jueves, agosto 15, 2013

Psicosis

Siempre que veo Psicosis me doy cuenta de que es una obra maestra cuando Norman Bates hunde el coche de Marion Crane en el pantano que hay detrás de su hotel y aquel no termina de sumergirse.

Cuando el coche detiene su hundimiento, el perverso Hitchcock cambia de plano para mostrarnos la contrariada expresión de sorpresa de Bates y es entonces cuando el que les escribe experimenta como inconveniente un hecho de lo más conveniente puesto que que probablemente haría que Bates fuese detenido al día siguiente.

Es entonces cuando uno se da cuenta de que el gordo se las ha vuelto a arreglar una vez más para dominar la mirada y las emociones del espectador, aspecto que es una característica esencial del cine del maestro Hitchcock: su capacidad para hacerse con la atención del espectador y, una vez conseguida ésta, hacer de ella lo que su mente perversa se propone en cada momento de cada historia.

Ese sentido tiene y no otro el tiempo que Hitchcock dedica al trabajo de Bates para limpiar la huellas del asesinato que su madre acaba de cometer. Al final, uno se olvida del cadáver, del hecho criminal del asesinato y sólo espera que las molestias que el joven Bates se ha tomado para encubrir a su perversa madre tengan una justa recompensa.

Y este momento, más que ninguno de los tópicos gloriosos que jalonan la película, resumen el propósito del maestro Hitchcock al rodar Psicosis y por extensión todas sus películas: construir un mecanismo capaz de suscitar una reacción emocional y no intelectual ni de ningún otro tipo en el espectador.

De hecho, así se lo cuenta el propio director a otro director, Francois Truffaut, en su memorable libro-entrevista "El cine según Hitchcock":

"Mi principal satisfacción es que la película ha actuado sobre el público, y es lo que más me interesaba. En Psycho, el argumento me importa poco, los personajes me importan poco; lo que me importa es que la unión de los trozos del film, la fotografía, la banda sonora y todo lo que es puramente técnico podían hacer gritar al público. Creo que es para nosotros una gran satisfacción utilizar el arte cinematográfico para crear una emoción de masas. Y, con Psycho, lo hemos conseguido. No es un mensaje lo que ha intrigado al público. No es una gran interpretación lo que ha conmovido al público. No era una novela de prestigio lo que ha cautivado al público. Lo que ha emocionado al público era el film puro."
(pp 243)

Sin duda es en Psicosis donde el maestro inglés muestra todo su potencial haciendo de una obra menor del genial escritor Robert Bloch todo un espectáculo memorable. Lo que en otras películas del inglés es un determinado recurso narrativo, en ésta se convierte en el protagonista esencial de la narración.

El cine de Hitchcock siempre tiene un punto de experiencia de laboratorio en el que el director experimenta con el público estimulando con imágenes y sonidos sus temores más esenciales con vistas a suscitar en ellos, en nosotros, la respuesta emocional buscada. Una respuesta emocional que aporta al momento de visionado el grado de verosimilitud necesario como para que la experiencia sea aceptada y valorada.

Siempre se ha dicho que las películas de Hitchcock no soportan un repaso desde la frialdad de la razón, desde el análisis racional y concienzudo, pero no es menos cierto que siempre ha dado igual.

Una y otra vez, el inglés es capaz de apoderarse de la mirada y de las emociones del espectador, anulando esa frialdad, suspendiendo el juicio y sumiendo a su público en una montaña de entradas y salidas, de idas y venida, de encuentros y desencuentros, de giros y trayectorias.

Y en ese maremagnum es el narrador, dueño de la capacidad prestidigitadora que le otorgan sus habilidades y conocimientos, quién tiene el control.

Por más que uno se empeñe, con Hitchcock la película siempre gana.



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