“En toda sociedad, los gobernantes explotan su poder para regular y castigar, y graban códigos de lógica y tablas de la ley "en cosas e incluso dentro de los cuerpos" y así dan origen a un "universo de normas que de ningún modo pretenden suavizar la violencia sino satisfacerla." Una sociedad puede parecer en paz, pero sólo la "promesa de sangre", aunque velada, neutraliza el constante peligro de desorden y crea un patrón de combate latente en "las instituciones sociales, en las desigualdades económicas, en el lenguaje" y, no por último menos importante, "en los cuerpos mismos de cada uno de nosotros”."
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