Las desvencijadas glorias del nuevo día
te saludan desde el olvidado sueño de su herrumbre.
Por un momento olvidas las negras alas
de los qués, los cuándos y los cómos.
Te detienes bajo la dudosa luz del sol.
Su calor es tibio... pero la incertidumbre
de su volátil abrazo te basta.
Apenas unos segundos...
tu escuálido porvenir te aguarda.

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