domingo, agosto 03, 2003

'El cielo sobre Berlín'.
La ciudad y los ángeles que escuchan todo ese mar de almas que constantemente no dejan de hablar, de pedir, de lamentar navegando los mil y un caminos de la gran ciudad.
Me encanta esta película, sobre todo esta canción infantil que, si mal no recuerdo, pierde su entonación de canción infantil en el doblaje al español:
“Cuando el niño era niño, era el tiempo de estas preguntas. ¿Por qué soy yo y no soy tú?. ¿Por qué estoy aquí y no allá?. ¿Cuándo empezó el tiempo y donde acaba el espacio?. ¿Es la vida bajo el sol tan sólo un sueño?. Lo que veo y oigo y huelo ¿no es sólo la apariencia de un mundo frente al mundo?. ¿Realmente existen el mal y la gente que es mala?. ¿Cómo es posible que yo que existo no haya sido antes de existir y que alguna vez yo, que existo ya no seré quien soy?.”
Aun me recuerdo conmovido por este principio de una historia que es un hermoso homenaje a lo que de precioso tiene nuestra precaria existencia de seres humanos: encontrarse en otros ojos, las palabras precisas, los más ajustados silencios, la compañía solidaria de los cuerpos, caricias, confidencias, el sol, la lluvia, la verdad del hoy y la fascinante incertidumbre de lo que pasará mañana cuando amanezcamos igual de ciertos que hoy, un poco más desgastados, un poco más viejos.
Una obra que continúa conmoviéndome hasta el final con su puesta de la poesía en movimiento a 24 imágenes por segundo.
Una obra que habla solo a aquellos que están dispuestos a escucharla, una joya que brilla entre el barro de esta época bárbara con pretensiones de grandeza ilustrada que nos ha tocado vivir.
Los que sienten y piensan muy pronto seran exterminados. Ya no existen poetas guerreros que les defiendan. Los persas caminan Termópilas arriba y apenas se les oponen 300 espartanos.
La historia cabalga también contra ellos.

1
TERMÓPILAS
Honor a aquellos que en sus vidas
se dieron por tarea el defender Termópilas.
Que del deber nunca se apartan;
justos y rectos en todas sus acciones,
pero también con piedad y clemencia;
generosos cuando son ricos, y cuando
son pobres, a su vez en lo pequeño generosos,
que ayudan igualmente en lo que pueden;
que siempre dicen la verdad,
aunque sin odio para los que mienten.

Y mayor honor les corresponde
cuando prevén (y muchos prevén)
que Efialtes ha de aparecer al fin,
y que finalmente los medos pasarán
(Konstantino Kavafis)

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