lunes, mayo 07, 2007

"Esos ilustrados antimodernos (para decirlo en el léxico paradójico del ensayista Antoine Compagnon) reprochan también a la izquierda su incapacidad para un examen empírico de los problemas. La cuestión quedó perfectamente de manifiesto en el debate que enfrentó a Sarkozy y a Royal. Mientras el primero enumeraba posibles soluciones (algunas, desde luego, muy discutibles), la segunda procedía habitualmente por "elevación poética", exigiendo del elector que le diera su confianza. El procedimiento está vinculado con otra característica de la izquierda, no sólo visible en Francia: la exhibición, a veces muy obscena, de una insondable superioridad moral. El momento más álgido de Royal en ese debate se produjo en torno a una discusión sobre la atención a los minusválidos. Y no fue, desde luego, porque sugiriera alguna novedad deslumbrante: sólo era que por fin había encontrado la grieta por donde colar lo que le traía de cabeza: la necesidad de exhibir el lado despiadado de su adversario y la evidencia, mil veces probada, de que la derecha está en el mundo para hacer el Mal. Naturalmente, cada vez hay menos gente que crea en esa vocación de la derecha. Mucho más después de la caída del mundo comunista y la sostenida evidencia de los millones de cadáveres y de la vida servil y estéril construida en nombre del Bien."
(Arcadi Espada)

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