"Me escuchó, sentado con las piernas cruzadas. A veces su cabeza desaparecía por completo en una gran erupción de humo, y un gruñido de simpatía surgía de entre la nube. Cuando terminé, descruzó las piernas, dejó la pipa, se inclinó hacia delante, hacia mí, con avidez, con los codos en los brazos de su sillón, las yemas de los dedos juntas.
-Entiendo muy bien. Es romántico.
Me diagnosticó el caso, y al principio me sobresalté al descubrir cuán sencillo era. Y en verdad, nuestra conferencia se parecía mucho a una consulta médica: Stein, de aspecto erudito, sentado en un sillón, delante de su escritorio; yo, ansioso, en otro, frente a él pero un tanto a un costado... y me pareció natural preguntar:
-¿Qué es bueno para eso?
Levantó un largo índice.
-¡Hay un solo remedio! ¡Una sola cosa puede curarnos de nosotros mismos! -El dedo descendió al escritorio con un golpe vivaz. El caso que había hecho parecer tan sencillo, hacía un momento, se volvió más sencillo aún, si eso era posible... y desde todo punto de vista desesperado. Hubo una pausa.
-Sí -dije-, hablando en términos estrictos, el problema no es cómo curarse, sino cómo vivir.
Aprobó con la cabeza, en apariencia con cierta tristeza."
(Lord Jim, Joseph Conrad)
Tan sencillo como éso!