por los relojes pronunciada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pasión o sumisión: lo que el fútbol argentino enseña al Atleti

La paradoja trágica de Charlie Kirk