lunes, noviembre 21, 2011

Ya hemos cambiado de gobierno.
Se suponía que esa era una de las cosas que los mercados demandaban a este país para tranquilizarse. De hecho, uno de esos pomposos neoliberales que alababa la racionalidad del pueblo español del mismo modo que alaba la racionalidad de los concurrentes al mercado, se atrevía a aseverar que lo más seguro era que mañana (por hoy) los mercados recibieran la llegada del nuevo y deseado lider con una bajada nada menos de 100 puntos de nuestro diferencial de deuda.
Pues bien... Nada de eso ha sucedido.
Nuestro diferencial supera los 460 puntos básicos y ahora llega la enésima mentira: los mercados no han tenido en cuenta el nuevo gobierno porque ya lo daban por hecho...

"Los inversores, que ya daban por descontado el cambio de color en las elecciones del 20N, dejaban al diferencial del bono español con respecto a su equivalente alemán en los mismos niveles del viernes. "
(El mundo)


... mentira acompañada del enésimo informe apocalíptico.

Alguien debería llevar la cuenta de todas las contradicciones para descubrir que mientras no hay acuerdo en los argumentos, si existe un planteamiento monolítico en cuanto a lo que se pide: recortes y más recortes. Los argumentos van variando y siempre hay una buena razón que fundamenta lo que sucede.

Tenemos nuevo gobierno y el diferencial de la deuda no ha cambiado.

El escenario de shock se mantiene mientras los piratas aguardan relamiéndose ante la perspectiva del botín, los espacios del estado del bienestar que el estado, presionado por todas partes, libere. Y desde luego la operación les ha salido redonda:

- especulación y enrequecimiento
- deuda tapada por los estados
- endeudamiento de los estados
- reclamo de aseo en las cuentas a los estados por parte precisamente de aquellos cuya deuda taparon los estados
- elección del modo más traumático de ajuste que prácticamente se basa en una variable: la rapidez del ajuste en el tiempo
- y esta rapidez ha conducido al show de informes, diferenciales y riesgos en que ahora vivimos
- un show cuyo único objetivo es cuadrar un circulo infame: de un solo golpe enriquecerse y desmantelar en lo que se pueda el estado del bienestar para poder enriquecerse más.

Está claro que el ataque es definitivo y con todo.
Tener que tapar ese agujero virtual especulativo que ocasionó la crisis que aun ahora vivimos fue el golpe que no necesitaban las maltrechas arcas de unos estados endeudados como lo estaban las familias. Y sin embargo a él acudieron cumpliendo con su sagrada misión de garantizar el bien común y seguramente contando con la lealtad de unos mercados que, en cuanto cayeron en su trampa, no tardaron ni un segundo en traicionarles.

Se pueden hacer mejor o peor las cosas, pero ni Brown, ni Cameron, ni Papandreu, ni Zapatero, ni Rajoy, ni Sarkozy tienen la verdadera culpa. En todo caso, y principalmente, si de algo son culpables es de haber aceptado sin rechistar el papel de Lee Harvey Oswald en este oscuro complot contra la gente.

Porque no habrá calma hasta que se consiga lo que en realidad se busca.

Y, siento decírtelo, tu voto no cuenta.