Escrita por el filólogo aleman Werner Jaeger a lo largo de diez años, entre 1933 y 1943, "Paideia" es una obra monumental que aborda una descripción de la cultura griega desde el punto de vista de la educación.
Desde Homero y Hesiodo hasta Demostenes, y a lo largo de alrededor de 1200 páginas divididas en una serie de libros, Jaeger repasa los grandes hitos del pensamiento griego poniendo especial énfasis en el papel que la formación del individuo juega y jugaba en sus maneras de entender el mundo.
A lo largo del libro, Jaeger pasa revista a los diferentes ideales que han inspirado al mundo griego, cada uno de los cuales incluía una concreta idea del individuo que debía ser insuflada a las nuevas generaciones mediante la educación.
El libro destila erudición y se lee con interés, especialmente si quieres acercarte a conocer aspectos esenciales de la cultura griega, sobre todo para descubrir lo importante que era la educación del ciudadano para los grandes figuras del pensamiento griego.
Llama la atención su obsesión por la formación, obsesión que termina convirtiendo la lectura del libro en un incesante acto de melancolía, especialmente si compara la falta de criterio y el absoluto desinterés hacia la educación que vivimos en nuestros días.
La formación humana de los individuos que componen una sociedad conforme a los ideales que la inspiran se revela como un elemento esencial para la estabilidad y el progreso de las sociedades. En este sentido, parecería que nuestra moderna sociedad hedonista, que lo basa todo en la satisfacción directa o mediada, tras la correspondiente racionalización del deseo, reproduce de todo modo el contrapunto a lo propuesto por el pensar clásico.
Entre las líneas de Paidea, aflora el fracaso y la impotencia de nuestra sociedad, tan encantada de conocerse, tan dañina para sí misma y todo lo que le rodea, fundando su imperio tecnológico en la absoluta y completa mala educación de sus miembros.
Y no sólo es que se funde sobre ella, sino que necesita la mala educación para existir.
Desde Homero y Hesiodo hasta Demostenes, y a lo largo de alrededor de 1200 páginas divididas en una serie de libros, Jaeger repasa los grandes hitos del pensamiento griego poniendo especial énfasis en el papel que la formación del individuo juega y jugaba en sus maneras de entender el mundo.
A lo largo del libro, Jaeger pasa revista a los diferentes ideales que han inspirado al mundo griego, cada uno de los cuales incluía una concreta idea del individuo que debía ser insuflada a las nuevas generaciones mediante la educación.
El libro destila erudición y se lee con interés, especialmente si quieres acercarte a conocer aspectos esenciales de la cultura griega, sobre todo para descubrir lo importante que era la educación del ciudadano para los grandes figuras del pensamiento griego.
Llama la atención su obsesión por la formación, obsesión que termina convirtiendo la lectura del libro en un incesante acto de melancolía, especialmente si compara la falta de criterio y el absoluto desinterés hacia la educación que vivimos en nuestros días.
La formación humana de los individuos que componen una sociedad conforme a los ideales que la inspiran se revela como un elemento esencial para la estabilidad y el progreso de las sociedades. En este sentido, parecería que nuestra moderna sociedad hedonista, que lo basa todo en la satisfacción directa o mediada, tras la correspondiente racionalización del deseo, reproduce de todo modo el contrapunto a lo propuesto por el pensar clásico.
Entre las líneas de Paidea, aflora el fracaso y la impotencia de nuestra sociedad, tan encantada de conocerse, tan dañina para sí misma y todo lo que le rodea, fundando su imperio tecnológico en la absoluta y completa mala educación de sus miembros.
Y no sólo es que se funde sobre ella, sino que necesita la mala educación para existir.
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