domingo, abril 26, 2015

The Homesman

La frontera es un componente esencial tanto de lo imaginario como de lo simbólico a la hora de contextualizar y configurar el discurso ideológico de lo americano.

Ese proceso de casi doscientos años en el que, desde las costas del Este, los pioneros iniciaron la colonización hacia el Oste del territorio de lo que hoy es Estados Unidos forma parte esencial de la identidad norteamericana.

Por eso, y en general, la aproximación al mismo que la cultura norteamericana ha hecho desde las diferentes posibilidades de expresión artística siempre ha tenido un componente positivo, cuando no directamente hagiográfico.

Sin embargo, pocas han sido las aproximaciones naturalistas al brutal esfuerzo que, desde la perspectiva del pionero, supuso esta solitaria lucha del hombre con los elementos.

El Oeste no sólo concebido como una tierra de esperanza y promisión sino también como una peligrosa costa contra la que esa esperanza podía naufragar, que podía proporcionar las agonías sufcientes como para desear la muerte en lugar de un futuro y promisión.

Con la inclusión de alguna pincelada, la cotidiana y arriesgada vida del pionero ha pasado relativamente inadvertida en el relato del Oeste, cediendo su lugar en la representación de su conquista a un discurso triunfalista y colonial en el que la inteligencia del hombre blanco terminaba por abrirse paso a través de los mil y un peligros que encerraba una naturaleza rica, pero hostil y peligrosa de la que el salvaje por supuesto formaba parte.

No ha habido lugar para el fracaso en la historia del principal éxito del sueño americano: la conquista del Oeste.

Sin embargo, "The Homesman" nace con vocación de minoría pretendiendo poner una pica en el Flandes de esa ausencia y lo hace de manera magistral. Porque, y para mi gusto, "The Homesman" es una obra maestra que ahonda en las raíces descarnadas de la conquista del Oeste.

Recordándonos que esa conquista quizá fuese, como diría el poeta, una suma de todos los fracasos, el empeño obstinado en el error de seguir adelante como ilustra la película con su precioso y melancólico final en el que esa frontera soñada se convierte en una vacía ninguna parte a la que, sin demasiada esperanza, regresar.

"The Homesman" quiere hablarnos de los derrotados, de los perdidos, de los desesperanzados y lo hace con evidentes maneras de obra maestra, centrándose en las mujeres que fueron al Oeste, dandoles la palabra para mostrar ese lado oscuro e impertinente que siempre nos quiere arruinar la rutilante fiesta de los mitos.

Nos cuenta la historia de Mary Bee Cudy, espléndida Hillary Swank como siempre interpretando a una mujer sola y desesperada por no estarlo que decide asumir la peligrosa tarea de conducir de regreso a la civilización a otras tres mujeres a quienes la vida les ha dado más de lo que han podido soportar.

En su camino encontrará a George Briggs. brillante Tommy Lee Jones interpretando a un vagabundo sin futuro cuyo destino se verá transformado por el valor y la obstinación de Mary Bee.

Pero "The Homesman" es además un hermoso viaje por un territorio salvaje e inclemente con la debilidad, en la que uno entiende enseguida que es tan fácil perder la vida como la razón.

Descarnada y sin concesiones, alejada de cualquier ternurismo y sentimentalismo que no esté en los ojos desesperados con el que Mary Bee Cuddy ve un mundo cruel que en absoluto alberga un lugar para la esperanza que ella tanto anhela.

Y aunque es cierto que "The Homesman" es una película en que la mujer tiene un gran peso, lo más importante que aporta para mi gusto es toda una poética esencial sobre la levedad de lo que significa ser un ser humano en la tierra, siempre sometido a los dictados de la suerte o del propio destino.

Como un buen verso, "The Homesman" es una oscura ave que se te queda posada en algún lugar detrás de la cabeza después de atravesarte la mirada como una sombra.

Obra maestra.

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