No descubro nada cuando digo que el cine de Guy Ritchie es un cine de alto voltaje, adrenalínico, frenético.
Los descensos que Ritchie hace a los bajos fondos de Londres, con sus peculiares personajes que hablan el inglés con extraños e incomprensibles acentos, son descensos en una montaña rusa que Ritchie sabe pilotar a la perfección.
El ritmo que Ritchie impone es el de los rigores de la vida moderna en la ciudad... impaciente, exigente, impactante. La vida en la jungla no es un tranquilo paseo por el parque y el propósito de Ritchie es recordarnoslo tanto en fondo como en forma.
Cada día me gusta revisar las películas de Ritchie y entre las joyas de su corona eléctrica se encuentra "Snatch".
En su complicada trama en torno a un diamante y un combate de boxeo que debe ser amañado convergen una serie de líneas argumentales protagonizadas por diferentes personajes, a cual más interesante, generando con sus acciones, acertadas o torpes, una complicada trama sincopada que envuelve y enreda al espectador que asiste de asombro en asombro al desarrollo de una historia en la que cualquier cosa puede suceder... porque de hecho cualquier cosa es lo que está sucediendo.
Ritchie tiene talento para narrar y, lo que es más interesante, para hacerlo de una forma nueva añadiendo velocidad a la historia con montajes rápidos que describen situaciones... por ejemplo, el modo en que cuenta el vuelo de Avi desde Nueva York o Londres.
Ritchie tiene talento para construir historias complicadas y llenarlas de la suficiente energía como para que el espectador, con la verosimilitud que genera ese energía, no cuestione la azarosa locura que a veces nos muestra.
Ritchie tiene talento para pensar personajes interesantes, diferentes y para hacerlos creíbles con unos diálogos que destilan gracia y genio.
Son demasiados talentos que hacen de "Snatch" una película que siempre apetece ver.
Brillante.
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