lunes, febrero 06, 2012

EL PUENTE SOBRE EL RIO KWAI


Dentro de la compleja e interminabale relación que, cuando no es una creación argumental original, el cine tiene con los referentes narrativos que le dan pie para decantarse en imágenes, "El puente sobre el río Kwai" reproduce uno de los esquemas clásicos: el de la imagen que devora al texto.

Estoy convencido de que no habría leído este relato de Pierre Boulle de no haber sido llevado al cine por David Lean y Sam Spiegel a finales de la década de los cincuentas del siglo pasado. Es más. Estoy convencido de que el libro estaría aun más profundamente olvidado de lo que hoy en día está.

La peor cualidad de la novela de Pierre Boulle es que, y de manera sorprendente, no ofrece mucho más que lo que el espectador de la película encuentra en las imágenes de la película.

La introspección en la psicología de los personajes que el lector encuentra en la novela es tan superficial y esquemática que sin duda puso las cosas fáciles a los guionistas para trasladar al guión la práctica totalidad de sentimientos y motivaciones.

Y por si misma resulta insatisfactoria, emociones que no emocionan expresadas de forma monótona y convencional.

Leyendo el libro quién les escribe esperaba encontrar alguna clave más para entender el misterio del Coronel Nicholson, ese militar que por cumplir su función de mantener la disciplina de sus tropas es capaz de ponerse del lado de sus captores y construir un puente que puede suponer la derrota militar de su país. Siempre me pareció interesante este personaje, siempre me pareció que la película le expresaba de manera tímida, temerosa quizá con la necesidad de expresar un personaje tan heterodoxo en un producto que iba destinado a la inmensa mayoría y siempre he echado de menos una profundización en esa vertiente en la película... Pero es que, y tras leer el libro, uno se queda igual.

Es el mismo Coronel Nicholson, ese monstruo creado por siglos de disciplina ideológica colonial que precisamente por cumplir aquella función para la que existe está a punto de acabar con el mismo sistema de valores en el que ha sido adoctrinado construyendo ese puente que puede permitir a Japón llegar hasta la India.

Lo más difícil de contar siempre es el absurdo y lo es entre otras cosas porque lo que diferencia a la ficción de la realidad es que aquella siempre tiene que tener sentido.

"El puente sobre el rio Kwai" es una buena prueba de ello.

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