domingo, febrero 17, 2008

Es curioso.

Veo un reportaje sobre la nueva edición de ARCO y escucho cómo varios entrevistados valoran las obras que ven en función de si podrían ponerlas en su casa o no.

Y me da que pensar.

Ya no se trata de ponerlas en tu vida, porque te aportan u ofrecen el descubrimiento de una verdad trascendente, sino de ponerlas en tu casa. Que no desentonen con el resto de los objetos, puro valor simbólico, de cambio en el sistema de mis objetos, de las cosas que poseo.

Nada de valor de uso intelectual, inspirador de poderosas verdades eternas.

Un objeto más degradado al efecto de llamar la atención en el bosque de objetos que le rodean y que también buscan llamar la atención.

Reclamo y publicidad.

Puro mercado con una coartada en mayor o menor medida intelectual.

Arte disminuido a la condición de pura mercancía, para poner o para coleccionar.

Sensación, no impresión.

Opinión, no discurso.

Industria.

Palabra efímera que se pretende así porque deben existir muchas más palabras que pronunciar el año que viene.

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