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sábado, octubre 02, 2010

LA HISTORIA MÁS BELLA JAMÁS CONTADA

"El capitán Roy irrumpe con fuerza replicando la densa sombra de la muerte, que a punto parece celebrar la tragedia, gritando: - ¡abrid esos ojos, cobardes! ¡Dejad de creeros carroña! ¡Daos cuenta de lo que significa este viaje…despertad de vuestra miseria!-.Me pregunto de dónde sacará tanta fuerza…Roy prosigue con una potente voz salida de otro mundo: -¡navegar, antes incluso que vivir….!, hemos sobrevivido al monstruo del subconsciente, ¡Sentid la dicha de poder contarlo!, ¡Mamá tierra nos espera al otro lado…!,¡las gaviotas ya han aparecido sobre vuestras quemadas calvas…,!¡dejad de arrastraros, miserables, levantad la sonrisa y el cuerpo al abrazo uterino que esperabais!-"
(La historia más bella jamás contada, Jose Luis Serzo)

Sobrevivir al monstruo del subconsciente es la heroicidad que se nos propone cada día, la obligatoria tarea de imposible cumplimiento.
Más allá del desastre del naufragio, de la carnívora turbulencia del oleaje, espera el imposible espejismo de una playa de calma y paz.
Hacia allí, y no a otro lugar más sensato y cierto, hay que dirigirse.
Haciendo nuestra hasta limites insospechados esa locura, quizá la oscuridad se nos vaya de las manos y encontremos una imposible salida.

domingo, febrero 17, 2008

Es curioso.

Veo un reportaje sobre la nueva edición de ARCO y escucho cómo varios entrevistados valoran las obras que ven en función de si podrían ponerlas en su casa o no.

Y me da que pensar.

Ya no se trata de ponerlas en tu vida, porque te aportan u ofrecen el descubrimiento de una verdad trascendente, sino de ponerlas en tu casa. Que no desentonen con el resto de los objetos, puro valor simbólico, de cambio en el sistema de mis objetos, de las cosas que poseo.

Nada de valor de uso intelectual, inspirador de poderosas verdades eternas.

Un objeto más degradado al efecto de llamar la atención en el bosque de objetos que le rodean y que también buscan llamar la atención.

Reclamo y publicidad.

Puro mercado con una coartada en mayor o menor medida intelectual.

Arte disminuido a la condición de pura mercancía, para poner o para coleccionar.

Sensación, no impresión.

Opinión, no discurso.

Industria.

Palabra efímera que se pretende así porque deben existir muchas más palabras que pronunciar el año que viene.

viernes, febrero 16, 2007


ARCO 2007

De siempre, ARCO ha tenido para mi un extraño punto de mercado persa, de feria de la provocación y de la sorpresa en la que los charlatanes campan a sus anchas y en la que, tambíén, de cuando en cuando, brilla la luz clara de algún estimulante encuentro.

Y eso mismo ha sucedido en la edición de este año...

En Arco los visitantes pasean los pasillos en busca del espejo que refleje con precisión el destello del propio deseo y uno tiene la sensación de que la mayoría termina por encontrarlo. Es cuestión de tiempo.

En mi caso, un oscuro montaje sobre una sangrienta pelea de gallos y una hipnótica pieza de videoarte compuesta de retazos de viejas películas en blanco y negro estaban esperándome... y también alguna extraña maravilla pergueñada por algún artista coreano: una delicada flor metálica de parsimoniosos movimientos, una orgía de peluches gigantes... Inquietante la sensibilidad de los coreanos para el arte.... Inquietante y muy diferente, tan diferente como su visión de la política con peleas a muerte entre parlamentarios incluidas.

Corea... Otra peninsula tan bizarra como la nuestra, aunque sin duda con un diferente sentido de la bizarrez.

No me olvido, por último, de los niños y de su relación tan directa y básica con el arte, con los colores y las formas.

Divirtiéndose a su manera y disfrutando como el que más.

Señalando y diciendo: "purpura".

Señalando y riendo.

Corriendo de un lado a otro.

Haciendo arte de la vida misma.

Perfecto.

Perfecto.