"En grupos sociales más primitivos, las deudas a los demás se limitan y se pueden perdonar, mientras que con la llegada de los imperios y el monoteismo, la deuda social o divina de cada uno se vuelve de hecho impagable. El cristianismo perfeccionó dicho mecanismo: su dios todopoderoso implicaba una deuda que era infinita; al mismo tiempo, la propia culpa por no pagarla quedaba interiorizada. La única manera que tenía cada uno de devolverla de alguna manera era a través de la obediencia: a la voluntad de dios, a la iglesia. La deuda, al controlar los comportamientos pasados y futuros e influir sobre la moral, suponía una formidable herramienta gubernamental. Lo único que le faltaba era secularizarse",
No hay comentarios:
Publicar un comentario