"Qué sensación penosa y tremenda era levantarse de cuerpo entero ante la muerte, no esconderse ya de ella sino correr a su encuentro. Qué espantoso es morir joven.¡Vivir, ganas de vivir!. No existe en el mundo deseo más intenso que el de salvar una vida joven, una vida apenas vivida todavía. Ese deseo no vive en los pensamientos, es más fuerte que el pensamiento; existe en la respiración, en las aletas de la nariz, en los ojos, en los músculos, en la hemoglobina de la sangre que devora ávida el oxígeno. Es un deseo de tal magnitud que no se puede comparar con nada, cualquier medida es inadecuada. El miedo. El miedo antes del ataque..."
(Vida y destino, Vasili Grossman)
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