Algo le dice que no es tan sencillo llegar a toda esa vida que vibra allá afuera.
Imagina que no basta con levantarse y echar a andar,
que la puerta de su casa no separa realmente un exterior de un interior.
Allí, en el umbral, se prolonga una perversa continuidad que quizá sólo existe para él,
su nueva y segunda sombra,
su personal e intransferible laberinto del que hace ya tiempo que abandonó la esperanza de escapar.
A veces imagina que es como un cepo que le atrapa… pero se equivoca.
Si así fuese sería demasiado fácil.
Sólo tendría que arrancarse a mordiscos la parte atrapada y escapar.
Un juego de niños.
Imagina que no basta con levantarse y echar a andar,
que la puerta de su casa no separa realmente un exterior de un interior.
Allí, en el umbral, se prolonga una perversa continuidad que quizá sólo existe para él,
su nueva y segunda sombra,
su personal e intransferible laberinto del que hace ya tiempo que abandonó la esperanza de escapar.
A veces imagina que es como un cepo que le atrapa… pero se equivoca.
Si así fuese sería demasiado fácil.
Sólo tendría que arrancarse a mordiscos la parte atrapada y escapar.
Un juego de niños.
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