Alemania está a punto de conseguir culminar su obsesión.
Tras dos guerras mundiales en el pasado siglo XX, al fin va a conseguir cargarse Europa en este siglo XXI sin recurrir a la violencia física, pero usando la violencia ideológica del neoliberalismo y la economía como medio.
Pudo ser sencillo resolver la crisis de la deuda de los países europeos.
Hubiera bastado con hacer que el Banco Central Europeo se comprometiera públicamente a comprar la deuda de los países de la zona euro. Aún hoy casi todo el mundo civilizado se lo pide, pero quizá ya sea demasiado tarde... aunque Merkel y sus opulentos muchachos siguen diciendo que no.
Los neoliberales que rigen las instituciones económicas europeas han preferido mostrarse inflexibles, penalizando la inmoralidad de aquellos que han vivido por encima de sus posibilidades... si no son alemanes, claro. Porque Alemania estuvo incumpliendo los objetivos de convergencia durante años sin que nada pasase.
Ahora, y colocando su deuda pública al 0%, Alemania está llevando a Europa en su conjunto a una nueva locura.
Y no se entiende que los árboles de un planteamiento ideológico impidan ver el bosque de la quiebra de una serie de paises cuya deuda está en manos de bancos alemanes y que, en caso de quitas o impagos, deberán ser subvencionados para no caer ellos mismos también en quiebra.
El mecanismo funcionará con la lógica aplastante del dominó.
Si Grecia, Italia y España caen, caerán los demás paises de Europa y tras Europa el resto de la economía mundial.
Y todo porque una serie de señores a los que no les pasará nada, que se retirarán a sus tranquilas villas con piscina en los rincones mas confortables del mundo, no quieren dar su brazo a torcer. Prefieren hablar cargados de razón en sus cenas de doscientos euros el cubierto tertulia y para ellos no les importa penalizar a culpables e inocentes amparados en una manera de pensar que solo es pensada por los que tienen menos posibilidades de sufrir las consecuencias negativas de llevar a la práctica ese modo de pensar.
Alemania fiel a su costumbre vuelve a dar soporte a un totalitarismo. Porque no debemos olvidar que las cosas no tienen por qué ser así. Estamos padeciendo las consecuencias de la intransigencia en el mantenimiento de una opción que está mostrando sus inconvenientes a velocidad geométrica.
Escribe Naomi Klein en "La doctrina del shock" que cuando a Milton Friedman se le interpelaba por las consecuencias negativas que en paises como Rusia o Bolivia estaban teniendo las políticas económicas monetaristas, el siniestro economista siempre tenía el mismo tipo de respuesta: los aciertos eran de los monetaristas y los fracasos eran consecuencia de una mala o insuficiente implementación de una verdad natural y eterna.
La autocrítica brilla por su ausencia y ese brillo hoy en día permanece mientras se apaga la estrella de la humanidad y el sentido común ahogada por las negras aguas del pensamiento que jamás se cuestiona mientras como Icaro vuela hacia el sol del fracaso, arrastrándonos a todos y convertido en uno más de esos monstruos que genera el sueño de la razón.
Porque el problema es que mientras unos pierden dos de las tres piscinas que tienen otros lo pierden todo.
¿Hay algún neoliberal que sea pobre?