viernes, abril 02, 2010

DIOS Y LA NUEVA FÍSICA

Ya he escrito en alguna ocasión las sorprendentes coincidencias, en el sentido con que Jung convertía a las casualidades en afinidades electivas, que suceden entre la física y la religión.

Un ejemplo de la existencia de estas afinidades electivas es "Dios y la nueva física" escrito por el físico australiano Paul Davies.

El objetivo de Davies es ambicioso... Pasar revista al panorama de la física actual buscando el lugar que la idea de Dios puede ocupar en la nueva imagen del mundo que se deduce del trabajo de aquella.

Interesante propósito, entre otras cosas, por invertir la dirección de la relación entre ciencia y religión. Ya no se trata de cómo encaja la ciencia en un mundo definido por la religión sino cuál puede ser lugar de la religión en un mundo definido por la ciencia.

Interesante propósito, entre otras cosas, por no pagar a la religión con la misma moneda con la que ésta ha venido pagando el trabajo de los científicos.

El libro se estructura en 17 capítulos cada uno de ellos centrados en aspectos claves de la investigación científica: le génesis del universo, el origen de la vida, la estructura fundamental de la materia, los agujeros negros, el fin del universo... Y todos ellos desde la perspectiva de encontrar un lugar en todo el aparataje de hipótesis y teorías que ha venido generando la física para una explicación holística y finalista como la religiosa.

Tengo que decir que todos los capítulos han tenido para miel mismo nivel de interés, si bien el atractivo del libro de forma general es incuestionable... aunque sólo sea, si uno no busca a Dios y prefiere que Dios le busque a él (como es mi caso), por la atractiva composición del paisaje de la Física actual, incluyendo nuevas tendencias y desafíos.

En cuanto a Dios y su presunta capacidad creadora, el libro arroja pasmosos planteamientos que podrían llegar a explicar incluso ideas tan aparentemente poco cientíticas como la creación de algo desde la nada (que nunca es tal si uno hace caso a la física cuántica):

"Según este original argumento, el Cosmos entero surge de la nada, en completo acuerdo con las leyes de la física cuántica, y crea sobre la marcha toda la materia y la energía necesarias para construir el Universo que vemos en la actualidad. Explica, por tanto, la creación de todas las cosas físicas, incluyendo el espacio y el tiempo. En lugar de postular una singularidad desconocida para poner en marcha al Universo (ver capítulo 2), el modelo del espaciotiempo cuántico intenta explicar todas las cosas dentro del contexto de las leyes de la física. Se trata de una hipótesis impresionante. Estamos acostumbrados a la idea de "dar para recibir", pero la idea de obtener algo a cambio de nada (o a partir de nada) nos resulta extraña. Sin embargo, el mundo cuántico produce rutinariamente algo a cambio de nada. La teoría nos dice que gracias a la gravedad cuántica podríamos obtener todas las cosas a cambio de nada. Hablando sobre el tema, el físico Alan Guth señaló: «Se dice a menudo que "en el fondo nadie regala nada". El Universo, sin embargo, es un regalo genuino.»"
(pp, 186)

Y en este aspecto, las cosas tal y como las conocemos no necesitan en su origen de una voluntad creadora que con su palabra haga que todo sea lo que es.

Otra cosa muy diferente de la acción que supone la concreción en acto de lo que es sólo potencia, es la definición de esa propia potencialidad.

Porque la gran pregunta que queda pendiente de la lectura del libro de Paul Davies es porqué el universo se rige por estas leyes y no otras:

"Pero ¿qué podemos decir de las leyes? Deben estar "ahí' al comienzo para que el Universo pueda surgir. La física cuántica debe existir (en algún sentido) a fin de que una transición cuántica pueda generar el Cosmos. Muchos científicos creen que preguntarse por qué las leyes de la física son las que son no tiene ningún sentido, o al menos no es una pregunta que pueda responderse en términos científicos. Otros han razonado "antrópicamente", sosteniendo que las leyes deben ser tales que admitan observadores. Sin embargo, existe otra posibilidad más remota. Quizá las leyes (o la superley definitiva) emergerán de un único principio físico lógicamente posible"

Sin afirmarlo taxativamente Davies deja abierta la posibilidad de una posible organización de las leyes que rigen nuestro mundo tras la cual se esconda una inteligencia creadora. No se cierra en banda a la posibilidad de intentar intuir la naturaleza y extensión de todo el bosque en lugar de internarse en él identificando la naturaleza de cada árbol.

Y esas explicaciones holísticas, son afirmaciones que poco difieren en su naturaleza de lo que un creyente pueda firmar de la naturaleza de un mundo que, como decía el escritor, es ancho y ajeno.

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