SILENCIO
No es posible callar.
No es posible esperar a que la investigación se resuelva.
Es una mera cuestión de física.
Hay espacios y tiempos que cubrir. Hojas de periódico que están vacías, espacios televisivos que necesitan ser cubiertos.
La dialéctica de los medios es otra muy diferente a la dialéctica de aquellos que buscan la presunta verdad de las cosas. Los medios no pueden esperar a que una investigación termine. Habrá pasado el tiempo y todo el mundo se habrá olvidado. Otras desgracias y otras alegrías, las menos, habrán sucedido ocupando un lugar preponderante en la mente de los espectadores o lectores.
Lo que importa es el momento, el aquí y el ahora en que aún está presente en nuestras mentes la huella de la desgracia recién sucedida. Por éso, tienen que elevar el resbaladizo territorio de las especulaciones a un lugar parecido al que podría ocupar la verdad. Deben hacerse ecos de comentarios, de dudas, de impresiones. Tienen que dar eco a las víctimas que en su dolor exigen imposibles.
Ni Spanair ni nadie puede tener las respuestas que ellos buscan en dos días.
Probablemente ni siquiera buscan respuestas, sólo un sádico juego de dolorida venganza exigiendo escuchar lo que el dolor les susurra a los oidos con voz incandescente pero las victimas dan mucho juego. Siempre lo dan. Emoción en estado puro y bruto, pero la misma emoción. El mismo espectáculo que no lleva a ninguna parte, pero que llena espacios y tiempos.
El silencio no es posible.
Hay que decir, hablar, de lo que no se conoce a ciencia cierta y agotar el filón mientras dura. Cualquier hipótesis es válida. Lo único que importa es encontrar a alguien con los suficientes pocos escrúpulos o con la necesaria buena voluntad como para pronunciarlas.
Los medios no pueden esperar y a falta de algo sólido que echarse a la boca se hacen eco sin el menor escrúpulo del ruido, del mercado de juicios y opiniones que se esconde tras el desastre. Si alguien cree que la mala situación económica de Spanair tiene que ver con el desastre se le da el mismo espacio que el viejo piloto que cree que una sucesión de eventos desafortunados y no una solo el causante del desastre.
No hay estándares.
Sólo espacios y tiempos que diariamente, como bocas hambrientas, claman por ser satisfechos.
Bien dicho, hablamos por hablar. Cuando lo que toca es callar y escuchar.
ResponderEliminarUn saludo, Tino
Totalmente
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