No fue fácil.
La perpetúa obstinación por ser,
por la firme sucesión de errores
mantenidos en el tiempo
cristalizada en carácter,
fundamentalmente, y entre otras cosas
porque no quedó más remedio,
porque al final, siempre, se acababa el tiempo
y después de todo algo había que ser,
lo que quedaba,
lo que había,
la única voz que se escuchaba
cuando todo callaba
y uno descubría que el silencio no era tal,
poco más que un torpe y turbio invento.
No fue fácil
y aun lo sigue siendo.
La perpetúa obstinación por ser,
por la firme sucesión de errores
mantenidos en el tiempo
cristalizada en carácter,
fundamentalmente, y entre otras cosas
porque no quedó más remedio,
porque al final, siempre, se acababa el tiempo
y después de todo algo había que ser,
lo que quedaba,
lo que había,
la única voz que se escuchaba
cuando todo callaba
y uno descubría que el silencio no era tal,
poco más que un torpe y turbio invento.
No fue fácil
y aun lo sigue siendo.
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